En 1931, el western “Cimarrón” obtenía el Oscar a la mejor película, siendo la primera en este género que se hacía con el citado galardón. Desde entonces fueron llevados a la gran pantalla una gran cantidad de títulos ambientados en el lejano Oeste, todos ellos, sin embargo, de bajo presupuesto y con poco más que un simplista argumento.
En 1937, el director estadounidense John Ford leía en el Collier’s Magazine “Stage to Lordsburg”, un relato breve del autor americano Ernest Haycox. Ford quedaba entusiasmado con la galería de personajes que aparecía en esta historia, concibiéndola para la gran pantalla no como un western más sino como un retrato de la naturaleza humana a través de varios personajes.
Desde 1917 tras las cámaras cinematográficas, John Ford había firmado ya títulos hoy tan clásicos como “Hombres marcados”, “El caballo de hierro”, “Shari, la hechicera”, “La patrulla perdida”, “El juez Priest“, “Pasaporte a la fama”, “El delator”, “María Estuardo”, “La osa mayor y las estrellas”, “La mascota del regimiento” o “Huracán sobre la isla”.
En 1939 llevaba ya trece años sin dirigir un western, el último, aún en la era muda, había sido “Three bad men”. Con los derechos de adaptación de “Stage to Lordsburg” ya en sus manos, Ford se dispuso a llevar esta historia a la gran pantalla. Ningún estudio, sin embargo, quiso hacerse cargo por tratarse de un western, género que no gozaba en esos momentos de buen cartel.
Muy, muy, muy afortunadamente para la historia del cine, en el camino de John Ford se cruzaba Walter Wanger, productor estadounidense que terminaba para entonces su contrato con la United Artists pero aún debía producir una película más. Y Wanger elegía este proyecto de Ford.
Ben Hecht y Dudley Nichols, sin duda dos de las más grandes figuras de la historia del cine, firmaban el maravilloso guión de “La diligencia”…
…basándose en el anteriormente citado relato “Stage to Lordsburg” de Ernest Haycox quien, a su vez…
… se inspiraba en “Boule de suif ”, otra historia corta firmada por el escritor francés Guy de Maupassant.
Las extraordinarias imágenes de “La diligencia” corrían a cargo de Bert Glennon, magnífico director de fotografía que debutaba a toda pantalla en 1916 y llevaba ya tras de sí clásicos como “Los diez mandamientos” (en su versión muda de 1923), “La Venus rubia”, “Gloria de un día”, “Alicia en el País de las Maravillas” (en su versión de 1933), “Capricho Imperial” o “Huracán sobre la isla”. Tras “La diligencia”, Glennon volvería a trabajar con Ford en otros títulos como “El joven Lincoln”, “Corazones indomables”, “Caravana de paz”, “Río Grande” o “El sargento negro”.
Alexander Toluboff era el responsable de la espléndida dirección artística de “La diligencia”. Toluboff ya había sido anteriormente admirado por otros títulos como “Rasputín y la zarina”, “La reina Cristina de Suecia”, “Sólo se vive una vez” o, en ese mismo glorioso año de 1939, “Cumbres Borrascosas”. Otro genio, sin ninguna duda.
Y la música de “La diligencia” nos llegaba a través de la maestría del neoyorquino Gerard Carbonara, excelente compositor, también violinista y director de ópera, que ya había firmado más de cuarenta títulos de la gran pantalla entre los que se encontraban “El patriota”, “El canto del lobo”, “El camino del pino solitario”, “Milicias de paz” o “La ley del revólver”.
“John Ford ha barrido diez años de artificio y ha rodado una película que interpreta una canción de cámara… Mr. Ford no rodea de sombras a sus personajes; o hacen las cosas de forma directa o no las hacen…
Ésta es una diligencia con la fuerza de un Ford”
Ésta es una diligencia con la fuerza de un Ford”
(Frank S. Nugent, futuro guionista de John Ford, en el New York Times, 1939)
La joven esposa de un oficial de caballería, un viajante de whisky, el cochero, el comisario, una prostituta, un médico borrachín, un jugador y ex oficial sudista, un banquero no muy legal, un prófugo en busca de venganza... Y una diligencia.
“Una perfecta mezcla de humanidad y suspense…
absolutamente de primera clase”
absolutamente de primera clase”
(Film Weekly)
El productor Walter Wanger quería para los papeles protagonistas de “La diligencia” a Gary Cooper y a Marlene Dietrich, quienes ya habían sido vistos como pareja cinematográfica nueve años atrás en “Marruecos”.
Sin embargo, tanto Cooper como Dietrich eran ya celebradas estrellas del celuloide. Ante la imposibilidad de contratarlos debido a sus honorarios, John Ford dirigió su mirada hacia un joven actor que él ya había dirigido anteriormente, que hacía westerns “de cinco días” y que tan sólo llevaba tras de sí un título de más peso, “La gran jornada”, que ni siquiera había funcionado bien en taquilla.
"La esencia más pura del Far West late en esta obra (…) da carta de naturaleza al mito icónico de John Wayne, cuyo personaje se mueve entre un inolvidable plantel de secundarios”
(Miguel Ángel Palomo. Diario El País)
“Mis amigos me llaman Ringo, el apodo que tenía cuando era niño. Mi nombre es Henry…”
Un maravilloso John Wayne daba vida a un más que entrañable Ringo Kid. En el cine desde 1926, Wayne había ya trabajado a las órdenes de John Ford en películas como “¡Madre mía!”, “Cuatro hijos”, “Legado trágico”, “Shari, la hechicera”, “El triunfo de la audacia”, “Tragedia submarina” o “El intrépido”.
Tras “La diligencia” vendrían para él otros títulos como “Hombres intrépidos”, “No eran imprescibles”, “Fort Apache”, “Tres padrinos”, “La legión invencible”, “Río Grande”, “El hombre tranquilo”, “Centauros del desierto”, “Escrito bajo el sol”, “Misión de audaces”, “Los comancheros”, “El hombre que mató a Liberty Valance”, “La taberna del irlandés”… Qué lujo de filmografía.
“Doc, ¿no tengo derecho a vivir? ¿Qué he hecho yo?”
Claire Trevor era la encantadora Dallas. A toda pantalla desde 1933, Trevor ya había sido vista en cerca de treinta títulos cinematográficos entre los que se encontraban “Compañeros de viaje”, “Calle sin salida” o “El sorprendente Dr. Clitterhouse”.
Tras “La diligencia” veríamos también a Claire en otros clásicos como “Historia de un detective”, “Cayo Largo”, “El mejor de los malvados” o “Dos semanas en otra ciudad”.
“Tú no lo entenderías, vaquero, nunca has visto un ángel, ni una noble dama, ni una gran señora…”
El intrigante Hatfield era magistralmente interpretado por un elegantísimo John Carradine, extraordinario actor que debutaba en el cine en 1930 y que el público americano había disfrutado ya en clásicos como “El signo de la cruz”, “Gloria de un día”, “El hombre invisible”, “Satanás”, “La novia de Frankenstein”, “María Estuardo”, “Capitanes intrépidos” o “Tierra de audaces”.
Carradine trabajaría tras “La diligencia” de nuevo con Ford en otros títulos como “Corazones indomables”, “Las uvas de la ira”, “El último hurra”, “El hombre que mató a Liberty Valance” o “El gran combate”. Muy grande Carradine, muy grande.
“Lo que necesita el país es más cogorzas… cogorzas”
Thomas Mitchell era un más que sensacional Josiah Boone. En el cine desde 1923, Mitchell ya había aparecido en otros doce títulos entre los que se encontraban “Los pecados de Teodora”, “Horizontes perdidos” o “Huracán sobre la isla”.
Tras su maravilloso Doc Boone de “La diligencia”, Mitchell nos dejaría en la gran pantalla otros entrañables personajes como su Gerald O’Hara en “Lo que el viento se llevó” o su tío Billy en “¡Qué bello es vivir!”. Extraordinario también Thomas Mitchell.
“Kansas City, Kansas, hermano…”
Donald Meek era un espléndido Samuel Peacock. En la gran pantalla desde 1923, este excelente actor escocés llevaba ya tras de sí títulos como “La viuda alegre”, “Pasaporte a la fama”, “La marca del vampiro”, “El delator”, “Mares de China”, “Sueño de amor eterno”, “El capitán Blood”, “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Vive como quieras” (inolvidable su Sr. Poppins) o “Tierra de audaces”.
Tras “La diligencia” pudimos ver también a Meek en otros clásicos como “El joven Lincoln”, “La venganza de Frank James”, “Un rostro de mujer”, “La llama sagrada” o “Escuela de sirenas”. Importante filmografía también la de Donald Meek.
El genuino Buck era magníficamente interpretado por el no menos genuino Andy Devine. A toda pantalla desde 1928, Andy había sido visto ya en más de 70 títulos entre los que se encontraban “Contrastes”, “Ha nacido una estrella” o “Chicago”.
Tras “La diligencia”, Devine trabajaba de nuevo con Ford en otros clásicos del western como “Dos cabalgan juntos” o “El hombre que mató a Liberty Valance”.
Completaban el espléndido reparto de “La diligencia” Louise Platt (Lucy Mallory), George Bancroft (Curley) o Berton Churchill (banquero Gatewood). Y Chief John Big Tree, Tim Holt, Tom Tyler, Ed Brady, William Hopper…
…y, en pequeñas apariciones, Hank Worden y Woody Strode. Worden coincidiría más adelante con John Ford en otros títulos como “Fort Apache”, “Tres padrinos”, “Caravana de paz”, “Centauros del desierto” (dando vida al mágico Mose Harper), “Misión de audaces” o “El sargento negro”. Por su parte, a Strode le veíamos tras “La diligencia” (su debut cinematográfico) en otros míticos títulos de John Ford como “El sargento negro”, “Dos cabalgan juntos”, “El hombre que mató a Liberty Valance” (maravilloso Pompey) o “Siete mujeres”. Inolvidables Hank Worden y Woody Strode. E imprescindibles en el cine de John Ford.
Durante la producción de “La diligencia” todos los actores debían asistir al plató, tuvieran que trabajar ese día o no, creándose pronto por ello un ambiente más que familiar. Y a esto contribuía la costumbre de Ford de contratar como extras para sus películas a viejos amigos de la época muda del cine. Bryan Washburn, Helen Gibson, Buddy Roosevelt, Bill Cody, Franklyn Farnum, Verter Pegg, Duke Lee o Frank Baker fueron, entre otros muchos, los elegidos para “La diligencia”.
Primero fueron filmadas las escenas de exteriores, para lo cual John Ford eligió un incomparable paraje que era conocido con el nombre de…
… eso, Monument Valley, una meseta realmente extraordinaria situada entre los estados de Utah y Arizona.
“La diligencia” fue la primera película de John Ford rodada en el Monument Valley y después vinieron otras: “Pasión de los fuertes”, “Fort Apache”, “La legión invencible”, “Caravana de paz”, “Río Grande”, “Centauros del desierto”, “El sargento negro” y su último western, “El gran combate”.
Rodados en estudio, los interiores de "La diligencia" tenían techo, una práctica aún poco usual para la época. Con ello se trataba de crear un efecto de claustrofobia que contrastara claramente con la abierta expansión del Monument Valley.
“Una rara obra maestra de la pantalla”
Producción de Walter Wanger para United Artists, “La diligencia” (Stagecoach) se estrenaba en Los Ángeles (California) el 15 de febrero de 1939.
Si bien no llegaron a entusiasmar sus primeras proyecciones privadas, en las que se reprochaba entre otras el extender demasiado la escena del ataque indio o el no haber sido rodada en color, su estreno al gran público sí fue un rotundo éxito.
Junto a “Union Pacific” y “Tierra de audaces”, “La diligencia” de John Ford supuso el renacimiento del western como género, y de qué manera. Hoy está considerada como uno de los más grandes clásicos de la historia del cine.
Los Oscar de la Academia la dintinguían galardonándola en las categorías de mejor película, mejor director, mejor actor secundario (Thomas Mitchell) y mejor banda sonora, nominándola también en lo referente al montaje, la fotografía y la dirección artística.
Por su parte, John Ford recibía el Premio de la Crítica Cinematográfica de Nueva York al mejor director.
“Ésta es una gran película del tipo de las que van a parar a los libros de historia del cine”
( A. Jimpson Harman. Evening News)
Como el que el sombrero utilizado por John Wayne en “La diligencia” fuera suyo. Wayne lo usaría después durante dos décadas más hasta “Río Bravo”. Desde entonces, el ya mítico sombrero fue exhibido en una vitrina de su casa.
O el que los indios apaches de la historia fueran interpretados, en realidad, por indios navajos del lugar. O que Orson Welles visionara cerca de cuarenta veces “La diligencia” antes de crear su “Ciudadano Kane”. Pues mil gracias, John Ford.
Y como broche de lujo, una bonita anécdota. En 1970, El American Film Institute (AFI) comenzaba a interesarse activamente por la restauración y preservación de películas clásicas. Pero todas las copias existentes en 35 mm. de “La diligencia” habían sufrido daños irreparables. ¿Todas? No. El mismísimo protagonista de esta película guardaba en su garaje una copia en perfectas condiciones y se prestaba a donarla con todos los honores a tan loable iniciativa.
“El ejemplo ideal de la madurez de un estilo llevado a la perfección clásica. John Ford encuentra el equilibrio ideal entre el mito social, la reconstrucción histórica, la verdad psicológica y el tema tradicional de la puesta en escena del western. Ninguno de estos elementos domina por encima del otro. ‘La diligencia’ es como una rueda, está concebida con tanta perfección que permanece en equilibrio sobre su eje en cualquier posición”
(André Bazin, crítico francés)
8 comentarios:
Una de las películas fundacionales, pilar fundamental del Western. Son muchas las cosas que aquí sembró Ford, sobre todo de su cine, tan magistral y tan gigantesco.
Un gran clásico, una obra maestra, una preciosa historia, un western para ver una y otra vez... ¿De acuerdo conmigo... esta vez, Cahiers? :)
Es una película con un metraje perfecto, no le sobra ninguna escena, se la haría ver a Scorsese de rodillas por su manía de prolongar sus películas tres horas.
Fue de los primeros trabajos destacados de John Carradine con Ford. Su papel de Hatfield, el caballeroso jugador del sur es inolvidable. Ah, y "Bole de suif" una gran novela.
Besos. Borgo.
Hombre, Miquel, déjale a Scorsese al menos que se siente en la butaca, que la va a disfrutar mucho más así. John Carradine está aquí maravilloso y tan, tan, tan elegante... Y mira que me extraña que le tengas hecha ya portada a "Boule de suif"... ¡me encanta! :)
Besos, Borgo.
Muy bien presentada la película, muy buena introducción Clementine. Y es difícil decir cosas nuevas sobre esta obra maestra de la que tanto se ha hablado. Pero lo has hecho. He disfrutado mucho este post. Ahora, a ver "La diligencia" de nuevo. Siempre es un buen momento para ello. Abrazos.
Que comentario más aleccionador, Marcos Callau, ¡gracias! Eso, ahora a verla de nuevo, yo ya lo he hecho :) Abrazos.
Es que si La Diligencia no fuera un clásico, los clásicos no se harían con diligencia (sop, qué gilipollez).
Una ovación inmensa a esta peli. Y sí, vale, un aplausillo para Clementine.
(Toma ya, comentada 3 días más tarde...)
Alicia,¿no me digas que te estás volviendo formal?
¿¿¿sop???
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