jueves, 24 de octubre de 2013

El pequeño príncipe

¿Que cuál es mi película favorita? Difícil, difícil, muy difícil… No, no creo tener una película favorita sino un selecto puñado de títulos que están ahí, en lo más alto, compartiendo la cima.

¿Mi libro favorito? Eso sí, eso lo tengo más que claro… “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry. Se convirtió en mi libro favorito nada más leérmelo por primera vez, hace ya… la tira de años. Lo sigue siendo hoy, y eso tras haberme leído muchos otros libros que me han llegado también a maravillar hasta el punto de querer leérmelos una segunda, tercera, cuarta vez…


Pero ninguno ha logrado quitarle el puesto a “El Principito” como mi libro favorito. Tengo varias ediciones suyas, incluida una en francés que me trajo de la mismísima Francia mi querido hermano, y sigo con la colección, me lo he leído ya infinidad de veces, la última esta ya pasada semana… Y aunque me sé frases del libro de memoria y conozco muy, muy bien su historia, personajes, lo que va a venir a continuación… sigo disfrutando enormemente con su lectura, sigo sonriendo con él, emocionándome con él… llorando con él, saboreando todos y cada uno de sus sabios capítulos, en todos sus párrafos, en cada una de sus frases, y admirando los preciosos dibujos que acompañan a tan incomparable texto…

Me sigue llegando directamente al corazón, me parece realmente maravilloso, una pequeña historia en apariencia sencilla y que te lees en nada de tiempo pero que te ofrece tanta autenticidad, tanta sensibilidad, tan buena enseñanza… Tanta sabiduría… Y todo a través de una pequeña personita que, en realidad, es un gran, un enorme e importante personaje.

Así que hoy, mis queridos espectadores, no puedo por menos que unirme de nuevo a mi amigo Noelio en su humilde celebración del 70 aniversario de este maravilloso libro. Aquí lo haremos, por supuesto, a toda pantalla, a través de una mágica y cinematográfica adaptación musical de esta entrañable historia.

Acomódense, pues, en sus butacas y permanezcan muy atentos a esta gran pantalla. Muy, muy, muy atentos…

PARAMOUNT PICTURES
PRESENTS


El 7 de noviembre de 1974 era estrenada en Estados Unidos “El pequeño príncipe” (The little prince), una preciosísima producción musical de Stanley Donen para la Paramount Pictures.


Stanley Donen firmaba también la dirección de esta película. Donen asistía ya de niño a clases de baile y debutaba en Broadway a sus 17 años de edad. Este genial bailarín, coreógrafo y director norteamericano se estrenó tras las cámaras cinematográficas en 1949 con “Un día en Nueva York”, título ya clásico de la historia del cine al que siguieron otros igual de míticos en su filmografía como director: “Bodas reales”, “Cantando bajo la lluvia”, “Tres chicas con suerte”, “Siete novias para siete hermanos”…


… “Siempre hace buen tiempo”, “Una cara con ángel”, “Indiscreta”, “Página en blanco”, “Charada”, “Dos en la carretera” o “La escalera” antes de regalarnos “El pequeño príncipe”. Todo un clásico del cine Stanley Donen, sin duda uno de los grandes del llamado séptimo arte.


El pequeño príncipe” basaba su precioso argumento en “El Principito”, maravillosa obra literaria escrita en 1943 por Antoine de Saint-Exupéry. El dramaturgo y letrista neoyorkino Alan Jay Lerner firmaba la acertada adaptación a la gran pantalla de esta inmortal historia.


Una muy mágica fotografía creada por Christopher Challis, la impecable dirección artística a cargo de Norman Reynolds y el adecuado montaje de Peter Boita y George Hively redondeaban la buena factura de esta producción…

“I need air”, “Be happy”, “I’m your side”,
“You’re a child”, “Little prince”…


… que se completaba de manera magistral con la preciosísima banda sonora compuesta para la película por ese musical tándem de lujo que formaron Alan Jay Lerner y Frederick Loewe, quienes ya nos habían dejado auténticas joyas en títulos como “Gigi”, “My fair lady” o “Camelot”. Qué maravilla.


“Cuando yo tenía seis años vi en un libro de ciencias naturales que trataba de la selva vírgen
una foto impresionante……

… Era una boa constrictor tragándose a una fiera…”

“Por favor, dibújame una oveja…”


Tras aparecer en diversos anuncios publicitarios era elegido para interpretar al Principito el británico Steven Warner, un pequeño que contaba entonces ocho años de edad y que debutaba como actor en esta película, título cinematográfico al que luego tan sólo seguiría otro, “El pájaro azul”, y “The mayor of Casterbridge”, una miniserie británica tras la cual Warner se retiraba del mundo de la interpretación.




Steven nos regalaba en “El pequeño príncipe” una tremendamente mágica creación de su maravilloso personaje repleta de naturalidad, ternura y sensibilidad.

“Lo que tú no comprendes es que haya alguien que ame a una flor que sólo crece en una estrella entre los millones y millones de estrellas que hay en el cielo y que le baste con mirar a las estrellas para sentirse feliz y se diga: ‘En alguna parte de ahí arriba está mi flor…’. Pero si una oveja se come la flor, para él se habrán apagado todas las estrellas.
¿Y tú crees que eso no es importante?”


“A pesar de lo mal que se me da el dibujo, no tratándose de boas constrictor y elefantes, decidí dibujarlo… así no le olvidaría. Después de todo, él era un amigo. No todo el mundo tiene un amigo,
y yo menos que nadie”


El norteamericano Richard Kiley, más que estimada voz cantante de la escena teatral de Broadway, debutaba a toda pantalla en 1951 y había ya aparecido también en otros títulos cinematográficos como “Manos peligrosas”, “Semilla de maldad” o “Péndulo” y en infinidad de series televisivas como “Doctor Kildare”, “Los defensores”, “Bonanza”, “Centro Médico”, “La ley del revólver” o “Colombo”. Mucho más adelante le veríamos también en la pequeña pantalla como el padre de la protagonista de “El pájaro espino”, como Claudio en “Anno Domini” o como padre de familia en la preciosa “Un año en la vida”.




Richard nos ofrecía en “El pequeño príncipe” una entrañable y emotiva composición del piloto de esta historia. Maravilloso.

“Le llevé agua y se la seguí llevando todos los días… Hice cuanto pude por ella…”


La Rosa a la que el Principito llevaba agua todos los días era interpretada en la película por Donna McKechnie, actriz americana procedente de Broadway que tan sólo había aparecido anteriormente en un título cinematográfico y dos series televisivas.

“Empecé a darme cuenta de que, en verdad, no comprendía nada… Así que decidí dejar mi planeta e ir a recorrer el universo para intentar aprender algo…”


“Éste es un planeta muy pequeño, majestad,
¿por qué necesitáis fronteras?”


El actor británico Joss Ackland daba vida al Rey. Ackland debutó a toda pantalla en 1949 y el público americano le había visto ya también en “Los hijos del capitán Grant”, “Rasputín” o “Hitler, los últimos diez días” y, sobre todo, en infinidad de series televisivas.

“Si yo fuera dueño de una flor, haría algo por ella.
¿Tú qué harás por las estrellas?”


El Hombre de negocios venía encarnado por Clive Revill, respetado actor neozelandés de teatro, cine y televisión que debutó en la gran pantalla en 1958 con “Un genio anda suelto”, título al que siguieron otros como “El rapto de Bunny Lake”, “Las sandalias del pescador”, “La vida privada de Sherlock Holmes”, “¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?” o “La leyenda de la mansión del infierno” antes de dar vida en “El pequeño príncipe” a su peculiar hombre de negocios, más que obsesionado con el recuento de las estrellas que, además, consideraba de su propiedad.

“Me gusta mi trabajo, inventar cosas…
Soy historiador”


Victor Spinetti era el Historiador. Actor galés que debutó a toda pantalla en 1958 y al que el público cinematográfico ya había visto en títulos como “Becket”, “¡Qué noche la de aquel día!” o “La mujer indomable”, Spinetti daba vida en “El pequeño príncipe” al mejor cronista de la Historia… inventada.

“No hay ninguno, ¡torpe! ¡Primero hay que formar un ejército y luego encontrar un enemigo!”


Graham Crowden daba vida al General. Prolífico actor escocés de exquisita trayectoria teatral y televisiva, Crowden ya había aparecido en infinidad de series de la pequeña pantalla y también en títulos cinematográfico como “Morgan, un caso clínico”, “If…”, “Leo, el último”, “La muchacha que llegó de la lluvia” o “Abdicación” antes de su intervención en “El pequeño príncipe”.

“Las estrellas son preciosas. Como mi rosa.
Como el desierto”


“La encontré enroscada en un árbol al empezar el desierto, no muy lejos de aquí…”


La Serpiente venía encarnada por un más que extraordinario Bob Fosse, una de las más grandes figuras del panorama musical americano. Actor, bailarín, coreógrafo, director… Fosse debutaba en la gran pantalla en 1953 con “The affairs of Dobie Gillis”, y había sido visto ya por el público americano en otros títulos musicales como “Bésame, Kate”, “Tres chicas con suerte”, “Mi hermana Elena” o “Malditos yanquis”, figurando en alguno de estos títulos también como coreógrafo. También había dirigido ya “Noches en la ciudad” y “Cabaret”.




Stanley Donen le dirigió a él en “Tres chicas con suerte” y “Malditos yanquis”. Para “El pequeño príncipe” le elegía para dar vida a la serpiente...


Y qué decir a estas alturas de su magistral interpretación… Sensacional. Y en letras mayúsculas.

“Él ya no era como los demás zorros del mundo, yo lo había domesticado y ahora era único,
al menos para mí”


Y Gene Wilder era el Zorro. Gene había debutado a toda pantalla en 1967 con “Bonnie and Clyde”, título al que siguieron otros como “Los productores”, “Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar” o “Sillas de montar calientes”…




… antes de su entrañable intervención en “El pequeño príncipe”…


… Preciosa interpretación la suya.

“Te he traído un regalo,
como es un secreto te lo he escrito…


… Sólo con el corazón se puede ver con claridad…
Lo esencial es invisible a los ojos”




Nominada al Oscar a la mejor canción original (“Little prince”) y a mejor banda sonora original, "El pequeño príncipe" obtuvo el Globo de Oro a la mejor banda sonora original.




Y fue también candidata en los Globos de Oro a mejor película, mejor actor promesa (Steven Warner) y mejor canción original (“I never met a rose”).


“Me oirás reir como no me has oído nunca, porque reiré desde una de esas estrellas, aunque tú no sabrás desde cuál, para ti será como si rieran todas las estrellas, como si colgara una campana de cada una de las estrellas del cielo… Así oirás mi risa”
(El Principito en “El pequeño príncipe”)


A Stanley Donen. Y a Antoine de Saint-Exupéry.
Y, por supuesto, al Principito.

viernes, 11 de octubre de 2013

Al alegre ritmo de Gene Kelly


El desfile de las estrellas” (Thousand cheer) nos presentaba en 1943 a Gene Kelly en un contagiosamente rítmico “Let me call you sweetheart”, tema compuesto por Beth Slater Whitson y Leo Friedman.


En “Las modelos” (Cover girl, 1944), Gene Kelly nos dejaba maravillados con su “Alter-ego dance”, excepcional número musical compuesto por Jerome Kern que contaba con una no menos excepcional coreografía firmada por Seymour Felix, Val Raset, Stanley Donen y el propio Kelly.


Una deliciosa mezcla de diversos temas tradicionales dirigida por el compositor neoyorkino Lennie Hayton servía de fondo musical en 1947 a un exquisito baile de “Vivir a lo grande” (Living in a big way) que nos ofrecía Gene Kelly sobre una coreografía suya y de Stanley Donen.  


Llévame a ver el partido” (Take me out the ball game, 1949) nos presentaba a Gene Kelly al precioso son de “The hat my dear old father wore upon St. Patrick’s Day”, tema compuesto por William Jerome y Jean Schwartz en un número coreografiado por Gene Kelly y Stanley Donen.


Gene Kelly nos deleitaba en 1950 con una creativa y muy, muy mágica coreografía de “You wonderful you”, maravilloso tema compuesto por Harry Warren para “Repertorio de verano” (Summer stock).


Un americano en París” (An american in Paris) nos traía en 1951 uno de los más extraordinarios números musicales de la historia del cine. “I got rhythm”, tema compuesto en 1930 por los hermanos Gershwin, reunía  la genialidad como compositores de George y Ira y el arte como coreógrafo de Gene Kelly. Sencillamente magistral.


No abandonamos “Un americano en París” sin disfrutar también del “Tra-la-la (This time it’s really love)”, delicioso tema compuesto por los hermanos Gershwin allá por 1922 que fue coreografiado para esta película por un Gene Kelly que lo bailaba, además, al son del piano de Oscar Levant. Mira que me gusta a mí este número.


Y terminamos, como en el Concierto de Año Nuevo, con el número estrella. Eso, “Singin’ in the rain”, inolvidable tema compuesto originalmente por Arthur Freed y Nacio Herb Brown para la película de 1929 “The Hollywood Revue of 1929” que en 1952 Gene Kelly convertía en puro arte ayudado en su coreografía, eso sí, por su inseparable Stanley Donen. Mítica y maravillosa escena musical.  


… Vale, como en el Concierto de Año Nuevo, no nos iremos sin añadir otra joya musical, una de mis favoritas de siempre, “I like myself”, precioso tema compuesto por Betty Comden, Adolph Green y André Previn para la película “Siempre hace buen tiempo” (It’s always fair weather, 1955) y bailado con patines (sí, sí, con patines) por un insuperable Gene Kelly en una coreografía creada por él mismo y… Stanley Donen. Dios los cría…


A Gene Kelly

martes, 8 de octubre de 2013

Paul y Joanne, Joanne y Paul

Estar casada con Paul es estar casada
con el hombre más considerado y romántico


Joanne siempre me ha dado apoyo incondicional en todas mis decisiones y esfuerzos, eso incluye mis carreras de coches,
que ella deplora. Para mí eso es amor…
Sin ella no sería de ningún lugar, no sería nada

En su pasada edición, el Festival de Cannes nos era lujosamente presentado con un cartel muy, muy especial. En él aparecían nada menos que Paul Newman y su mujer Joanne Woodward.


El cartel ofrece una imagen luminosa y tierna de pareja moderna, enlazada en una figura en equilibrio perfecto y que recuerda como al remolino del amor… La visión de esos dos enamorados tomados desde una posición como de vértigo y que pierden cualquier referencia apela a vivir el cine como un deseo sin fin.
Encarna a la perfección el espíritu del cine… Para el Festival es la ocasión de rendir homenaje a la memoria de Paul Newman, desaparecido en 2008, y de hacer llegar un saludo lleno de admiración a Joanne Woodward, su mujer y su intérprete por elección
(Los organizadores del Festival)


El diseño de este maravilloso cartel partía de una fotografía tomada durante el rodaje de “Samantha”, título protagonizado por Newman y Woodward en 1963. Fotografía ésta que sirvió también para diseñar el cartel de la propia película.


Paul y Joanne acudieron al citado Festival de Cannes en 1958, año en el que fue seleccionada a competición “El largo y cálido verano”, primero de los films que protagonizó la pareja.

En años posteriores Newman y Woodward volverían a coincidir en dicho festival, esta vez en calidad de director y actriz, respectivamente, y en relación a otros dos títulos comunes: “El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas” y “El zoo de cristal”.


Joanne Gignilliat Trimmier Woodward nacía el 27 de febrero de 1930 en Thomasville, Georgia. Tras estudiar dos años en la Universidad de Louisiana, Joanne se trasladaba a Nueva York para recibir clases de arte dramático en el Actor’s Studio.


Paul Leonard Newman nacía el 26 de enero de 1925 en Shaker Heights, Ohio. Tras un año en el Yale School of Drama, en Connecticut, Paul pasaba al Actor’s Studio de Nueva York.






Y en el Actor’s Studio se conocían Paul y Joanne, Joanne y Paul, en 1953. Ese mismo año, durante los ensayos de la obra de teatro “Picnic” en la que ambos intervenían, nacía entre ellos una relación sentimental que se afianzaría cinco años más tarde durante el rodaje de “El largo y cálido verano”.


Joanne y Paul contraían matrimonio el 29 de enero de 1958…


… el 26 de marzo Joanne recibía el Oscar a la mejor actriz por “Las tres caras de Eva”…


… y el 3 de abril de ese mismo año se estrenaba “El largo y cálido verano”.




Posteriormente, Newman y Woodward compartirían también protagonismo en “Un marido en apuros”, “Desde la terraza”, “Un día volveré”, “Samantha”, “Un hombre de hoy” y, más recientemente, en el largometraje “Esperando a Mr. Bridge” y en la serie “Empire Falls”.


“Me había gustado mucho la novela de Margaret Laurence. La historia también le interesaba a mi mujer. El guionista, Stuart Stern, me entregó el texto y me pidió mi opinión. Después de decirle algunas ideas que se me ocurrieron, me rogó que dirigiera la película. Al principio me negué, pero después descubrí un placer inmenso en hacer un trabajo que era completamente nuevo para mí”


Raquel, Raquel” (1968) fue el primer largometraje de Paul Newman como director. También fue la primera ocasión en que dirigió a su mujer como protagonista de la película.




Posteriormente, Newman la dirigiría también en “El efecto gamma sobre las margaritas”, “Harry e hijo” y “El zoo de cristal”, así como en el telefilme “La caja oscura”.

Joanne y Paul, Paul y Joanne, tuvieron tres hijas.






Y fueron muy, muy felices.

“Soy hijo de un indio renegado y miserable que robaba gasolina en las afueras de la Reserva de Shaker Heights, Ohio. Mi madre era una pobre inválida. Yo me pasaba los días leyendo poesía. Cuando murió mi padre, me puse a vender cepillos. Tenía 13 años y toda la familia vivía a mi costa. El día que cumplí los 17 me escapé de casa y me enrolé como grumete en un barco de pesca de bandera iraní. Perdí la virginidad a los 14 años con una chica esquimal, lo que, sin duda, es la razón por la que, desde entonces, me pirre por la comida esquimal. Pronto aprendía el viejo truco de Speedy Gonzales de aparcar en doble fila frente a los burdeles, y nunca me pusieron una multa. Después de eso fui leñador, conduje un camión cargado de nitroglicerina, fui un gran admirador de Brigitte Bardot y uno de los mejores fabricantes de palomitas de maíz del país. Luego fui descubierto por Erich Von Stroheim, que para entonces ya estaba muy viejo. Me recomendó entusiasmado a Walt Disney. El resto es historia. Empecé haciendo las voces en varios dibujos animados (hice de Gruñón en ‘Blancanieves y los siete enanitos’). Cuando llegué a la cumbre del éxito, me convertí en estrella de películas porno. Algunas todavía se pueden ver por ahí…


… Mi mujer no sabe nada de esto, por supuesto”
(Paul Newmanen una entrevista concedida por el actor
a la revista Playboy en 1968)


 “Para ti, Alicia. Por serme fiel hasta el infinito y más allá.
Y muy feliz día, muy feliz, muy feliz, muy feliz…” 
(Tu Paul)