“Le
tocaron palos muy diversos, el mejor en nada pero ha hecho de todo. Quien mucho
abarca poco aprieta, dice el refrán, en el caso de mi padre no se cumplió, ha
abarcado mucho y ha apretado de narices”
El
pasado Sábado se entristecía tremendamente nuestro corazón cinéfilo. A los 90
años de edad, Tony Leblanc, uno de los más grandes cómicos de nuestra escena,
se nos iba derechito al firmamento de las grandes estrellas llevándose con él
nuestros mejores recuerdos.
Como
Ignacio Fernández Sánchez viniste al mundo, Tony, el 7 de Mayo de 1922… en el
Museo del Prado de Madrid.
“Mi
padre era el vigilante allí. Mi madre rompió aguas una tarde que fue a
visitarle y tuvo que darme a luz en el interior. Nací, concretamente, en la sala
de los tapices de Goya, ¿se puede ser más castizo?”
Y
ahí, en el Museo del Prado, empezaste a ganarte la vida como botones y
ascensorista, llevándote además un dinerillo extra al encargarte también de
limpiar las salas de Goya y Velázquez. Y mientras, aprendías también a bailar…
Después llegaron el fútbol y el boxeo…
“Yo
practicaba simultáneamente el fútbol y el boxeo. En fútbol, jugué cuatro años
en primera regional y uno en tercera división… Jugaba de portero. Precisamente,
jugando en el Chamberí, ascendimos de primera regional a tercera división
gracias a un penalti que paré ”
“En
el boxeo fui campeón amateur de Castilla en los pesos welter y llegué a
disputar treinta y tantos combates como profesional. Como había sido bailarín,
mi fuerte era el movimiento de piernas, tenía un desplazamiento muy bueno. Pero
también pegaba muy bien y muy duro con la derecha. Hacía mucho daño y eso no me
gustaba. Alguna vez que dejé KO al otro púgil, no pude disfrutar del triunfo
porque estaba preocupado por mi rival. La verdad es que no tenía alma ni
espíritu de boxeador”
“Por
entonces, yo peleaba los sábados y jugaba con el Chamberí, ya en tercera
división, los domingos. Un día me llamaron del sindicato y me enseñaron dos
programas. En uno figuraba mi nombre, Tony, en la alineación del equipo. Y en
otro aparecía un tal Fernández Leblanc, que era mi nombre de boxeador. Tuve que
admitir que era yo en los dos casos. Se rieron mucho, porque nunca habían oído
hablar de nada parecido. Luego el presidente de la Federación me llamó y me
dijeron que tenía que dejar una de las dos cosas, así que dejé el boxeo. De
paso, le di una gran alegría a mis padres, hijo único como era”
En
1944 debutaste profesionalmente con la compañía de Celia Gámez. Dos años
después llegaron “Las horas inolvidables”, obra de teatro a la que siguieron
“Doña Mariquita de mi corazón” y “Cinco minutos nada menos”. Colaboraste
también con la compañía de Ana Mariscal en “La maravilla errante” y fuiste
director y primer actor en la compañía de Manuel Paso.
“He
sido boy, músico, actor, toco la guitarra, la batería y, sobre todo, la
trompeta… De niño era el que mejor silbaba de España”
Y
en 1942 fuiste campeón de España de claqué…
También
en 1944 debutaste en la gran pantalla, dirigido en “Eugenia de Montijo” por
José López Rubio y compartiendo cartel, entre otros, con Amparo Rivelles y
Fernando Rey.
Y
a este título siguieron otros como “Los
últimos de Filipinas”, “Fuenteovejuna”, “Alhucemas”, “La cigarra”, “Currito de
la Cruz”, “El pescador de coplas”, “Faustina”…
“Les
he oído decir a muchos compañeros que ellos fueron los primeros en hacer las
pruebas de televisión.
¡Pero si el primero fui yo!”
Cierto,
fuiste de los pioneros en la pequeña pantalla. Entre los años 50 y 60
apareciste en varios programas de televisión como “Las Gomas”, “La Goleta”,
“Gran Parada”, “El que dice ser y llamarse”, “En órbita”, “Cita con Tony
Leblanc” o “Canción 71”, inmortalizando además televisivos personajes como
Cristobalito Gazmoño, el profesor Don Anselmo Carrasclás y el boxeador Kid
Tarao.
“Tony
Leblanc nació en el Museo del Prado. Su padre dijo que estaba destinado a ser
pintor. No se equivocó, dibujó muchas sonrisas”
Y
mientras, en la gran pantalla, otros
títulos como “Los ángeles del volante”, “Entierro de un funcionario en
primavera”, “Historias de Madrid”, “La fiel infantería”, “Días de feria”, “091
Policía al habla”, “Los económicamente débiles”…
Incursiones
cinematográficas que simultaneabas, con igual éxito, sobre los escenarios con
revistas tan célebres como “Te espero en el Eslava” o “Ven y ven… al Eslava”,
ambas junto a Nati Mistral.
Entre
1961 y 1962 dirigiste tres películas: “El pobre García”, “Los pedigüeños” y
“Una isla con tomate”. Y a las tres les aportaste también tu propia historia y
guión y tu propia música.
“Dirigí,
produje, escribí, interpreté y hasta compuse la música… En teatro ocurrió algo
similar cuando, en el Eslava de Madrid, presenté una obra, “El pobre Jorge”, que
yo había escrito y en la que, además de dirigir, interpretaba al único
personaje de la función… En el teatro está la esencia del actor. Ahí no te
puedes equivocar”
También
a toda pantalla fuiste para nosotros Jorge en “Dos cuentos para dos”, Felipe en
“La revoltosa”, el chófer de la camioneta en “Historias de la radio”, Rafael en
“Manolo, guardia urbano”, Pepe, el taxista en “Muchachas de azul”, Manolo en
“El tigre de Chamberí”…
“’El
tigre de Chamberí’ gustó hasta tal punto que la gente me llamaba por la calle
‘¡tigre, tigre!’, aunque, en realidad, el papel del tigre lo hacía Peliche
Ozores. Yo era su manager, un aprovechado que engañaba al pobre infeliz para
que subiera al cuadrilátero”
…Lucio
García en “Don Lucio y el hermano pío”, Pepe en “Tres de
la Cruz Roja”, Tom y Tim Rodríguez en “Torrejón City”, Lorenzo en “Las
estrellas”, Mike en “La dinamita está servida”, Pepe Fernández en “El
astronauta”…
“Tenía
tanta luz que no necesitaba chupar foco para quitárselo a los compañeros. Era
único y especial. Para mí, Tony Leblanc ha sido todo: mi maestro, mi amigo, mi
hermano”
Formando
una inmejorable pareja a toda pantalla con Concha Velasco fuiste Pepe en “Las
chicas de la Cruz Roja”, Manolo en “El día de los enamorados”, Virgilio en “Los
tramposos”, Ramón Ramírez en “Amor bajo cero”, Juan en “Mi noche de bodas”, Aparicio
López en “Julia y el celacanto”, Teodoro Caballero “El Señorito” en “Sabían
demasiado”, Felipe Carasco en “Historias de la televisón”, Tony en “Hoy como
ayer”, Paco “Cocosabio” en “Los que tocan el piano”, Johnny en “Una vez al año
ser hippy no hace daño”…
"La risa es, junto al amor, lo más importante de la vida… Me hice cómico para evitar los callos en las manos, pero salen en el corazón”
Y cómo olvidar a tu Don Mendo Salazar y Bernáldez de Montiel, Marqués de Cabra, en la representación teatral de 1972 de “La venganza de Don Mendo”, en el maravilloso “Estudio 1”…
Otros
títulos de tu filmografía fueron “Los subdesarrollados”, “El hombre que se
quiso matar”, “El dinero tiene miedo”, “El sobre verde”, “La casa de los
Martínez”, “Ligue story”, “Celos, amor y Mercado Común”… Y “Tres suecas para
tres Rodríguez”, título de 1975 con el que decidiste retirarte de la gran
pantalla.
Y
en 1977…
“Fue
en el programa “Martes noche… Fiesta”, que José María Iñigo presentaba en
directo desde la sala de fiestas Florida Park. El reto consistía en hacer algo
que no se hubiera hecho en televisión española ni en ninguna televisión del
mundo. Yo salí al escenario con una funda de guitarra. Abrí la funda y saqué un
plato, una manzana y un cuchillo. Pelé la manzana durante siete minutos, me la
comí y me marché. Aquel fragmento ha quedado en la historia de la televisión,
pero si alguna de las más de 500 personas que había entre el público hubiese simplemente
gritado, mientras pelaba la manzana, ‘¡a que se la come!’, me habría echado
todo abajo. Yo miraba a la gente y les oía reír. La verdad es que temblaba por
dentro y estaba empapado de sudor, pero supe sostener la situación hasta el
final. Un corresponsal del Times, que estaba entre el público, me calificó de
genio en su periódico”
“Adiós
a un fenómeno. Adiós a un artista GRANDE. Adiós a un amigo”
En
1983 el terrible accidente de tráfico,
y en 1998 tu vuelta a la gran pantalla de la mano de Santiago Segura y su
Torrente. Antes de su oferta, habías recibido otras propuestas cinematográficas
por parte de Luis García Berlanga y Antonio Mercero, propuestas que no
aceptaste por no encontrarte lo suficientemente recuperado.
En
1987, añadiste a tu faceta de escritor el guión de la comedia “La terrible
verdad de mis cuentos” y el poemario “En la otra orilla de mi vida”. Y en 1999,
“Ésta es mi vida”, tu libro de memorias.
“Cántame un pasodoble español,
que al oirlo se borran mis penas,
cántame un pasodoble español,
‘pa’ que hierva la sangre en mis venas...”
Y antes, en 1970, habías sido el autor de un pasodoble de éxito, “Cántame un
pasodoble español”, creado para la revista de la artista folklórica Lolita
Sevilla “Un pasodoble español”.
“Yo
le decía siempre ‘Tony, nos vas a enterrar a todos’
y él respondía ‘que Dios te
oiga’”
(Imanol
Arias)
En 2001 volvías a la pequeña pantalla a través del quiosquero Cervan de la
serie “Cuéntame cómo pasó”.
“Entrar
en las casas es una de las cosas más peligrosas que hace la televisión… Noto que
los españoles me quieren, que la gente se emociona conmigo hasta cuando voy al
médico”
En
1980 obtuviste la Medalla al Mérito del Trabajo, en 1994 el Goya Honorífico, en
1998 el Goya al mejor actor de reparto por “Torrente, el brazo tonto de la ley” y en 2002 la Medalla de Oro al Mérito en
Bellas Artes.
Y
en Enero de este 2012 que ahora acaba, desvelabas a ABC tu carta para los Reyes
Magos: “Salud, paz y trabajo para todos. Para mí no, que ya soy muy mayor.
Sería una tontería, aunque bueno, las tonterías me han llevado donde he
llegado”
“Yo
no soy importante porque no tengo enemigos importantes.
Eso sí, mi corazón no
para, está en constante monólogo”
El
gran Tony Leblanc. En las historias de la radio, en las historias de la
televisión… Y en la historia del cine y del teatro.
No
te diré adiós, Tony, ni siquiera te diré hasta siempre. Te diré hasta la
próxima. Porque sé que sabes que tú y yo volveremos a quedar, una y mil veces,
a través de tus películas, a través de tus genuinos personajes, a través de tus
maravillosas interpretaciones…
Pero
sí te quiero dar las gracias, y de todo corazón. Gracias por tu enorme profesionalidad,
por tu inigualable sentido del humor, por regalarnos escenas cinematográficas maravillosas
junto a Pepe Isbert, otro grande. Gracias por tu naturalidad y tu incomparable gracia. Gracias por la escena de la estampita. Por formar en la gran pantalla una pareja de lujo con Concha Velasco. Por compartir, en esa misma pantalla, momentos únicos con José Luis Ozores, con José
Luis López Vázquez, con Manolo Gómez Bur, con Antonio Ozores, con Antonio Garisa…
Y sobre todo, gracias por ser Tony Leblanc, no se te podía haber ocurrido mejor personaje.
Y sobre todo, gracias por ser Tony Leblanc, no se te podía haber ocurrido mejor personaje.
“Que
nadie se preocupe cuando me muera,
nací para quitar las preocupaciones”
(TONY
LEBLANC)