Era un director favorito entre las estrellas de Hollywood. Y él de ellas decía: "Las estrellas son como un pura sangre. Es un poco más peligroso con ellos. Son más irritables. Uno tiene que ser cuidadoso, porque uno puede ser despedido. Pero si ellos hacen, lo que mejor hacen - sea lo que fuere lo que los hace estrellas - es realmente interesante".
Sydney Irwin Pollack nació el 1 de julio de 1934 en Lafayette (Indiana). De familia judía de inmigrantes rusos, dejó su hogar de infancia, South Bend, a los 17 años. Y en lugar de dedicarse a la odontología, como quería su padre, se fue a Nueva York para prepararse como actor en una prestigiosa escuela, la Neighborhood Playhouse School of Theather. Con el tiempo, Sanford Meisner, su maestro en dicha escuela, le pidió que enseñara junto a él.
En 1962, aún como actor, coincidió con Robert Redford en "War hunt", primera intervención en la gran pantalla para ambos. Se fue creando entre ellos una estrecha amistad (según Redford eran espíritus afines) que perduró hasta la muerte del director. Pollack dijo en una ocasión que el estupendo Robert Redford le sirvió siete veces de protagonista, entre otras tantas estrellas, porque lograba contener el dolor mejor que todos. Y añadía de él: "No quería ser el típico guapo, el niño mimado. Pero es que, es tan guapo..."
El periodista Scott Holleran le preguntó en una ocasión por qué en sus historias de amor los protagonistas nunca acababan juntos. Pollack dijo: "No tiene que ver con lo que creo, sino con lo que me parece más efectivo en un drama: las historias de amor que no nos dejan en paz son sobre oportunidades perdidas". Y añadió: "No me importa que sea un thriller o una comedia, porque un argumento siempre es una historia de amor para mí: el conflicto entre dos personas que desearían no ver el mundo de manera diferente".
El jazzista y compositor Dave Grusin fue otro elemento importante en la filmografía como director de Sydney Pollack. Entre 1974 y 1999 llegaron a trabajar conjuntamente en nueve ocasiones. Grusin puso música a las imágenes de Pollack en tres décadas distintas: "Yakuza", "Los tres días del cóndor", "Un instante, una vida" y "El jinete eléctrico" en los 70, "Ausencia de malicia" y "Tootsie" en los 80 y finalmente, en los 90, "Habana", "La tapadera" y "Caprichos del destino". En palabras del director: "Grusin daba sentido a escenas que sin la música serían difíciles de entender. Era como subrayar una serie de palabras en un texto para que la gente se fijara más en ellas". Yo, que soy absolutamente grusiniana, corroboro estas acertadas palabras.
Tras unos años alejado de la gran pantalla, Sydney reapareció en 1995 con "Sabrina y sus amores", discreta adaptación de la célebre película de Billy Wilder, y cuatro años después con "Caprichos del destino", una nueva historia romántica con el inconfundible "sello Pollack". En estas dos cintas el protagonista era Harrison Ford, que a mí también me vale. Y mucho.
Sydney Pollack fue nominado en 1969 al Oscar como director por "Danzad, danzad, malditos", también premiada en los festivales de Cannes, Bruselas y Belgrado. Con "Tootsie" consiguió 10 candidaturas a los Premios de la Academia (sólo lo logró Jessica Lange como mejor actriz secundaria). También reunió otras tantas nominaciones a lo largo de su extensa carrera.
Pero tan sólo obtuvo el Oscar a la mejor película y mejor dirección en 1986 por "Memorias de África". Y en 2002 fue distinguido en el Festival de Cine de Locarno (Suiza) con un Leopardo de Oro Honorífico a su trayectoria.
Su papel como agente de Dustin Hoffman en "Tootsie" marcó su regreso a la interpretación tras 20 años de no estar frente a las cámaras. Ha intervenido como actor en un gran número de producciones antes, durante y después de dedicarse a la dirección. Le gustaba aparecer en pantalla, y lo hacía estupendamente. Y en muchas de sus intervenciones dejaba entrever su gran sentido del humor a través de sus personajes.
Incluso apareció también como actor en la pequeña pantalla en series hoy tan conocidas como "La hora de Alfred Hitchcock" o "The Twilight Zone" y, más recientemente, mostrándonos su enorme "vis cómica", en un episodio de "Frasier" y en cuatro de "Will y Grace", donde interpretaba al divertido padre del protagonista.
Sydney Pollack nos dejó el 26 de Mayo de 2008, hoy hace un año. En cierta ocasión refería que no hubiera podido hacer todo lo que hizo si hubiera nacido en otro tiempo, si su generación no hubiera idolatrado a los cineastas europeos de las nuevas olas o si los estudios hubieran sido en ese entonces las multinacionales torpes que ahora son.
Yo desde aquí, Sydney, te doy las gracias como cineasta y como persona. Como cineasta por habernos dejado esas maravillosas historias, tan humanas y tan bien contadas. Como persona por habernos hecho también reir con tus genuinas interpretaciones, en la gran pantalla y en la pequeña. Y por ser tan simpático y tan buena gente.
Gracias por haber sabido trasladar el romanticismo de clásicos como "Cumbres borrascosas", "Breve encuentro" o "Casablanca" a un tiempo más moderno con "Tal como éramos", "Habana" o "Caprichos del destino". Gracias también por haber elegido a Robert Redford como tu héroe romántico. Comparto contigo aquello de "es que es tan guaaapo..."
Gracias por "El jinete eléctrico" y por "Las aventuras de Jeremiah Johnson", dos verdaderos cantos a la Naturaleza y a todos los valores fundamentales que perdemos fuera de ella. Y por pedirle a tu "espíritu afín" (qué suerte para ambos) que interpretara a sus dos protagonistas.
Y, por encima de todo, gracias por "Memorias de África". Por elegir al más guapo, a Meryl Streep y a Klaus María Brandauer. Por la dirección, por la música, por la fotografía, por el montaje... Y por la maravillosa historia.
Yo tenía una granja en África...