“Todos nosotros somos gente
civilizada, lo cual significa que somos salvajes de corazón pero que somos
capaces de observar unas pocas normas de conducta civilizadas”
(Tennessee Williams)
Blanche Dubois llega a Nueva York y, tras coger un tranvía
llamado Deseo y cambiar a otro de nombre Cementerio, se instala en el
apartamento de su hermana Stella y su cuñado Stanley Kowalski…
Tras ser presentada en el Festival de Venecia, "Un tranvía llamado deseo" (A streetcar named desire) se estrenaba el 18
de Septiembre de 1951.
Magistralmente dirigida por Elia Kazan, esta producción de
Charles K. Feldman para la Warner Brothers contaba además con un exquisito
guión firmado por Tennessee Williams y Oscar Saul que estaba basado en la obra
homónima del primero.
Harry Stradling, Sr., ya reconocido director de fotografía
de títulos como “Pygmalion” o “La posada de Jamaica”, dejaba también su
impecable huella en “Un tranvía llamado deseo”.
Y la calidad de la película se redondeaba con la lograda
banda sonora de Alex North, por aquel entonces nuevo en Hollywood pero ya con
un buen número de partituras para el teatro y el film documental a sus espaldas.
Pero la película venía precedida por la representación
teatral que se hizo de la obra de Tennessee Williams y que, también dirigida
por Elia Kazan, fue estrenada el 3 de Diciembre de 1947 en el Ethel Barrymore
Theatre con un total de 855 representaciones. Williams obtuvo por ella el
Premio Pulitzer, el Premio Donaldson y el Premio de los Críticos de Teatro de
Nueva York.
Cuando la Warner Brothers decidió llevar a la gran pantalla
“Un tranvía llamado deseo” pensó, lógicamente, en Elia Kazan como director de
la misma.
Sin embargo, Kazan ya había tenido bastante con la obra y no
quería responsabilizarse de su versión
cinematográfica. Tan sólo la tenaz persuasión de Tennessee Williams logró
convencerle de que era el director idóneo para llevar esta obra a la gran
pantalla.
Para el reparto de la película, Elia Kazan decidió contratar
a la mayoría de los actores que había dirigido en los escenarios de Broadway.
Contó así con tres de los actores principales (Marlon Brando, Kim Hunter y Karl
Malden) y con cuatro de los actores secundarios.
La actriz Jessica Tandy había representado el papel de
Blanche Dubois en la obra teatral dirigida por Elia Kazan. Sin embargo, la Warner
Brothers no la quería para la película porque querían que la actriz principal
fuera ya una estrella bien reconocida.
Y, tras desechar a Olivia de Havilland por el elevado
salario que pedía, Vivien Leigh se convirtió en la actriz más apropiada con el
hecho añadido de haber dado vida a este mismo personaje en las representaciones
que se hicieron de esta misma obra en Londres.
Vivien llegaba al rodaje de la película con su papel bien
aprendido, pero tal y como la había dirigido en la obra teatral su entonces
marido Laurence Olivier. Y esa Blanche Dubois no era exactamente la que quería
Elia Kazan.
Cineasta y estrella llegaron, sin embargo, a un mutuo acuerdo
cuyo fruto fue una de las mejores interpretaciones en la carrera de Vivien
Leigh.
“Vivien se habría revolcado sobre
trozos de vidrio si hubiera podido servir para mejorar su interpretación. Me
gustaba mucho… y francamente me sentí muy feliz cuando consiguió el Oscar, ya
que yo estaba convencido de que se lo merecía”
(Elia Kazan)
Marlon Brando era la elección lógica para el personaje de
Stanley Kowalski debido al gran éxito que había conseguido con su magnífica
representación en Broadway.
“Kowalski siempre tenía razón y
nunca tenía miedo. Nunca vacilaba ni dudaba de sí mismo. Su ego desbordaba
seguridad. Y tenía esa agresividad brutal que yo odio. Me da miedo. Detesto al
personaje”
(Marlon Brando)
Brando, por su parte, intentaba borrar de la mente del
público la identificación que de él habían hecho con su personaje teatral.
Muy afortunadamente para la historia del cine, John Garfield
rechazó la oferta de interpretar a Kowalski en la gran pantalla porque no
quería ser eclipsado por la protagonista femenina.
Y así fue como el papel volvió a Brando, quien finalmente accedió
a interpretarlo en lo que sería su segundo título para la gran pantalla tras
debutar a las órdenes de Fred Zinnemann en “Hombres”.
“Es exactamente el personaje que me
hubiera gustado crear. Tómenselo como una presunción mía o bien como un
homenaje, pero es cierto que cada uno de sus gestos, todo lo que hace, responde
a las coordenadas del personaje que tengo en mi cabeza. Brando se convirtió en
el mejor Stanley Kowalski que yo podía esperar”
(Tennessee Williams)
Y yo totalmente de acuerdo con Tennessee Williams. El Stanley
Kowalski de Marlon Brando es, por derecho propio, una de las mejores interpretaciones
cinematográficas de la historia. Sencillamente magistral.
Kim Hunter daba vida maravillosamente en la gran pantalla,
al igual que en la obra teatral, a Stella, la hermana de Blanche. Rostro
conocido desde su debut en el cine en 1943, la actriz llevaría luego a cabo una extensa
carrera en la gran y pequeña pantalla.
Curiosamente, el otro papel por el que será siempre recordada Hunter no es otro que el de la doctora Zira de la saga de “El planeta de los simios”.
Y un extraordinario Karl Malden en el papel de Mitch
completaba el cuarteto de protagonistas de esta historia. Malden había debutado
en la gran pantalla en 1936 y llevaba ya a sus espaldas títulos como “13 Rue
Madeleine”, “El beso de la muerte”, “El pistolero” o “Situación desesperada”.
Tras su participación en la obra teatral de “Un tranvía
llamado deseo” redondeó su éxito personal con una interpretación antológica en
la película. No en vano se convertiría con el tiempo en uno de los mejores
actores americanos de todos los tiempos.
En el verano de 1950 se iniciaba el rodaje de la versión
cinematográfica de la obra de Tennessee Williams. Rodaje que comenzó con un
enfrentamiento entre Marlon Brando y Karl Malden, quien acusaba al primero de
hacer todo lo posible por robarle los pocos momentos de protagonismo que tenía.
Y aunque en un principio Vivien y Marlon no se
aceptaron mutuamente en sus respectivos papeles, pronto se hicieron amigos
trabajando sin problemas junto al resto del elenco.
De hecho, Brando llegó a cenar una noche con ella y
con Laurence Olivier, que se encontraba también entonces en Hollywood rodando
“Carrie” a las órdenes de William Wyler.
En la primera colaboración cinematográfica de Elia Kazan con
Tennessee Williams (en 1956 volverían a trabajar juntos en “Baby Doll”), los
censores del Código de Producción exigieron 68 cambios en el guión
cinematográfico con respecto a la obra teatral. Otros tantos recortes pidió la
Legión Católica de la Decencia.
En sus memorias, Tennessee Williams escribía que le gustaba
la película, pero que había sido empañada por ese “final de Hollywood”.
"Un tranvía llamado deseo” fue galardonada con 4 Premios Oscar:
mejor actriz (Vivien Leigh), mejor actriz secundaria (Kim Hunter), mejor actor
secundario (Karl Malden) y mejor dirección artística (Richard Day y George
James Hopkins).
Y fue también nominada en otras 8 categorías: película,
director, actor (Marlon Brando, el galardón se lo llevó Humphrey Bogart por “La
reina de África”), guión, fotografía, diseño de vestuario, sonido y banda sonora.
Los Globos de Oro premiaron también a Kim Hunter como mejor
actriz secundaria y nominaron a Vivien Leigh como mejor actriz principal.
Y los británicos Premios Bafta otorgaron a Vivien Leigh el
premio a la mejor actriz y nominaron también a la película.
En el Festival de Venecia, Elia Kazan recibió el Premio
Especial del Jurado por su magistral dirección y Vivien Leigh recibió el Volpi
Cup a la mejor actriz. Kazan fue también nominado al León de Oro en este
certamen.
“Un tranvía llamado deseo” es una auténtica obra maestra del
cine con todos los ingredientes necesarios para ello. Una impecable dirección,
una magistral fotografía, una banda sonora inolvidable, un excepcional guión
con un más que exquisito texto…
Y cuatro actores de lujo que forman, sin ninguna duda, uno
de los mejores repartos cinematográficos de toda la historia del cine.
“La verdad es que al menos para mí,
Blanche y su creador eran intercambiables: compartían la misma sensibilidad, la
misma inseguridad, la misma melancólica lujuria”
(Truman Capote)