viernes, 21 de diciembre de 2012

Blancanieves y los siete enanitos

“Si tienes un sueño y crees en él,
tienes el riesgo de que se convierta en realidad”

A principios de la década de los años 30, Walt Disney proyectaba su primer largometraje a través de la adaptación cinematográfica del libro de Lewis Carroll “Alice’s adventures in Wonderland”, largometraje en el que la actriz Mary Pickford sería la protagonista y el resto  sería completado por dibujos de los artistas del estudio de animación de Walt. Este proyecto, sin embargo, tuvo que ser abandonado al anunciar la Paramount la adaptación cinematográfica de este mismo libro con Gary Cooper, Cary Grant y W.C. Fields en el reparto.


Tras descartar otros dos proyectos más, Disney se decidió finalmente por los hermanos Grimm y su popular cuento “Blancanieves”, historia ésta que el propio Walt había visto a toda pantalla en 1916.

“Vi a Marguerite Clark en “Snow White” cuando era repartidor de periódicos en Kansas City y la película me dejó tan impresionado que, seguramente, influyó en mi decisión para usar el cuento de hadas de Grimm cuando me planteé hacer un largometraje animado”


Y así comenzaba Disney a trabajar en este proyecto con un pequeño pero selecto equipo que él mismo coordinaba. Un pequeño grupo de guionistas y animadores guiados por Don Graham, ilustre profesor de dibujo que les enseñó, entre otras muchas cosas, la enorme ventaja de plasmar la acción animada a través de modelos reales. Según aumentaba la complejidad del proyecto, Disney iba añadiendo personal al equipo, hasta que finalmente se encontró involucrado todo su estudio.

Una noche de 1934, después de cenar, volvimos al estudio para trabajar, y Walt nos llamó a cuarenta de nosotros al pequeño estudio de grabación. Nos sentamos todos en sillas plegables, se apagaron las luces, y Walt se pasó las cuatro horas siguientes contándonos la historia de Blancanieves y los siete enanitos. No sólo contaba la historia, sino que interpretaba a cada uno de los personajes, y cuando llegó al final nos dijo que iba a ser nuestro primer largometraje. Fue un gran impacto para todos nosotros porque sabíamos lo difícil que era hacer un corto de dibujos animados. Iba a hacer algo que ningún otro estudio había intentado jamás, pero la excitación que sentía por Blancanieves nos la contagió a todos
(Ken Anderson, animador del Estudio Disney)


Maravillosamente dirigida por David Hand, “Blancanieves y los siete enanitos” basaba su encantadora historia en “Blancanieves” (Schneewittchen), el precioso cuento de hadas de los ilustres hermanos Wilhelm y Jacob Grimm.


La mágica historia de Blancanieves era magistralmente acompañada por la música y canciones que firmaban Leigh Harline, Frank Churchill y Paul Smith. Un total de 25 canciones de las que finalmente tan sólo se utilizaron ocho.

“Hay un enorme poder en la música. Podéis proyectar cualquier película de éstas y será aburrida y pesada, pero si la acompañáis con música tendrá una vida y una vitalidad que no podría recibir de ningún otro modo”



Como modelo del personaje de Blancanieves se pensó en un primer momento en la actriz Janet Gaynor, pero ésta rechazó la oferta así que fue elegida en su lugar una bailarina de dieciocho años llamada Marjorie Celeste Belcher, quien con el tiempo se convertiría en Marge Champion y formaría con Gower, su marido, una de las más famosas parejas de baile del musical americano de los años 40 y 50.




Para la voz de Blancanieves se le hizo una prueba a la mismísima Deanna Durbin quien, sin embargo, no fue escogida por considerar Disney su voz demasiado madura.



Y así le llegó la oportunidad a Adriana Caselotti, actriz y cantante estadounidense que provenía de una familia del mundo de la ópera. Para nosotros, Blancanieves fue Amparo Garrido. Y Lupita Pérez Arias en sus canciones.

La Reina debía ser una mezcla entre Lady Macbeth y el Lobo Feroz. Y con algún rasgo a lo Joan Crawford.

“Su belleza es siniestra, madura, con numerosas curvas. Se vuelve fea y amenazadora cuando está tramando algo o mezclando sus pócimas. Los fluídos mágicos la transforman en una horrenda bruja. Sus diálogos y acciones son melodramáticos en exceso, casi ridículos”


Para la voz de la Reina fue elegida Lucille La Verne, legendaria actriz estadounidense de la escena. Y de los primeros años cinematográficos desde 1915, con títulos en su filmografía como “Polly of the circus”, “Las dos huérfanas”, “Hampa dorada”, “Mientras París duerme” o “Historia de dos ciudades”.


Éste fue el último trabajo a toda pantalla de La Verne quien, con 64 años, también le prestó su voz al personaje de la malvada Bruja. Y es que, en su sesión de grabación para el personaje de la Reina, Lucille fue informada por los animadores de que andaban buscando otra voz, también mayor pero más áspera, para la vieja bruja. Laverne salió entonces de la cabina de grabación y, volviendo a los pocos minutos, les ofreció a los animadores una voz perfecta de vieja bruja. Cuando ellos le preguntaron cómo lo había hecho, Lucille contestó: “Oh, sólo me quité los dientes”.

Nosotros escuchamos a la Reina y a la Bruja a través, respectivamente de Rosario Muñoz Ledo y Carmen Donna-Dío.

El Príncipe debía ser un tipo a lo Douglas Fairbanks. Como voz fue escogido Harry Stockwell, cantante estadounidense que consiguió su mayor fama a través de este príncipe de cuento de hadas. Bueno, y por ser el padre de Dean Stockwell, guapísimo actor infantil de clásicos como “Levando anclas”, “La barrera invisible” o “Kim de la India” y de otros títulos, ya de adulto, como “Larga jornada hacia la noche”, ”París, Texas” o “Terciopelo azul”.

Para nosotros, el Príncipe fue Jorge Lagunes.


Walt Disney sabía que si bien el dibujo plano funcionaba perfectamente en un corto de ocho o diez minutos, no era suficiente para un largometraje ya que éste precisaba conseguir el efecto de la tridimensionalidad. Así que encargó a William Garity, jefe del Departamento Técnico del estudio, el desarrollo de una cámara, la Cámara Multiplano, capaz de sugerir profundidad de campo gracias a un ingenioso sistema de superposición de cinco láminas filmadas en un mismo plano.

La atmósfera del Estudio rebosaba creatividad, una unión de muchas mentes y talentos. Creamos toda una serie de personajes de la nada. Insuflamos vida a los dibujos. Ya no era necesario recurrir a actores para hacer que las figuras de dibujos animados tuvieran éxito. A partir de nuestra imaginación creamos espontaneidad fotograma a fotograma
(Wolfgang Reitherman, animador del Estudio Disney)


Para diseñar a los siete enanitos de la historia, los animadores utilizaron dibujos de artistas europeos como Theodor Kittelsen, John Bauer, Ugo D’Orsi, Arthur Rackman y Hermann Vogel.

“Sabíamos que los siete enanitos eran un valor seguro para nuestra película, ya que podíamos dotarlos de un humor ilimitado, no sólo en cuanto a su apariencia física, sino en cuanto a sus peculiaridades, personalidades, voces y movimientos. Además, como gran parte de la acción tenía lugar en la casita del bosque y en sus alrededores, nos dimos cuenta de que era una gran oportunidad para introducir a atractivos pajarillos y animalitos como los que ya habíamos utilizado con éxito en el pasado”

Al principio, andábamos por los pasillos moviendo la cabeza y murmurando ‘siete’. Era la primera vez que habíamos tenido que dibujar a siete individuos distintos a la vez. Si había que llevar a cabo algo tan simple como hacer que los enanos andaran hacia atrás, había que hacerlo de manera distinta con cada uno. Y bien, ¿cuántas maneras hay de andar hacia atrás? Haces los cuatro primeros, y los haces estupendamente, y a continuación llegas a Sneezy y se te han acabado las ideas. Era un problema
(Frank Thomas, animador del Estudio Disney)


Se asignó Grumpy a Vadlimir Tytla porque Tytla era un hombre gruñón, y quienquiera que hiciera a Happy seguro que era una persona feliz. Walt lo tenía todo muy pensado
(Joe Grant, animador del Estudio Disney)

Todos los países donde fue traducida la película tenían su propio conjunto de nombres para cada uno de los siete enanitos. Incluyendo Alemania, país de origen de este cuento de hadas aunque, curiosamente, en el cuento original de los hermanos Grimm los enanos no tienen nombres distintivos.


Roy Atwell le prestaba su voz a Doc, en el original y en la versión latinoamericana, Sabio para nosotros. Atwell era actor de cine desde 1922, actor de teatro y radio, y también compositor. 

Nosotros escuchamos a Doc a través de Luis Manuel Pelayo.


Actor de la gran pantalla desde 1929, Billy Gilbert había aparecido ya en una serie de cortometrajes cinematográficos y otros tantos largometrajes como “Una noche en la ópera”, “Pobre niña rica”, “Capitanes intrépidos” o El ídolo de Nueva York“ antes de prestarle su voz a Estornudo (Sneezy en el original). Tras “Blancanieves y los siete enanitos”, Gilbert apareció también en otros clásicos cinematográficos como “Arizona”, “Luna nueva”, “El gran dictador”, “Levando anclas” o “Cinco semanas en globo”. Y fue también la voz de Willie, el gigante en “Mickey y las judías mágicas”, cortometraje de la Disney en el que la voz de Mickey Mouse era del mismísimo Walt.

A Estornudo le oímos nosotros a través de Dagoberto de Cervantes.


A Tímido (Bashful en el original) le prestaba su voz el actor Scotty Mattraw. En el cine desde 1924, año en el que debutó con “El ladrón de Bagdad”, Mattraw había aparecido ya en títulos como “Escándalos de 1935”, “Chicago” o “La mascota del regimiento” antes de formar parte de “Blancanieves y los siete enanitos”. Tras este título tan sólo intervendría ya en “Las uvas de la ira”.

Nosotros oímos a Tímido a través de José Manuel Rosario.

Feliz (Happy en el original) hablaba a través de Otis Harlan, desde 1915 en la gran pantalla y ya con infinidad de títulos cinematográficos entre los que se encontraban “El rey del Jazz” o “El sueño de una noche de verano”. Tras dejarnos su alegre participación en “Blancanieves y los siete enanitos”, Harlan también le prestó su voz a Mr. Mole, el simpático topo de “Bambi”.

A nosotros nos hablaba Feliz con la voz de Francisco Colmenero, quien también nos hacía de narrador.


Pinto Colvig les prestaba su voz a Gruñón (Grumpy en el original) y a Dormilón (Sleepy en el original). En la gran pantalla desde 1925, Colvig fue una voz ilustre en los estudios Disney, principalmente de Goofy y Pluto en infinidad de cortometrajes y de Oswald, the lucky rabbit en otros tantos. Pero Pinto también fue la voz del Sabio de ”Los tres cerditos”, de Aracuan Bird en “Los tres caballeros” y “Tiempo de melodía”, de Ichabod en “La leyenda de Sleepy Hollow”, de Maléfica en “La bella durmiente”… Y de los Munchkin de “El mago de Oz”, de Gabby en “Los viajes de Gulliver”, de Brutus en “Popeye” y de infinidad de voces adicionales en multitud de cortos animados. Qué maravilla.

Nosotros escuchábamos a Gruñón y a Dormilón gracias a Rubens Medel y Juan Domingo Méndez, respectivamente.


Y de Mudito (Dopey en el original y Tontín en la versión latinoamericana) se encargaba Eddie Collins, quien también prestaba su voz a las ardillas de esta historia. Actor de la gran pantalla desde 1935 al que, tras “Blancanieves y los siete enanitos” pudimos ver también en otras películas como “Alexander’s Ragtime Band”, “El joven Lincoln”, “Corazones indomables” o “La venganza de Frank James”.




Los extraordinarios fondos de la película se complementaban a la perfección con los otros dibujos que llevaron a cabo los animadores del estudio inspirándose en diseños preliminares de otros grandes artistas como…




Albert Hurter




... o Gustaf Tenggren. Otros dos genios.

Sabíamos que estábamos haciendo un estilo de dibujos animados que jamás se había hecho anteriormente. Después de Blancanieves supimos que teníamos algo totalmente diferente de lo que nadie había intentado anteriormente"
(Ollie Johnston, animador del Estudio Disney)



Por su parte Ward Kimball, otro de los animadores, veía cómo sus dos secuencias principales (los enanos comiendo sopa y construyendo la cama para Blancanieves) eran retiradas del montaje final de la película para evitar alargar en exceso su metraje. Disney le compensó de este hecho dándole el personaje de Pepito Grillo en “Pinocho”, el siguiente proyecto del estudio.


Stuart Buchanan le prestaba su voz al arriesgado cazador de esta historia. Para nosotros el cazador fue Guillermo Romo.



Marion Darlington se ocupaba de dar voz a los pájaros de “Blancanieves y los siete enanitos”, tarea que llevó también a cabo en “Bambi”, “Pinocho” y “La Cenicienta”.


El compositor y arreglista Hall Johnson se hacía cargo de los coros que aparecían en la película. En el cine desde 1936, Johnson dejaría también su huella coral en “Dumbo” y en otros títulos cinematográficos como “Swanee River”, “Juan Nadie” o “Seis destinos”.


Y el Espejo Mágico hablaba a través de Moroni Olsen, en el cine desde 1935 y ya con títulos cinematográficos como “Annie Oakley”, “María Estuardo” o “La vida de Emile Zola”. Tras “Blancanieves y los siete enanitos”, Olsen intervino en otras películas como “Los tres mosqueteros”, “La llave de cristal”, “La canción de Bernadette", “Encadenados”, “Qué bello es vivir” o “Atila, rey de los Hunos”.

Guillermo Bianchi fue para nosotros el Espejo Mágico.


El animador Wolfgang “Woolie” Reitherman llegó a los Estudios Disney en 1933 y pronto se encontró trabajando en muchas de las Silly Simphonies de la época. Wolfgang participó en la escena de la construcción de la cama de Blancanieves que no llegó a aparecer en la película, pero también fue el animador del Espejo Mágico, incluídos efectos de humo, distorsión…Una auténtica maravilla.


Nacido en Munich, Reitherman nos dejó después como director títulos inolvidable como “101 dálmatas”, “Merlín, el encantador”, “El libro de la selva”, “Los aristogatos”, “Robin Hood”, “Los rescatadores” o los cortos clásicos de Winnie the Pooh. Qué lujo.


El 21 de diciembre de 1937 tenía lugar en Los Ángeles el estreno de  “Blancanieves y los siete enanitos” (Snow White and the seven dwarfs), magistral largometraje animado de Walt Disney Productions.

El público estaba tan absorto por la magia de lo que veía que aplaudía después de cada secuencia individual, como si estuviera en un teatro de verdad. No he vuelto a ver nada parecido desde entonces
(Wolfgang Reitherman)


En 1938 fue nominada en los Oscar a la mejor banda sonora. En esa misma ceremonia de 1938, Walt Disney recibía el Oscar al mejor cortometraje animado por esa obra de arte llamada ”The old mill” (El viejo molino).


Blancanieves y los siete enanitos” fue de nuevo estrenada, ya en toda América, el 4 de Febrero de 1938. Y en 1939 Walt Disney recibía por ella un Oscar Honorífico en forma de una estatuilla y otras 7 en miniatura de manos de Shirley Temple.

En esa misma ceremonia de 1939, también se le otorgaba a Disney el Oscar al mejor corto de animación por “Ferdinand, the bull”. De los otros cuatro cortos nominados en esta categoría, tres eran también de su estudio.


"Blancanieves y los siete enanitos" ha sido exhibida en más de sesenta países y en más de diez idiomas diferentes. En su primer año de exhibición, recaudó ocho millones de dólares y fue durante dos años la película más taquillera de la historia. 

“Son muchas las manos y los corazones
que contribuyen al éxito de una persona”
(Walt Disney)



3 comentarios:

miquel zueras dijo...

El primer largometraje de animación, todo un acontecimiento. En la mili tuve un sargento con un sentido del humor algo retorcido y nos ponía por megafonía el "Cantando al trabajaaar" cuando salíamos con picos y palas a cavar zanjas.
He visto en Youtube "Música en tu sopa" la escena suprimida que no había visto hasta ahora, es muy divertida. Besos. Borgo.

Pepe Cahiers dijo...

Algo ñoña ciertamente, pero mágica a pesar de todo.

Clementine dijo...

Muy simpático tu sargento, sí. A ver si me asomo yo a ese "Música en tu sopa" de youtube, Miquel, vi esa escena hace mucho tiempo en la tele y tengo buen recuerdo. Besos, Borgo.

¿Ñoña, Cahiers? Si acaso un poco cursi pero ni siquiera esto, es lo que daba la época. A mí me parece maravillosa toda ella, una verdadera obra de arte de la animación. Y, por supuesto, mágica.