En 1944, Frances, la esposa del productor Samuel Goldwyn, leía en la revista “Time” un artículo titulado “La vuelta a casa” que profundizaba en las sensaciones de trescientos setenta marines que volvían a su hogar tras permanecer veintisiete meses en el frente.
Al
contrario que su mujer, Goldwyn no tenía muy claro que este tema fuera el más
apropiado para llevarlo al cine en ese momento. Fue entonces cuando llegó a sus
oídos que MacKinley Cantor, escritor de cierto prestigio, autor de dos novelas
sobre la guerra civil norteamericana y corresponsal de prensa en Londres,
andaba buscando trabajo. Así que el productor le encargó al escritor un relato que
tomara como punto de partida el artículo de la revista “Time”. Kantor convirtió
el artículo en una novela corta en verso a la que llamó “Glory for me”.
Por
su parte, el director William Wyler había vuelto de la guerra repleto de dudas
sobre su país y sobre Hollywood. Le debía por contrato una película a Goldwyn y
este proyecto que se traía el productor entre manos le atrajo enormemente por
conectar a la perfección con sus experiencias personales en la guerra.
"La guerra ha representado para mí una escapada hacia la
realidad. En la guerra, el dinero no tiene ninguna importancia. Lo único que
cuenta son las relaciones humanas. Ni el dinero, ni la posición, ni siquiera la
familia. Solamente son importantes las relaciones con hombres que quizá dentro
de unas horas estarán muertos"
Producida
por Samuel Goldwyn para la Samuel Goldwyn Company, “Los mejores años de nuestra vida" (The best years of our lives) se estrenaba el 21 de Noviembre de 1946 en
Nueva York. Llevando ya tras de sí una inmejorable lista de títulos entre las que destacaban “Rivales”,
“Jezabel”, “Cumbres Borrascosas”, “El forastero”, “La carta” o “La loba”, William
Wyler firmaba magistralmente la dirección de esta película.
"Teníamos que ser honestos con el tratamiento y los
desenlaces de las tres historias porque sabíamos que millones de veteranos
verían la película. Lo difícil era que no podíamos dar soluciones para un solo
personaje, porque estos espectadores no se sentirían identificados y quiza se decepcionarían"
Robert E. Sherwood, multifacético escritor galardonado en cuatro ocasiones con el
premio Pulitzer y autor de obras teatrales como “El puente de Waterloo” o “El
bosque petrificado”, daba forma de guión cinematográfico a la novela de Kantor
de manera impecable.
La
película se completaba en su parte técnica con la banda sonora de Hugo
Friedhofer, compositor californiano que ya nos había dejado su huella musical
en títulos hoy tan clásicos como “El signo del Zorro”, “Naúfragos”, “La mujer del
cuadro” o “Gilda”, y con un acertado montaje a cargo de Daniel Mandell, quien ya
había trabajado anteriormente con Wyler en “Esos tres”, “Calle sin salida”,
“Cumbres Borrascosas”, “El forastero” y “La loba”.
Y
redondeando la perfección de la cinta, una excepcional fotografía firmada por Gregg
Toland quien, habiendo iniciado su carrera cinematográfica en 1926, incluía en
su filmografía títulos en común con William Wyler como “Esos tres”, “Rivales”,
“Calle sin salida”, “Cumbres Borrascosas”, “El forastero” o “La loba”.
“Los
mejores años de nuestra vida” cerraba su inmejorable trabajo conjunto con el genial
director. Tristemente, en 1948 Gregg Toland nos dejaba a la prematura edad de 44 años.
Fredric
March era elegido para dar vida a Al Stephenson, uno de los tres veteranos de
guerra de esta historia. Debutando en la gran pantalla en 1921 como extra en
“The great adventure”, Fredric era bien conocido ya por el espectador
americano gracias a títulos como “El hombre y el monstruo”, “Una mujer para
dos”, “Las vírgenes de Wimpole Street”, “Ana Karenina”, “María Estuardo”, “Ha
nacido una estrella”, “La reina de Nueva York” o “Me casé con una bruja”.
Milly
Stephenson, la esposa de Al en esta historia, venía interpretada por la siempre
correcta Myrna Loy. Myrna debutó en el cine en 1925 con “What price beauty?”, participando
después en otro título mudo, “Ben Hur”, y
en el primero sonoro, “El cantor de jazz”. El público americano ya la había
visto en “Un yanqui en la corte del rey Arturo”, “La cena de los acusados”, “Estrictamente
confidencial”, “El gran Ziegfeld”, “Piloto de pruebas” o “Vinieron las lluvias”
antes de compartir con ella la historia que nos contaba “Los mejores años de
nuestra vida”.
Y
Teresa Wright daba vida a Peggy, la encantadora hija de Al y Milly. Wright
llevaba tan sólo cinco títulos en su filmografía pero todos ellos de singular
importancia. Precisamente fue William Wyler quien la dirigió en su debut
cinematográfico en “La loba” (1941) título al que seguiría, con el mismo
director, “La señora Miniver”. Después trabajó a las órdenes de Alfred Hitchcock
en “La sombra de una duda” para continuar con “El orgullo de los yanquis” y
“Casanova Brown”, ambas a las órdenes de Sam Wood y con Gary Cooper como
compañero de reparto. Buen comienzo cinematográfico para una de las actrices
con más encanto de la gran pantalla.
“Yo
lo único que quiero es un buen trabajo, con un futuro decente y una casita mona
para mi mujer y para mí. Sólo con que me den eso ya estoy rehabilitado...”
Dana
Andrews daba vida a Fred Derry, el
segundo de los veteranos de la película. Andrews llevaba
en la gran pantalla desde 1940, donde debutó en “Lucky Cisco Kid”, película a
la que siguieron “Incidente en Ox-Bow”, “Bola de fuego”, “Aguas pantanosas”,
“El forastero”, “La ruta del tabaco”, “Laura” o “¿Ángel o diablo?”.
Y
Virginia Mayo interpretaba a Marie, la mujer de Fred. Virginia tan sólo llevaba
tres años en el cine y su papel en esta película era hasta la fecha el más
dramático, ya que anteriormente había compartido cartel con Danny Kaye en
“Rumbo a Oriente”, “Un hombre fenómeno” y “El asombro de Brooklyn” y con Bob
Hope en “La princesa y el pirata”.
Harold
Russell daba vida al tercero de los soldados, Homer Parrish. Harold fue descubierto
por William Wyler en “Diario de un sargento”, una película del ejército en la que Russell aparecía como un soldado herido y posteriormente rehabilitado.
Russell no tenía ninguna experiencia en el mundo de la
actuación, así que Goldwyn le hizo tomar clases de interpretación a espaldas de
William Wyler quien, al enterarse, le obligó a cancelarlas. Wyler no le había elegido para que actuara
sino para que hiciera de sí mismo. Consiguió de él una maravillosa creación de
su personaje.
Cathy O’Donnell llevaba tan sólo un año en la gran
pantalla (en la que había debutado como extra en “Un hombre fenómeno”) cuando
fue elegida para dar vida a Wilma, la novia de Homer. Tres años después, O’Donnell se convertía en la protagonista
del clásico de Nicholas Ray “Los amantes de la noche” y en 1959 en Tirzah, la hermana de Ben-Hur, dirigida de nuevo por William Wyler.
Butch
Engle, tío de Homer y dueño del bar donde se reunían los tres protagonistas,
nos llegaba a través de Hoagy Carmichael. Cantante, pianista y compositor (nos
dejó temas tan maravillosos como “Stardust” o “Georgia of my mind”), Carmichael
ya había aparecido antes como actor en otro título mítico del cine clásico: “Tener
y no tener”.
Completaban el magnífico reparto una espléndida Marlene Aames en
el papel de Luella, la hermana pequeña de Homer, Gladys George y Roman Bohnen como el matrimonio Derry, y Ray Collins como el
señor Milton.
Entre otros muchos premios y nominaciones, “Los mejores
años de nuestra vida” obtuvo un total de 7 Premios Oscar: película, director,
actor (Fredric March), actor secundario (Harold Russell), guión (Robert E.
Sherwood), montaje (Daniel Mandell) y banda sonora (Hugo Friedhofer). Y fue
también nominada en la categoría de mejor sonido.
A Harold Russell le fue entregado, además, un Oscar
honorario “por transmitir esperanza y coraje a sus veteranos compañeros a
través de su aparición en ‘Los mejores años de nuestra vida' ".
También obtuvo el británico Premio Bafta a la mejor
película. Y un Globo de Oro a la mejor película y un Premio Especial, en la misma ceremonia, para Harold
Russell “a la mejor actuación no profesional".
Para conseguir una mayor veracidad, Wyler exigió que el
film se rodase en blanco y negro. Además le pidió a la diseñadora de vestuario
que no creara ningún modelo especial y a los actores que fueran ellos mismos a
unos grandes almacenes a comprar la ropa que encajase mejor con sus personajes
y las llevasen durante algunos días para que pareciesen usadas. También
consiguió que llevasen el mínimo maquillaje.
En el primer año de exhibición, y tan sólo en Estados Unidos, “Los mejores años de
nuestra vida” recaudó diez millones de dólares, colocándose en segundo lugar
tras “Lo que el viento se llevó”. Las críticas fueron unánimemente elogiosas y estamentos militares, políticos y religiosos de casi todo el mundo reaccionaron favorablemente.
Y lo más importante para William Wyler, se produjo una
absoluta identificación de muchos veteranos con el film que “tuvo un
efecto cicatrizante sobre las consecuencias de la guerra".
Al huraño eremita Cahiers
y a los inmejorables años
de su singular guarida
10 comentarios:
Muchas gracias por su amable dedicatoria. Es curioso, pero esta película ya me gustaba desde que era pequeño y la veía en sus respectivos pases por la pequeña pantalla. No se, me transmitía algo que entonces no identificaba y que ahora se que es honestidad. Ahora me sigue emocionando esa honestidad a la que sumo la magnífica historia, la espléndida dirección, la fotografía de un maestro y unos actores implicados hasta la médula. Insisto, muchas gracias por dedicarme la mejor película de mi vida, y supongo que también de la de muchos.
De nada, Cahiers, ha sido todo un placer dedicarte esta indiscutible obra maestra del cine. Porque ésta sí que es una obra maestra, lo tiene todo y todo de una calidad superior. William Wyler, desde luego, sabía lo que estaba haciendo. Un beso, huraño eremita.
Recuerdo verla también de pequeño, en Sábado Cine, y desde entonces la habré disfrutado una media docena de veces. Es una película con grandes, grandes momentos que uno recuerda siempre (spoiler) desde ese principio, con los protagonistas esperando un vuelo que pueda llevarlos a casa, la estupenda escena de cuando March sorprende a Mirna Loy en su llegada, y esos portentosos minutos que retratan al personaje de Dana Andrews, en ese aeródromo de aviones abandonados, y la música que lo subraya todo...
estupenda, estupendísima entrada para una estupenda película de un estupendo director, del que por cierto, la que más me gusta es...Brigada 21.
Me ha gustado eso de (spoiler)... Yo también me la he visto muchas veces, Tirador, en Sábado Cine y en Lunes, Martes, Miércoles... me resulta irresistible, pero hacía ¿milenios? que no me la veía y me la puse la semana pasada... Pues casi que la disfruté más que nunca, es ¿portentosa? en todo.
Mi favorita de William Wyler, y mira que es difícil para mí elegir una sola de este director, será siempre "Cumbres Borrascosas" con esa historia taaaan romáaantica y tan bien contada, esa dirección, ese reparto, ese guión, esa música, esa FOTOGRAFÍA... creo que me toca verla otra vez, verás, verás.
Sin duda, una de las mejores películas de la historia del cine. Qué grande, Dana Andrews! Emocionante e inolvidable historia.
Sin duda, Marcos, una de las mejores. A mí en esta el que más me gusta es Fredric March, creo que hace el mejor papel de su carrera.
Una de las mejores películas de nuestra vida, sin ninguna duda. Yo tampoco podría decir las veces que la he visto. Siempre, desde la primera vez, me llegó especilmente el personaje de Teresa, tan encantadoramente encantador.
Preciosísimo post, Clementine
Gracias, Alicia. Una de las mejores películas de nuestra vida, sin duda. Aparte de que el personaje de Teresa en la historia ya es encantador, la actriz en sí tenía el don de hacer encantadores a sus personajes, tenía mucho ángel Teresa Wright.
Hace mucho que no veo está película y lo volveré a hacer aunque sólo sea por Teresa Wright.
Saludos.
Hola, Roberto. Y por Fredric March, Myrna Loy, Harold Russell, Dana Andrews... Es de esas películas que ya sólo el reparto te deja hipnotizado, es maravillosa. Un beso.
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