lunes, 3 de agosto de 2009

Los cuatro cocos

El Hotel de Cocoanut atraviesa uno de sus peores momentos. Su propietario y director, el señor Hammer (Groucho para los amigos), debe ya algunas semanas de paga a sus botones y demás empleados. Entre los pocos clientes del hotel, la millonaria señora Potter (cómo no, Margaret Dumont) es la única que paga sus facturas. Las pérdidas del negocio hotelero obligan a Hammer a vender parcelas de la finca. En ese momento, llegan al hotel dos personajes excéntricos (hablamos, claro, de Chico y Harpo) que, por supuesto, provocan un caos aún mayor en el establecimiento.

Este genuino argumento pertenece a la primera película de los hermanos Marx: Los cuatro cocos” (The cocoanuts), comedia musical producida por la Paramount y dirigida por Robert Florey y Joseph Santley. Estrenada el 3 de Agosto de 1929, hace hoy 80 años, fue uno de los primeros ejemplos de adaptación de una obra musical al nuevo medio, el cine.


Una vez alcanzada la consagración en Broadway, gracias al fulgurante éxito de su espectáculo “I’ll say she is!”, los hermanos Marx prosiguieron su carrera de triunfos en el escenario con “The Cocoanuts” y “Animal crackers”. La obra musical “The Cocoanuts” comenzó su andadura el 8 de Diciembre de 1925 en el Lyric Theatre de Nueva York. Con libreto de George S. Kaufman y maravillosas canciones de Irving Berlin, tuvo 276 representaciones y fue protagonizada por los cuatro hermanos Marx y Margaret Dumont.

A finales de Diciembre de 1928, en plena representación de “Animal Crackers”, los Marx recibieron una llamada de la agencia William Morris comunicándoles que la Paramount tenía interés en realizar una adaptación cinematográfica de “The cocoanuts”.


En principio, la oferta hecha por Adolph Zukor fue de 75.000 dólares por todo el conjunto, es decir, actores y libreto. Pero el siempre hábil negociador Chico consiguió que el presidente de la Paramount llegara a los 100.000 porque, según le explicó, la obra representaba toda una vida de dedicación al espectáculo, una vida puliendo y desarrollando su particular estilo de humor.

Morrie Ryskind fue el encargado de hacer unas sencillas adaptaciones al libreto, ya que lo que se pretendía era filmar el espectáculo tal cual fue representado en Broadway. Pero no fue tan simple como podría parecer para el productor ni para los directores. El film contó con dos directores distintos, asignados por el propio Zukor, de los que Groucho decía: “Uno de ellos (el francés Robert Florey) no entiende el inglés, y el otro (el antiguo director de baile Joseph Santley) no entiende la comedia”.


El mayor problema, sin embargo, consistió en lograr un sonido aceptable. “Los cuatro cocos” fue rodada en un teatro de Nueva York. Aún no existían los platós insonorizados y era necesario improvisar ingeniosas soluciones, como forrar las paredes con arpillera y construir cabinas donde meter las ruidosas cámaras y los artilugios para registrar los diálogos. Además, tuvo que ser rodada en las primeras horas de la mañana para reducir los ruidos del tráfico exterior. Entre otros pequeños trucos de ingenio, todos los papeles utilizados como accesorios en la película fueron previamente mojados. Esto permitía no sobrecargar el incipiente equipo de sonido con el ruido de papeles arrugándose.

Hubo muchas demoras durante la filmación y en su mayoría fueron debidas a las ausencias injustificadas de Chico en el set de rodaje. Se escapaba un rato a consultar con su corredor de apuestas o a jugar un par de manos de pinacle. Y si la cosa se ponía bien, se olvidaba de volver. El resto de hermanos tenían que salir en su busca. Y cuando, al fin, se lograba reunir a los cuatro y la cámara se ponía en funcionamiento, la filmación quedaba interrumpida porque a uno de los hermanos se le ocurría improvisar, lo cual provocaba la estruendosa carcajada de uno de los directores, carcajada que ahogaba cualquier otro sonido que debiera registrarse en la banda sonora. Se hacía entonces un descanso hasta la siguiente toma, y esto le daba a Chico oportunidad de escaparse de nuevo. Y, una vez más, los otros tres hermanos debían ir en su busca. Para resolver el doble problema hicieron que los directores se comunicasen con los actores, por señas, desde el interior de una jaula de vidrio insonorizada. Y después se resolvió lo de Chico. Le pusieron un teléfono para que pudiera llamar a su corredor de apuestas cuando quisiera sin tener que detener la producción.

Las primeras discusiones con producción surgieron a propósito del famoso bigote pintado de Groucho y su costumbre de hablar con los espectadores. El productor consideraba imprescindible para la película un bigote de pelo auténtico, y pretendía que Groucho no se dirigiera al hablar a la cámara como si se tratara del público. Se hizo necesario rodar una prueba y organizar un pase previo en cine para demostrar que el actor tenía razón. En el final de la película, los cuatro hermanos se saludan entre ellos para después saludar durante un buen rato a cámara, es decir, al público.


Acostumbrados durante años a moverse a sus anchas por los escenarios, para ellos representaba una tortura el tener que mantenerse dentro de los límites marcados con tiza en el suelo del plató, para no salirse de cuadro o evitar quedarse en sombras. El director de fotografía, George Folsey, explicaba : “En una secuencia tuvimos cuatro cámaras siguiendo a Groucho. Una de ellas le tenía en primer plano, cuando llamaba al botones. Éste no respondía y Groucho se agachó para meter la cabeza por el agujero de la mesa. El cámara lo perdió, claro. Cuando éste intentó picar la cámara hacia el suelo, aquél ya se había levantado”.

Los personajes de Chico y Harpo no tenían nombre en esta película. En los créditos aparecen como “Chico” y “Harpo”. En la representación en Broadway de la misma obra, Chico era llamado “Willy the wop” y Harpo “Silent Sam”. En una escena de la película, Harpo es referido como “Silent Red”. Sin embargo, la peluca roja de Harpo parece negra en pantalla. Esto le llevó a que en sus siguientes films utilizara una peluca rubia para que pareciera más luminosa.


En “Los cuatro cocos”, como ocurriría en sus posteriores películas, existen momentos autobiográficos de lo hermanos Marx, es decir, momentos basados en sus propias experiencias. Uno de ellos lo tenemos en la escena en la que Chico y Harpo deciden registrarse en el hotel:

GROUCHO: “Lo siento, no tenemos vacantes… Pero tenemos habitaciones”.
CHICO: “Muy bien, tomamos una habitación”.
GROUCHO: “¿Quieren una habitación?
CHICO: “No, tomamos una vacante”.

Esto hace alusión a un incidente que tuvo Groucho en un hotel americano. El letrero de la entrada decía “Free rooms”. Groucho se negó a pagar su estancia en dicho hotel alegando que “free” significa “gratis”. Lo cierto es que “free” también tiene en inglés otro significado: “libre”. El caso fue a juicio, y el juez le dio la razón a Groucho por considerar que el cartel era ambiguo y que el cliente se acogió al significado que más le convenía, significado por otra parte correcto. Desde entonces, los hoteles americanos cambiaron su cartel de “free rooms” por “vacant rooms".

Otro momento basado en una experiencia personal de los hermanos lo tenemos cuando Chico es interrogado respecto a la chaqueta que lleva:

MUJER: “¿Es su chaqueta? Pues no le sienta bien”.
CHICO: “Claro, me la hicieron a medida”.

Da la “casualidad” de que el padre de los hermanos Marx era sastre. Al menos, ejercía como tal (“No utilizaba el metro y se negaba a hacer patrones, de ahí que nunca tuviera el mismo cliente dos veces”). ”.

Paralelamente al rodaje de “Los cuatro cocos”, los Marx representaban “Animal Crackers” en el 44th Street Theatre, en Broadway, todas las noches y las tardes de los Miércoles y Domingos. La función terminaba tarde y, a pesar de que sólo rodaban cuatro días a la semana, madrugar para ir al plató era un suplicio añadido. Chico y Harpo, en especial, tenían la costumbre de dormirse en los camerinos entre plano y plano.

Groucho, Harpo, Chico, Margaret Dumont y Basil Ruysdeal, en el papel del detective, repetían los personajes que habían interpretado en el escenario. Pero Mabel Whithee y Jack Baker, los personajes musicales más importantes en la obra teatral, fueron sustituidos por Mary Eaton y Oscar Shaw, quienes incluso consiguieron que sus nombres figuraran en los carteles y en los títulos a la misma altura que los hermanos Marx.


El preestreno de “Los cuatro cocos” tuvo lugar el 23 de Mayo de 1929, en el cine Rialto de Times Square, Nueva York. Pero el resultado de la proyección no gustó a los hermanos Marx. No era lo que ellos esperaban. La copia no estaba en buen estado y el equipo de sonido del cine era muy deficiente. Intentaron comprar el negativo y destruirlo. Afortunadamente para nosotros, el estudio no aceptó. Una vez subsanados algunos defectos, el largometraje funcionó muy bien, recaudó más de dos millones de dólares y se convirtió en la película más taquillera de las producidas por el estudio en ese año.

Llegó a comentarse que si la recaudación había sido tan alta fue debido a que miles de espectadores vieron la película una y otra vez. Porque entre el mal sonido y las carcajadas del público no se enteraban de la mitad de los chistes. 


Los cuatro cocos” fue el inicio de una bonita amistad entre los hermanos Marx y el cine. Amistad que aún hoy perdura.

5 comentarios:

Wolffo dijo...

Fantástico, B., realmente fantástica esta entrada. Yo recuerdo (creo recordar, porque seguro que no era así) dos cosas que, de pequeño, me hicieron amar a los Marx:
- En una peli, no sé cual (la del contrato ese de la parte contratante y todo eso) en esa misma escena, creo, Groucho dice, o alguien le dice a Groucho, no sé (vaya memoria de mierda, ¿eh...?) algo como que "eso lo entendería hasta un niño de ocho años" (puede que fueran 6 o 5 o diez, no sé) Y no sé muy bien cómo se resuelve el gag, pero acaban mostrándole lo que sea que estuviera en discusión a un niño de 8 años. Vale, contado así no tiene ninguna gracia, pero si tú lo recuerdas (fijo que sí) lo podrás contar con más gracia.
- La otra fue que en casa estaba un libro suyo "Memorias de un amante sarnoso" con una viñeta humorístico-erótica en la portada que en las primeras páginas el propio Groucho reconocía que, como el título mismo del libro, no era más que un ardid para que los salidetes como yo picáramos y nos leyéramos el libro. Debo decir que aunque lo leí esperando encontrar más dibujos y pasajes "verdes", no me decepcionó en absoluto y me divirtió muchísimo leerlo. Y ya paro.
Un beso gordo, Bepunto y muchas gracias por este artículo.

¿Mari Puri yo? dijo...

¡Qué tío más geniales!! Pero creo que no debía ser nada fácil trabajar con ellos. Vamos, lo creo por esto que nos has contado, que yo no tengo información extra.
Muy interesante, muy ameno y muy bien contado, Mari Puri.

Clementine dijo...

La película de "la parte contratante", Wolffo, es "Una noche en la ópera". Te lo digo para que amplíes tu información sobre los Marx, que siempre es bueno. Escena antológica, por otro lado. El libro de "Memorias de un amante sarnoso" lo tengo, pero aún no lo he leído. Y lo haré, seguro, porque me declaro absolutamente marxiana.
Pues sí, Mari Puri yo, no debía ser fácil trabajar con ellos, o al menos debía ser muy desconcertante, porque improvisaban continuamente. Y si no, que se lo pregunten a Margaret Dumont.
Gracias a los dos por admirar a estos genuinos hermanos-genios.

Josemarx dijo...

Llego tarde a este foro, pero la dicha ese buena. Me reconozco como Marxista absoluto, fanático de Groucho, he leído sus sarnosas memorias, su Groucho y yo (o él), que me regalaron y devoré a la tierna edad de 10 años, sus guiones cinematográficos con Chico, "Las cartas de Groucho" (el más hilarante se sus libros porque es el más real, os lo recomiendo), etc.
Así que leer todas estas intrahistorias de su primera película me ha parecido una delicia. Y si Wolffo ama a los Marx desde niño, pues me quedo más contento.
De esa escena que mencionáis (la de la parte contratante), a mí me encanta un diálogo en el que Groucho aleja cada vez más el papel, como si fuera hipermétrope, y Chico le dice algo así (cito de memoria): "¿No sabe usted leer?" "Sí, pero no desde tan lejos". "Necesitaría unos brazos más largos". "¿No tendrá por ahí un chimpancé?".
Genialmente absurdos.

Clementine dijo...

Bienvenido siempre, Josemarx. Nunca es tarde. Y ya te echábamos de menos en este post.
Pues sí, las intrahistorias de estos hermanos debían dar para hacer una serie de varias temporadas. Y en la misma línea de sus genialmente absurdas películas.
Seguiremos informando.
Yo también creo que tengo todo lo escrito por ellos (aquí incluyo a Harpo). Y seguiré tu consejo de leer "Las cartas de Groucho".
Un marxista saludo.