jueves, 28 de marzo de 2013

El Gatopardo

En 1954, Giuseppe Tomasi di Lampedusa comenzaba a escribir la que iba a ser su única novela, “Il Gatopardo”...


… obra que finalizaría en 1957 pero que no sería publicada hasta un año después, tras el fallecimiento del escritor siciliano.  


En 1963, Luchino Visconti adaptaba magistralmente esta novela a la gran pantalla. El excepcional director milanés había debutado en 1943 detrás de las cámaras con “Ossessione” y ya nos había dejado otras maravillas como “Bellísima”, “Senso”, “Rocco y sus hermanos”... Un auténtico maestro del cine.

El guión de “El Gatopardo” venía firmado por Suso Cecchi D’Amico, Pasquale Festa Campanile, Enrico Medioli, Massimo Franciosa y el propio Luchino Visconti.


La extraordinaria fotografía era obra de Giuseppe Rotunno, en el cine desde 1955 y ya con títulos como “Pan, amor y…”, “La gran guerra”, “La hora final”, “Rocco y sus hermanos” o “Crónica familiar”.

Completaban la buena factura de la película el maravilloso diseño de vestuario de Piero Tosi (quien ya había trabajado con Visconti en “Bellísima”, “Senso” o “Rocco y sus hermanos”), la exquisita escenografía de Mario Garbuglia, el acertado montaje de Mario Serandrei


Y una preciosísima banda sonora compuesta por un extraordinario Nino Rota en la que, además de su maravilloso tema principal, podíamos disfrutar tanto de una polka como de una mazurca, un vals, una quadriglia, un galop... e incluso de un arreglo del propio Rota del “Valzer brillante” de Giuseppe Verdi. Lo dicho, una auténtica delicia musical esta banda sonora.

Obra maestra, profunda reflexión de la decadencia y una de las películas más importantes y alabadas de Luchino Visconti
(Miguel Ángel Palomo, Diario El País)

Para dar vida a Don Fabrizio, personaje principal de esta película, Visconti quería a Laurence Olivier, pero los productores de la misma preferían una estrella de cine con mayor influencia en la taquilla. La Fox le dio entonces a elegir entre Anthony Quinn, Spencer Tracy y Burt Lancaster, actor este último por el que finalmente se decidió el cineasta italiano tras verle en “Vencedores o vencidos”. Lancaster volvería a trabajar más adelante con Visconti en “Confidencias” (1974).


Burt Lancaster era, pues, Don Fabrizio, príncipe de Salina. Burt había debutado en el cine en 1946 con “Forajidos” y ya llevaba tras de sí, entre otros muchos títulos, “El halcón y la flecha”, “El temible burlón”, “De aquí a la eternidad”, “Su majestad en los mares del sur”, “Veracruz”, “Trapecio”, “Duelo de titanes”, “Mesas separadas”, “El fuego y la palabra” o “El hombre de Alcatraz” antes de su correctísima composición en “El Gatopardo”.

Warren Beatty y Horst Buchholz fueron considerados para el papel del joven Tancredi, pero ambos rechazaron la oferta.


Y así le llegó la oportunidad de interpretar a Tancredi Falconeri, sobrino del príncipe, a Alain Delon, en la gran pantalla desde 1957 y ya conocido por títulos cinematográficos como “A pleno sol”, “Rocco y sus hermanos”, “El eclipse” o “Gran jugada en la Costa Azul”.



Una espectacular y guapísima Claudia Cardinale daba vida a Angélica, la hija de Calogero Sedara. Claudia llevaba asomándose a la gran pantalla desde 1958 y contaba ya tras de sí con maravillosos títulos del cine italiano como “Rufufú”, “Un maldito embrollo”, “El bello Antonio”, “Rocco y sus hermanos”, “La chica con la maleta” o “Fellini 8 1/2”.


El extraordinario Paolo Stoppa era para nosotros Don Calogero Sedara. En el cine desde 1934, Stoppa ya había sido visto en una larguísima lista de clásicos cinematográficos entre los que se encontraban “Milagro en Milán”, “El enemigo público número 1”, “La bella campesina”, “Mi tío Jacinto”, “Los jueves, milagro”, “Cartago en llamas”, “Rocco y sus hermanos” o “El juicio universal”.


Completaban el reparto Romolo Valli (Padre Pirrone), Rina Morelli (Princesa Maria Estella de Salina), Giuliano Gemma (General de Garibaldi), Pierre Clementi (Francesco Paolo), Giovanni Melisenda (Don Onofrio Rotolo)…


Lucilla Morlacchi como Concetta y un jovencísimo Terence Hill, que aquí aparecía con su nombre auténtico, Mario Girotti, en el papel del Conde Cavriaghi.  Mario había debutado a toda pantalla, y con catorce años, en 1953 y tras él llevaba ya 27 títulos cinematográficos entre los que se encontraban “Prisionero del mar”, “Aníbal” o “Cartago en llamas”. En 1967, ya como Terence Hill, rodaba “Dios perdona… ¡Yo no!”, spaguetti western en el que coincidía por vez primera con Bud Spencer. El resto forma parte ya de la historia del cine.


Producción de Goffredo Lombardo para la 20th Century Fox, “El Gatopardo” (Il Gattopardo) era estrenada en Italia, hace hoy ya 50 años, el 28 de marzo de 1963.

Nominada al Oscar al mejor diseño de vestuario, obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el David di Donatello a la mejor producción, compartiendo este último galardón con la película italofrancesa “Dos son culpables”.


Asimismo, Alain Delon fue nominado en los Globos de Oro como mejor actor promesa.

El Gatopardo” fue rodada durante once de las semanas más calurosas del año. Cambiándose las velas a cada hora y reponiéndose a diario las flores de los salones…



... el rodaje de las escenas de baile comenzaba a media tarde y duraba hasta el amanecer. Un buen número de los extras que intervinieron en dichas escenas eran los reales herederos de la aristocracia siciliana que presentaba la película.


Una gran obra cinematográfica. Y es que estamos hablando de todo un maestro, Luchino Visconti, el director más artístico de toda la historia del cine.

Un maestro dirige, organiza los elementos hasta conseguir un todo coherente… Maestro también significa profesor, pero yo no doy clases a aquellos con los que trabajo, aunque espero que el público aprenda algo
(Luchino Visconti)

jueves, 21 de marzo de 2013

Sonrisas entre toma y toma

“Empieza cada día con una sonrisa y manténla todo el día”
(W. C. Fields)


Director y actor, Frank Capra y James Stewart, en el set de rodaje de “Caballero sin espada” (1939). Un año antes ya habían trabajado juntos en “Vive como quieras” y en 1946 volverían a coincidir en “¡Qué bello es vivir!”.


Humphrey Bogart y Raoul Walsh intercambiando impresiones, y sonrisas, durante el rodaje de “El último refugio” (1941). Walsh también había dirigido a Bogart en su título anterior, “La pasión ciega”.


Un sonriente descanso en el rodaje de “Por quién doblan las campanas” (1943). Ingrid Bergman, Katina Paxinou y Gary Cooper junto a Sam Wood, director de este mítico título de la gran pantalla.


Walter Huston (Doc Holliday) y Thomas Mitchell (Pat Garrett), vaya dos,
en el set de rodaje de “El forajido” (1943).


Tres grandes estrellas cinematográficas: Charles Boyer, Ingrid Bergman y Joseph Cotten en un descanso entre toma y toma
de “Luz que agoniza” (1944).


Gary Coooper entre los directores Sam Wood y Cecil B. DeMille en el set de rodaje de “Los inconquistables” (1947), clásico del cine dirigido por DeMille.  


Cuatro sonrisas de lujo: Vivien Leigh, Marlon Brando, Kim Hunter y Karl Malden, en un descanso en el rodaje de “Un tranvía llamado deseo” (1951).


En el set de rodaje de “Carrie” (1952), Laurence Olivier, su protagonista masculino... Elegante incluso sin arreglar.


La encantadora Audrey Hepburn junto a William Holden, compañero de reparto, y Billy Wilder, el director, en un divertido descanso
en el rodaje de “Sabrina” (1954).


Durante el rodaje de “Sayonara” (1957), otro divertido momento protagonizado esta vez por Marlon Brando y James Garner.


Sonriente optimismo al menos entre toma y toma de “La hora final” (1959). Fred Astaire, Ava Gardner, Gregory Peck y Stanley Kramer, el director.


La siempre maravillosa sonrisa de Gregory Peck en el set de rodaje
de “Los cañones de Navarone” (1961).


Joan Crawford y Bette Davis limando asperezas entre escena y escena
de “¿Qué fue de Baby Jane?” (1962).


En el set de rodaje de “No me mandes flores” (1964), Rock Hudson, Doris Day y Tony Randall, tres nombres de la comedia americana que ya habían coincidido antes en “Confidencias a medianoche” y “Pijama para dos”.


La fabulosa sonrisa de Bert durante el rodaje de “Mary Poppins” (1964).
Mágico Dick Van Dyke.


El director Otto Preminger entre sus dos protagonistas en “La noche deseada” (1967), Jane Fonda y Michael Caine, dos ya prometedoras estrellas cinematográficas.


Henry Fonda y James Stewart demostraban su incondicional amistad en el set de rodaje de “Los malvados de Firecreek” (1968) a pesar de su enfrentamiento en la historia que contaba esta película.


Michael Caine y Peter Collinson durante el rodaje de “Un trabajo en Italia” (1969), sin duda el título más conocido de este director británico.


En el set de rodaje de “One more time” (1970), título en el que Jerry Lewis dirigía a dos grandes amigos suyos, Peter Lawford y Sammy Davis, Jr.


Clint Eastwood y Geraldine Page en un momento de relax
durante el rodaje de “El seductor” (1971).


Tres grandes de la gran pantalla clásica, Laurence Olivier, Katharine Hepburn y George Cukor, en un descanso en el rodaje de “Amor entre ruinas”, preciosa historia hecha para la televisión por la que los tres fueron galardonados con un merecidísimo Premio Emmy


Durante el rodaje de “Un cadáver a los postres” (1976), Neil Simon, extraordinario autor del guión en el que se basa esta divertidísima película, y Peter Sellers, uno de los geniales integrantes del reparto.


Robert Benton y Paul Newman en el set de rodaje de “Al caer el sol” (1998). Director y actor habían ya coincidido, cuatro años atrás, en “Ni un pelo de tonto”.


Michael Caine, Morgan Freeman y Liam Neeson tras finalizar el rodaje de “Batman begins” (2005). Qué les estará contando Caine…


Y aquí me quedo, en el set de rodaje de “El mejor” (1984), con mi sonrisa favorita del cine, bueno, mi sonrisa favorita y punto. Ay, Redford

martes, 19 de marzo de 2013

Don José, Pepe y Pepito

El abuelo Pepe, el hijo José, el nieto Pepito…. Y Francis, la americana.


La obra teatral de Juan Ignacio Luca de TenaDon José, Pepe y Pepito”, comedia en tres actos estrenada en el Teatro de Lara de Madrid el 7 de noviembre de 1952, era llevada a la gran pantalla en 1961 a través de una adaptación cinematográfica de Clemente Pamplona y un guión literario de Jesús Vasallo, Federico Muelas y Francisco Abad.


Don José, Pepe y Pepito” era dirigida por el propio Clemente Pamplona, cineasta turolense desde 1950 a toda pantalla, primero como guionista de títulos como “Cerca del cielo”, “Dos caminos”, “Los ases buscan la paz” o “Pasión en el mar” y, más adelante, como director de otros como “Farmacia de guardia”, “Pasos de angustia”, “Kilómetro cero”, “Historia de un hombre” o “La chica del gato”.

De las imágenes de la película se encargaba Manuel Merino, quien ya llevaba a sus espaldas la fotografía de otros títulos cinematográficos como “Recluta con niño”, “El fotogénico”, “El maestro”, “Luna de verano”, “Los tramposos” o “Trío de damas”.


La banda sonora nos llegaba a través de Antón García Abril, maravilloso compositor también turolense que había firmado ya las bandas sonoras de “Muchachas de azul”, “El aprendiz de malo”, “Ana dice sí”, “Los tramposos”, “La fiel infantería” o “Los económicamente débiles”.


Y disfrutábamos de manera especial con los títulos de crédito iniciales de esta película a través de Antonio Mingote, quien anteriormente había asomado ya sus dibujos a la gran pantalla en otro título cinematográfico, “Los maridos no cenan en casa” y tras “Don José, Pepe y Pepito” nos seguiría deleitando con sus inconfundibles y geniales ilustraciones. Tremendamente grande Mingote.

“Abuelo y nieto siempre tan graciosos…”


Antonio Casal era para nosotros Don José Quiroga, el correcto hijo. En el cine desde 1941, Antonio ya había sido visto en películas como “El hombre que se quiso matar”, “Huella de luz”, “La torre de los siete jorobados”, “Botón de ancla”, “Doña Francisquita”, “Manolo, guardia urbano”, “Las chicas de la Cruz Roja” o “El día de los enamorados”.

“Ay, quince años menos y ni tú ni el mocoso ése
me la quitábais… Con la clase que yo tengo”


Manolo Morán daba vida a Pepe Quiroga, el genuino abuelo. En el cine desde 1939, este entrañable actor madrileño ya había aparecido, entre muchos otros títulos, en “Los últimos de Filipinas”, “El destino se disculpa”, “Balarrasa”, “Así es Madrid”, “El diablo toca la flauta”, “Once pares de botas”, “Recluta con niño”, “Manolo, guardia urbano” o “La vida alrededor”.

“Un día empiezas a mirar a una muchacha y notas como si por dentro se te fuese cambiando
el corazón, la cabeza… Y ya está”


Y a través de Jorge Vico conocíamos al nieto, Pepito Quiroga. Jorge debutaba a toda pantalla en 1954, dirigido por Luis García Berlanga, en la divertidísima “Novio a la vista” y ya había aparecido también en otros tres títulos antes que en "Don José, Pepe y Pepito".


Ana Esmeralda  era Francis, la presidenta de la compañía americana Francis Grey. En el cine desde 1948, había sido ya vista en  títulos como “El amor brujo”, “Lola, la piconera” o “El vagabundo y la estrella”.

“Ya te dije que cuando me subo al caballo
no hay quien me apee…”


José Isbert nos daba a conocer al singular Marcelo. En el cine desde 1919, Isbert llevaba ya detrás una larga serie de títulos cinematográficos entre los que se encontraban “Alma de Dios”, “Ella, él y sus millones”, “Dos cuentos para dos”, “Bienvenido, Mr. Marshall”, “Así es Madrid”, “Un día perdido”, “Historias de la radio”, “La pícara molinera”, “Mi tio Jacinto”, “Los ladrones somos gente honrada”, “Calabuch” o “Manolo, guardia urbano”.

“¿Y yo qué sé qué Don José es? En esta casa todos son Don Josés y Quirogas”


Y María Isbert daba vida a la doncella de la familia Quiroga. María ya había aparecido en la gran pantalla en títulos como “Ella, él y sus millones”, “Dos cuentos para dos”, “Botón de ancla”, “Los ladrones somos gente honrada”, “Un rayo de luz” o “El cochecito”.

Completaban el reparto, entre otros, Lucía Prado (Anita), Ángel Ter (Percy), Laura Granados (María) o Matilde Muñoz Sampedro, Milagros Leal y María Bassó como las tres viudas de Rodríguez.


Producción de Fernando Jiménez Varela y Miguel Mezquiriz para Producciones Mezquiriz, “Don José, Pepe y Pepito” era estrenada el 2 de abril de 1961.


Feliz día a quien le corresponda por nombre o por paternidad.
O por ambas cosas.