lunes, 22 de junio de 2015

The way they were (II)


Voló, en alas de la danza, hacia Río de Janeiro con sombrero de copa y a un ritmo… loco. Bailando nació el amor y fue elegante pareja de la alegre divorciada, de Amanda, de Irene Castle, de una cara con ángel, de la bella de Nueva York… y de la bella de Moscú. El límite era el cielo. O el valle del arco iris… Let’s dance.


Fue Slim, Vivien Rutledge, Irene Jansen, Nora Temple… en el más puro cine negro. También en su vida, un trompetista, un rey del tabaco y un asesinato en el Orient Express. Nos mostró cómo casarse con un millonario y fue desconfiada esposa y pícara soltera. Tener y no tener… Y ella lo tenía. 


De bote en bote, y siempre haciendo de las suyas, fueron héroes de tachuela, dos pares de mellizos, pescadores pescados, estudiantes en Oxford, marinos a la fuerza, compañeros de juerga, locos del aire... y una entrañable e inolvidable pareja cinematográfica. 


Fue una joven Wendy Darling, fue también Patty Jefferson y Tracy. Fue mujer bajo la luna y vivió dos vidas en un instante y una relación mortal. Fue también la Emma de Jane Austen, la Estella de Dickens y la musa de Shakespeare.


Nos presentó a su amiga Irma, y a Kimi, vivió su vida y estuvo loco por Anita. Fue recluta, marino, golfista, artista y modelo, botones… Dijo adiós a su luna de miel y fue también un marciano en California y un chalado en órbita. Y el ceniciento, un espía en Hollywood, un chiflado profesor… Y el rey de la comedia. 


Dio la vuelta al mundo en ochenta días (eso sí, como extra) y después fue Castrillo, monaguillo, Manolo en La verbena de la Paloma, Antonio Parrondo y Carnicero (ahí queda eso) y Jenaro el de los 14. También fue guardiamarina, cateto a babor y el novio de la niña de luto, conoció a Ninette (la del señor de Murcia) y a las que tienen que servir. Y a los que tocan el piano. Estuvo a 40 grados a la sombra y en una de las cuatro noches de boda. Y en las verdes praderas. Y fue también Germán Areta, el Bartolomé de la marrana, el temido Bandido Fendetesta y un extraordinario Paco, el Bajo. 


Fue Blake de Londres y O’Leary de Chicago, el Conde Axel de Fersen y Ferdinand de Lesseps. Fue también Benjamin Blake, el Capitán de Castilla, el Capitán King y El Zorro. Y el mítico Jesse James.


Anita Hoffman, Ilsa Lund, Juana de Arco, María, Anastasia… y Golda en la pequeña pantalla. Conoció el albergue de la sexta felicidad, a los cuatro hijos de Adán, al Dr. Jekyll (y a Mr. Hyde) y ayudó a recordar a John. Fue indiscreta y atormentada, viajó en el Orient Express y en una sonata de otoño. 


Fue Steve Biko, Demetrius Williams y Nick Styles, además de esclavo fugitivo, Malcolm X y, por tres veces, teniente. A través suyo conocimos al coleccionista de huesos y el informe pelícano. Fue también Huracán Carter, Ezekiel Rawlings y el Don Pedro de Shakespeare.


Fue Ann en la calle 42 antes de volar hacia Río de Janeiro donde, en alas de la danza, siguió a la perfección el ritmo loco de un sombrero de copa. Fue también dama del teatro, mamá a la fuerza, la menor del mayor, una mujer en la penumbra… y con ella nos sentimos rejuvenecer. 


De manos de este niño y al rítmico son de su batuta nos llegaban Los lirios del valle, El planeta de los simios, Patton, La balada de Cable Hogue, Río Lobo, El otro, Papillon, Chinatown, El viento y el león, La profecía, Alien, Poltergeist, Gremlins, El chip prodigioso, Desafío total, Los últimos días del Edén, L.A. Confidential, Mulan, La momia, La guarida… y los televisivos Cuentos asombrosos. Mágica banda sonora la de este genio musical.


En el mundo de Dickens fue Erbert Pocket, William Dorrit y un extraordinario Fagin. También fue el hombre vestido de blanco y oro en barras… de muchos quilates. Y el Padre Brown, El Cardenal, dos veces capitán, dos veces príncipe... Y una vez rey y otra vez Papa. También fue Marco Aurelio y Julio César. Y nada menos que ocho personajes en ocho sentencias de muerte. Y el profesor Marcus. Y Yevgraf para el Doctor Zhivago. Fue también un genio que andaba suelto. Y el mítico Coronel Nicholson. Y Sigmund Freud. Y un mayordomo de lo más singular. Y, por supuesto, nuestro Obi-Wan Kenobi. 


Conoció la sombra del hombre delgado y estuvo en la cabaña y en la casa encantada. Y en Pekín. Fue Kitty Collins, Venus, Pandora, la condesa descalza, Julie LaVerne, Lilly Langtry y Sarah en la biblia… Y el animal más bello del mundo.


Fue lancero bengalí, músico de trombón, Wild Bill Hickok y profesor de lengua. También Marco Polo, el forastero, Beau Geste, Alvin C. York, Robert Jordan, Juan Nadie, Howard Roark, el orgullo de los Yankees, policía montada del Canadá… Estuvo en duda su honor, conoció a Ariane, se quedó solo ante el peligro, a nada de ser ahorcado y bajo la sombra de la sospecha. 


Fue la Princesa Victoria, Constanze Hübner y Niddy Hoevelmann. Y una maravillosa Sissi. La vimos después a pleno sol y en la piscina, en las cosas de la vida y como una mujer singular. 


Rocky Sullivan, Eddie Bartlett, un sublime Cody Jarrett y un extraordinario George M. Cohan. Fue también Bottom en el sueño de una noche de verano. Y enemigo público, propietario de una palmera, el mismísimo Lon Chaney, el chico de Oklahoma y, en la pequeña pantalla, el terrible Joe Moran. 


Fue caballero y ladrón. Y el padre de Cecile. Fue también obispo con mujer… y ángel, y James Bond. Coincidió con el prisionero de Zenda, y con Lady L, y con la pantera rosa. Fue cuatro veces capitán y otras cuatro coronel, cinco mayor, dos teniente y una general. Fue también un maravilloso Phileas Fogg y la Pimpinela Escarlata. Y un correctísimo Edgar Linton.


Amy Kane, Linda Nordley, Margot Wendice, Lisa Fremont…. Y Nancy, Georgie, Catherine, Frances, Tracy… Y la princesa Alexandra. Y a todas ellas les imprimió su espectacular belleza y su extraordinaria elegancia. 


Estuvo en el club de los chalados y en el pelotón chiflado. Y en la tienda de los horrores. Fue amigo de Tootsie, y de Ed Wood, y de los ángeles de Charlie. Fue también cazafantasmas. Y Phil… sí, como la marmota. 


Nos fue presentada como una espectacular y bellísima Sherezade, y después fue la Beatriz de Cristobal Colón y la Elena del Zorro. Una trampa y una guarida y aparecía ante nosotros como Velma Kelly de Chicago, otra mujer espectacular. 


Protagonizó la historia de dos ciudades y un extraño suceso. Fue portero de noche, médico en la marina, jardinero español, ángel vestido de rojo… Asistió a la caída de los dioses, tuvo como objetivo un puente lejano y vivió un motín en el Defiant. Y fue Frank Liszt, el Dr. Longman, Gustav von Aschenbach, Charlie Hook y Barrett, el sirviente. Y un maravilloso Roald Dahl en la pequeña pantalla. 


“El que no cree en la magia nunca la encontrará.”
(Roald Dahl)