jueves, 23 de abril de 2009

Rafael Azcona en 10 pinceladas

Ha pasado un año ya desde que nos dejó  Rafael Azcona.  Lejos de hacer un exhaustivo análisis de su vida y obra, y respetando su deseo (él no quiso nunca convertirse en personaje público), trazaré su trayectoria en tan sólo diez pinceladas:

1. Rafael Azcona era un niño al comenzar la Guerra Civil. Su Logroño natal quedó en la llamada España nacional, territorio en el que la enseñanza se dedicaba preferentemente a la formación de escolares política, patriótica y confesionalmente correctas.


Había, pues, criaturas educadas para ser ejemplares. A Rafael le tocó padecer a alguna de ellas y, años después, ya colaborador de "La Codorniz", las personificó en el repelente niño Vicente. El personaje tuvo un descriptible éxito. Durante algún tiempo se popularizó la frase: "Eres el repelente niño Vicente".

2. El humor en circunstancias desfavorables era una marca de estilo en sus escritos. Aprendió de los humoristas de aquellos años - Mihura, Neville, Tono - y vivió la bohemia del café Varela, donde se escribía a máquina en los veladores de mármol y un otorrino pasaba consulta ("En sus divanes podían soñar los poetas - presuntos o no - sin consumir nada. Y con derecho a jarra de agua fresca y a consultar el BOE").

3. Renegó de distinciones como ser jurado en Cannes ("No me gusta ofrecerme en espectáculo, y no por modestia, sino porque lo paso mal físicamente").

4. Su carrera literaria la sacrificó por el cine ("Ser un escritor frustrado es comodísimo, no hay que preocuparse por los adjetivos, que en el cine quedan a cargo del director, aunque a veces los administre el productor").


5. La idea de "El cochecito" surgió observando Azcona a un grupo de inválidos que salían del Bernabéu echando pestes del Madrid.

6. Azcona odiaba los contrastes ("Aparecía en pantalla un sitio cálido, unos padres comprensivos, refrescos enormes. Y luego salías a la realidad. Como no soy masoquista, no iba al cine").

7. Había empezado a leer los periódicos con 7 años ("Desde entonces, nunca me ha faltado una guerra en el desayuno, y en esas guerras siempre han salido perdiendo los que no tenían ningún motivo para hacerlas").


8. Desde su primera colaboración en el cine con "El pisito" de Marco Ferreri, Azcona patentó la expresión "hablar el guión", que resume su método de trabajo, participativo y locutorio con sus realizadores.

9. Sus mejores historias han surgido al calor de tertulias de bar y sobremesas opíparas. Siempre ha desmitificado su trabajo ("Es un despropósito que me atribuyan un cine propio, yo escribo para los directores con los que trabajo").

Respecto a su fructífera colaboración con Luis García Berlanga, Azcona comenta: "Hablamos mucho en establecimientos públicos. De cualquier cosa menos del guión y sin tomar notas. Pasado un tiempo prudencial, o sea, meses, estructuramos la historia con lo que se ha salvado del olvido y me voy a casa a escribir".


10. El director José Luis García Sánchez le definió de esta manera: "Una joya insustituible de la literatura y el cine españoles: ha dado testimonio de lo que ha ocurrido en este país durante el franquismo, la transición y nuestros días".

Yo le debía este post a Rafael Azcona. Y qué mejor día que hoy, Día del Libro, para rendirle mi pequeño homenaje.

Gracias, Rafael, por compartir tu arte con nosotros.

domingo, 19 de abril de 2009

Maurice Jarre, la música que pudo reinar

Maurice  Jarre  trabajó  en más de  150  películas.  Compositor nacionalizado estadounidense,  aunque de origen francés,  vio la luz en Lyon el 13 de Septiembre de 1924.


"A los 16 años, mi padre me trajo discos de 78 revoluciones; cuando escuché la segunda rapsodia de Liszt, dirigida por Leopold Stokowski, comprendí que quería ser director de orquesta. Dediqué el bachillerato a estudiar las bases y me matriculé en el conservatorio de París. Era ya mayor para aprender algún instrumento, así que me apunté en la clase de percusión. Tenía 19 años y mis compañeros eran virtuosos niños de 12. Pero allí tuve un profesor, Charles Munich, que me enseñó que esta profesión es 50% talento y 50% diplomacia"


El padre de Maurice, André Jarre, era ingeniero jefe de Radio Lyon, una emisora de música de variedades. También fue intérprete de oboe e inventor de varios aparatos para la radio, entre ellos la primera mesa de mezclas. Años más tarde, André participó en el diseño y construcción de los primeros tocadiscos portátiles Teppaz, un objeto mítico de los años 50 que popularizó, entre la juventud de la época, la "chanson française" de Charles Trenet, Edith Piaf e Yves Montand y también el Rock'n'Roll anglosajón.


La fructífera colaboración de Maurice Jarre con el director de cine David Lean comenzó en 1961 con "Lawrence de Arabia". En 1965 llegaría su obra más conocida, "Doctor Zhivago". Y con "La hija de Ryan" y "Pasaje a la India" se completaría su trabajo conjunto. Cuatro obras maestras.

Jarre solía decir que una mala banda sonora es como un café cargado de azúcar. Detestaba un mal subrayado y defendía las partituras imperceptiblemente ligadas a una imagen que luego no sería lo que es sin ellas. Grabó la música de "Doctor Zhivago" con 25 balalaikas, contó con 15 arpas para "La hija de Ryan", describió en "¿Arde París?" la entrada de los alemanes en la capital francesa con 12 pianos de cola, y mezcló la música electrónica con la tradicional de Indonesia en "El año que vivimos peligrosamente".


A mediados de los 70, su hijo Jean-Michel Jarre empezó a destacar con gran éxito en el mundo de la música electrónica. A principios de los 80, el propio Maurice realizó una magnífica modernización de su propia obra, incorporando de manera definitiva el sintetizador en sus composiciones.

En los últimos años de su carrera, no trabajó mucho ("ya no tengo ganas de discutir con jóvenes ejecutivos que se mueven al dictado de la moda y no saben ni de cine ni de música"). Se retiró del cine en el 2003 ("no necesito trabajar en nada que no me entusiasme. Estoy cansado de productores que quieren escuchar a una gran orquesta contratando sólo a tres instrumentistas").


Maurice Jarre nos dejaba el pasado 29 de Marzo. Con nosotros se quedan bandas sonoras como "El día más largo", "La caída de los dioses", "La noche de los generales", "El juez de la horca", "El tambor de hojalata", "El hombre que pudo reinar", "Jesús de Nazareth", "Único testigo", "Ghost", "Gorilas en la niebla"...


Y "Doctor Zhivago".
Melodías inolvidables de un intenso lirismo.


Gracias, Maurice.

domingo, 12 de abril de 2009

El maravilloso mundo de Jerry

Siempre me ha gustado Jerry Lewis. Siempre me ha hecho reir. Incluso en las películas donde hacía pareja cómica con Dean Martin, Lewis tiene momentos memorables.


Hijo de artistas, ya a los catorce años intervenía en los intermedios de las actuaciones de sus padres, imitando en playback a las grandes figuras del momento.


Showman en toda regla, más adelante, ya en el cine, tan pronto nos deleitaba atreviéndose a cantar con el mismísimo Dean Martin, como saliendo más que airoso en un baile de salón.


Y a pesar de aparecer siempre con un aspecto poco menos que atractivo ("he conseguido un gran éxito siendo un perfecto idiota"), nunca desapareció en él una elegancia innata. En sus posteriores películas, pronto abarcó otras facetas distintas a las de actor, pues fue el guionista y director de muchos de los títulos que protagonizó ("cuando dirijo, hago de padre; cuando escribo, hago de hombre; cuando actúo, hago el idiota").

Hombre polifacético en el mundo del espectáculo, ha sido también un gran amante de la buena música. En su carrera en solitario, tras separarse de Dean Martin, es rara una película suya que no tenga un apartado musical.


Entre sus amistades a lo largo de su extensa carrera, figuras de la talla de Stan Laurel, Charles Chaplin, Groucho Marx o el mismísimo John Kennedy, quien llegó a pedirle consejo al comienzo de su carrera política para darle el oportuno toque de humor a uno de sus discursos.


Lejos de retirarse del mundo del cine, en 2008 puso la voz al profesor Julius Kelp en la adaptación animada de "El profesor chiflado", su película más emblemática.


Este año, la Academia de Hollywood se ha acordado de él. Y es que Lewis no fue nunca nominado al Oscar en ninguna de sus facetas cinematográficas. Aunque no ha sido ésta la primera vez que Jerry ha pisado el escenario de estos galardones.

En 1958 fue un impecable maestro de ceremonias de la gala, haciendo una vez más de la improvisación un arte. Se habían entregado ya todos los premios, pero se debían cubrir aún los veinte minutos restantes previstos de la ceremonia. A Jerry no se le ocurrió otra cosa que llamar a todos los nominados para que se hicieran una foto en el escenario. Empezó a sonar una música y les pidió a todos que se pusieran a bailar. Cuando pasó el tiempo convenido, la televisión cortó la emisión y ellos siguieron bailando...


Junto a una gran ovación, Lewis ha recibido el Oscar Humanitario Jean Hersholt. Hersholt fue un actor danés que en 1939 contribuyó a crear una fundación cinematográfica de ayuda a los empleados de la industria del cine sin recursos económicos pero con necesidad de atención médica. En 1956 se creó el Oscar que lleva su nombre por sus "humanitarios esfuerzos hacia la industria".


Jerry Lewis fue en 1977 un firme candidato al Premio Nobel de la Paz por sus 50 años de dedicación en la lucha contra la distrofia muscular. El actor lleva toda una vida dedicado a esta noble causa. Está considerado como el padre de la Teletón, evento televisivo que recauda dinero para una causa concreta.


En su caso, fue para la Asociación de la Distrofia Muscular (MDA). Se celebra todos los años en el Día del Trabajo desde 1966 (aunque los esfuerzos de recaudación de fondos de Lewis comenzaron en la década de los 50). Hoy, esta maratón televisiva dura 21'5 horas y es ya tradición para 60 millones de televidentes estadounidenses.


Con este Oscar honorífico se reconoce doblemente su prolífica y exitosa carrera artística y la profunda y reconocida humanidad que se esconde tras este cómico americano ("durante la mayor parte de mi vida pensé que hacer el bien por alguien no significaba que uno recibiría elogio por ese acto de bondad. Al menos hasta ahora. Este premio toca mi corazón y lo más profundo de mi alma por a quien representa, y por aquellos a quienes beneficiará").

A sus 83 años, afortunadamente, sigue aún entre nosotros. Y lo seguirán descubriendo las futuras generaciones.


Será porque, como se suele decir, los genios son inmortales.