lunes, 28 de marzo de 2011

DIRK BOGARDE

Según nos cuentan en una autorizada biografía sobre Dirk Bogarde, existen cuatro posibles razones para que el actor británico no se convirtiera en toda una estrella de Hollywood.


El que “Sueño de amor”, su lanzamiento allí en 1960 fuera un fracaso podría ser una de ellas. También que su indiscutible talento interpretativo no se considerara en ese momento especialmente diferente al de Montgomery Clift, John Cassavetes o Anthony Perkins, y no hubiera posibilidad para él de competir en la comedia ligera con Cary Grant o Rock Hudson.

En tercer lugar, el ferviente deseo del actor de hacer películas que realmente demostraran que era un actor serio. Y en cuarto, lo que más le condicionó, su tajante negativa a acceder, para su promoción, a un matrimonio arreglado con una starlett, negativa que no gustó nada a los grandes productores de Hollywood.


El 28 de Marzo de 1921 nacía, en un suburbio londinense de Hampstead (Inglaterra), Derek Jules Gaspard Ulric Niven van den Bogaerde.

La infancia fue para mí básicamente un patio trasero, una pala y un cubo de barro y alguien que me cuidaba

Hijo de Ulric van den Bogaerde, editor artístico del periódico The Times y de la actriz Margaret Niven, el pequeño Derek tenía, además, dos hermanos, Elizabeth y Gareth.

Educado en la escuela de Glen Allen, en Glasgow, asistió después a la universidad de Londres, especializándose en arte comercial. Aunque la intención de su padre era que se quedara en The Times como crítico de arte, Derek se convirtió después en estudiante de teatro, trabajando también como artista comercial y diseñador de escena.


Aprendió a desenvolverse como actor en la Amersham Repertory Company, y se inició en el escenario londinense en 1939 con un papel en donde sólo tenía una frase. Su debut en el London’s West End llegó unos meses más tarde con la obra “Cornelius”, donde figuraba como Derek Bogaerde. Su debut cinematográfico sería ese mismo año como extra en la comedia “Come on George!”.

Pero su recién iniciada carrera como actor se vio pronto interrumpida por la irrupción de la Segunda Guerra Mundial. Se unió al ejército, alcanzando el rango de capitán, y estuvo en las batallas de Europa y el Pacífico como oficial de inteligencia.


Fue uno de los primeros oficiales aliados en llegar al campo de concentración Bergen-Belsen en Alemania, una terrible experiencia de la que no pudo hablar durante mucho tiempo. No en vano, siempre fue “Rey y patria” (1977) su película favorita de su filmografía por reflejar tan claramente su claro punto de vista antibelicista.

Tras la guerra, Derek fue contratado por la Rank Organization para comenzar, al fin, su carrera como actor cinematográfico, ya con el nombre de Dirk Bogarde.


Estaba tan flaco como una gallina desplumada. La Rank Organization me abastecía con pesas. Me ponía dos jerseys debajo y encima la camisa

Tras títulos como “El farol azul” y “Extraño suceso”, Bogarde obtuvo su primer éxito cinematográfico en 1954 dando vida a Simon Sparrow en “Un médico en la familia”, éxito que le llevó en los años siguientes a repetir este mismo personaje en “Un médico en la Marina” (donde compartía cartel con Brigitte Bardot), “Un médico fenómeno” y “Los problemas del doctor”.

Primero fue la guerra y después la paz, y de repente yo era una estrella de cine. Todo sucedió muy pronto


En ese mismo año de 1954, era elegido por vez primera por el director americano Joseph Losey para protagonizar “El tigre dormido”, título que iniciaría su trabajo conjunto con el director que se completaría con “El sirviente”, uno de las más memorables interpretaciones del actor, “Rey y patria”, “Modesty Blaise” y “Accidente”.


La década de los 50 traería a Bogarde otros trabajos en películas como “El jardinero español”, “La dinastía del petróleo”, “El viento no sabe leer” o “Historia de dos ciudades”, adaptación cinematográfica de la novela de Charles Dickens.

Los años 60 nos presentaban a un Dirk Bogarde ya más formado como actor, tal como se demuestra en la variedad de registros de sus personajes. Papeles como el de “El ángel vestido de rojo”, Sueño de amor” (donde daba vida al compositor Franz Liszt) o su teniente de “Motin en el Defiant”, un mano a mano con Alec Guinness, contrastaban con los más intrigantes que interpretó en “Víctima” o “El extraño caso del Dr. Longman”.


O “A las nueve cada noche”, inquietante historia dirigida magistralmente por Jack Clayton sobre siete hermanos, niños todos ellos, en la que Bogarde brillaba con luz propia como el supuesto padre de las criaturas.

También en esta década, Dirk fue dirigido por John Schlesinger en “Darling”, junto a Julie Christie, por George Cukor en “Justine”, junto a Anouk Aimée, y por Luchino Visconti en “La caída de los dioses”.

A finales de los años 60 decidió trasladarse a Europa viendo que su carrera se inclinaba más hacia la clase de películas que se producían en Italia, Francia y Alemania que a las producidas en Inglaterra o Estados Unidos. En Francia llegó a vivir alrededor de veinte años cumpliendo así una ambición que tenía desde su adolescencia.
 

Y en 1971 vendría esa obra maestra, rodada también a las órdenes de Visconti, que se llamó Muerte en Venecia, donde Dirk Bogarde llegó a la cumbre de su profesionalidad (que ya nos había demostrado con creces en “El sirviente”), brindándonos con su Gustav von Aschenbach uno de los personajes más recordados de la historia del cine.

El resto de los años 70 sería completado con títulos como “El serpiente”, “El portero de noche”, dirigido por Liliana Cavani, “Providence”, a las órdenes de Alain Resnais y “Un puente lejano”, título bélico dirigido por Richard Attemborough donde junto a Bogarde se paseaban por la película nombres tan conocidos ya como Robert Redford, Sean Connery, Gene Hackman, Anthony Hopkins, Michael Caine, Laurence Olivier, James Caan o Maximiliam Schell.
 

Y aún nos dejó dos últimos trabajos como buen testimonio de su buen hacer. “The Patricia Neal story” (1981), película para la televisión donde Bogarde encarnaba al escritor Roald Dahl, y, a las órdenes de Bertrand Tavernier, “Daddy nostalgie” (1990), una bonita historia en la que Jane Birkin hacía el papel de su hija.


La carrera de 70 títulos de Dirk Bogarde pudo haber sido aún más extensa. El actor fue considerado para el papel de Thomas Cromwell en “Un hombre para la eternidad”, para el de Louis Jourdan en “Gigi” y para el de Omar Shariff en “Doctor Zhivago”.


Y rechazó el de Glenn Ford en “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” y el de Jeremy Irons en “La Misión”. Tampoco quiso participar en “El día más largo”.

Rex Harrison es el actor del que más he aprendido. Cuando tenía que pensar en cómo iba a desempeñar un papel, pensaba en cómo lo enfocaría él

Gran amigo de Rex Harrison, actor que más le influyó en su decisión de dedicarse a la actuación, Bogarde consideró la idea de retirarse en 1974 tras el rodaje de “Portero de noche”, título que le había dejado emocionalmente agotado.
 

Ocurre algo malo con los actores, siempre hemos sido una raza sospechosa. Socialmente, me encuentro más admitido en Inglaterra porque he escrito libros


En 1977 empezó a vislumbrarse su segunda pasión, la escritura. Pronto se convirtió en un prolífico escritor, con “A postillion struck by lighting”, primero de los siete volúmenes que formarían su autobiografía.


Y seis novelas que se convirtieron en best-seller, “A gentle occupation”, “Voices in the garden”, “West of sunset”, “Jericho”, “A period of adjustment” y “Closing ranks”.


El tipo de actuación que yo solía hacer ya no existe debido a que lo que prima hoy es el presupuesto, el tiempo de rodaje y si lo van a entender en Milwaukee


A lo largo de su carrera cinematográfica, Dirk Bogarde fue galardonado con multitud de premios. Obtuvo el británico Premio Bafta por “El sirviente” y por “Darling”, siendo también nominado por “Víctima”, “Accidente”, “Muerte en Venecia” y “A las nueve cada noche”.

También fue candidato a los Globos de Oro por “Sueño de amor” y “The Patricia Neal Story”.

Nombrado miembro del British Film Institute en reconocimiento a su destacada contribución a la cultura cinematográfica, fue también Presidente del Jurado en el Festival de Cine de Cannes en 1984.
 

Bogarde fue asimismo distinguido con el Chevalier de l’Ordre des Lettres del gobierno francés en 1982. En 1985 la Universidad St. Andrews en Escocia le concedió el doctorado honorario de literatura. Y fue también distinguido con el Knight Bachelor de la Orden del Imperio Británico en 1992 por sus servicios al teatro, siendo nombrado caballero de forma oficial.


Dirk Bogarde nos dejaba, muy tristemente, a los 78 años de edad, el 8 de Mayo de 1999. Gracias, Dirk, por tu saber estar ante las cámaras, tu naturalidad, tu elegancia, tu magnética personalidad y tu impecable profesionalidad en todos y cada uno de los papeles que interpretaste. Y gracias también por demostrarnos con creces que, realmente, no necesitabas a Hollywood.


Porque siempre nos quedará tu partitura de Liszt en “Sueño de amor”, tu antibélico capitán de “Rey y patria” y tu teniente general de “Un puente lejano”, tu Maximiliam de “El portero de noche”, tu tremendamente inteligente Barrett de “El sirviente”, tu perverso Charlie Hook de “A las nueve cada noche”, tu maravilloso Roald Dahl y tu entrañable testimonio final en “Daddy nostalgie”.


Y siempre, siempre nos quedará Venecia…

"Amo a la cámara y la cámara me ama a mí. Bueno, no mucho a veces. Pero somos buenos amigos
(DIRK BOGARDE)

miércoles, 23 de marzo de 2011

ELIZABETH TAYLOR

A la edad de ocho años, Elizabeth Taylor fue considerada para interpretar a Bonnie Blue, la hija de Rhett y Scarlett en “Lo que el viento se llevó”. No llegó a interpretar este papel por oposición de su padre en la vida real. No quería que su hija Liz fuera actriz…


Elizabeth Rosemond Taylor nació el 27 de Febrero de 1932 en Hampstead (Londres), debutando en la gran pantalla a los nueve años de edad con “There’s one born every minute”.


En 1943 compartía cartel con la perra Lassie en “La cadena invisible”, donde también destacaba otro actor infantil llamado Roddy McDowall. Tras una pequeña intervención en “Alma rebelde”, adaptación cinematográfica de la novela de Charlotte Brontë “Jane Eyre”, donde también podíamos ver a Margaret O’Brien, Liz adquirió mayor protagonismo en “Fuego de juventud” (National Velvet), esta vez junto a Mickey Rooney.


En 1949, dirigida por Mervyn LeRoy, le fue asignado el papel de Amy March en “Mujercitas”, la versión más clásica de la novela . Y un año más tarde se convertiría en la hija de un genial Spencer Tracy en dos títulos hoy míticos de la comedia americana: “El padre de la novia” y “El padre es abuelo”.


Luego vendrían clásicos de aventuras como “Ivanhoe” o “La senda de los elefantes”. Y títulos memorables como “Gigante”, “La gata sobre el tejado de zinc” o “Una mujer marcada”.


Y sus tres películas con Montgomery Clift, sin duda su mejor pareja en la gran pantalla y uno de sus grandes amigos fuera de ella. Juntos dejaron para la historia del cine “Un lugar en el sol”, “El árbol de la vida” y “De repente, el último verano”. Y un proyecto, “Reflejos en un ojo dorado”, que quedó truncado por la muerte del actor al que sustituyó en última instancia Marlon Brando.


Y su gran pareja en la vida real, Richard Burton, con el que compartió además títulos como “Cleopatra”, “Castillos en la arena”, “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, “La mujer indomable” y “Los comediantes”. Una gran historia de amor en la pantalla que lo fue también en la vida real.

Al final de su carrera, personajes como su Marina de “El espejo roto”, adaptación de la novela de Agatha Christie donde volvía a coincidir con Rock Hudson, su Alexandra del Lago en la adaptación televisiva de “Dulce pájaro de juventud” o su sorprendente Pearl en la versión cinematográfica de “Los Picapiedra”. Y en la pequeña pantalla aún la pudimos ver en las series “Hotel” y “Norte y Sur”.


Entre un gran número de premios y nominaciones, Elizabeth Taylor fue candidata en cinco ocasiones al Oscar de la Academia, obteniéndolo en 1961 por “Una mujer marcada” y en 1967 por “¿Quién teme a Virginia Woolf?”. Y en 1993 recibía muy merecidamente el Premio Humanitario Jean Hersholt.

También fue nominada en otras seis a los Globos de Oro, consiguiéndolo en 1960 por “De repente, el último verano”. Y en 1985 le fue concedido también el Cecil B. De Mille Award.
 

Tristemente hoy nos dejaba, a los 79 años de edad, Elizabeth Taylor. Un mito cinematográfico, una leyenda de la historia del cine. Y, por supuesto, una maravillosa mirada.

lunes, 21 de marzo de 2011

Sonrisas a toda pantalla

"Un día sin una sonrisa, es un día perdido"
(Charles Chaplin)


Robert Redford no fue elegido para el papel de Ben Braddock, al que era candidato, en ”El graduado” porque el director de la película, Mike Nichols, pensaba que nadie se iba a creer que este rubio tuviera problemas en conseguir a la chica.


Al comienzo de su carrera, Paul Newman fue a menudo confundido con Marlon Brando. Newman aseguraba que llegó a firmar alrededor de quinientos autógrafos donde se leía: “Mis mejores deseos, Marlon Brando”.


Gracias a una fotografía que de ella llevaba su madre, también actriz, durante el rodaje de “Lilas blancas”, debutó en el cine Romy Schneider a los quince años de edad, al incluirla el director Hans Deppe en esa misma película.


Marcello Mastroianni señaló en diferentes entrevistas que Federico Fellini le eligió para “La dolce vita” porque tenía “un rostro terriblemente común”.


La verdadera pasión de Vittorio Gassman era el teatro, en el que alcanzó una enorme popularidad a través de la compañía de Luchino Visconti interpretando obras de Tennessee Williams como “Un tranvía llamado deseo” o de William Shakespeare como “Rosalinda”.


Interpretando “Hamlet” en el escenario en una de sus múltiples representaciones, Laurence Olivier se quedó en blanco durante el soliloquio del “ser o no ser”. Entonces se sentó y permaneció así hasta que recordó las líneas olvidadas.
 

El primer trabajo de Michelle Pfeiffer como actriz fue, a mediados de los años 70, en el Main Street Electrical Parade de Disneyland dando vida a Alicia en el País de las Maravillas.


A Clint Eastwood le llegó la oportunidad de protagonizar “Por un puñado de dólares” por pedir menos dinero que James Coburn, el primer candidato de Sergio Leone. Clint llevó el mismo poncho en este título y en los otros dos que rodó con Leone.


Gary Cooper trabajó como guía en el Parque de Yellowstone antes de convertirse en actor, apareciendo en 1925 como extra en la versión muda de “Ben-Hur”.


Antes de debutar en la gran pantalla en 1951, Grace Kelly trabajó como modelo y estudió interpretación en la Academia Nacional de Arte Dramático.


Truman Capote siempre pensó en Marilyn Monroe para el papel de su Holly Golighty en “Desayuno con diamantes”. Audrey Hepburn, por su parte, no se veía en ese papel y consideraba el haber sido elegida como un error de casting.


En “El león en invierno” Katharine Hepburn interpretaba a la madre del personaje al que daba vida Anthony Hopkins. Hopkins señaló más tarde que la voz de Hepburn inspiró la suya como Hannibal Lecter.


Cary Grant rechazó interpretar a James Bond por considerarse, a los 58 años, demasiado mayor para dar credibilidad a este personaje. Ian Fleming lo había modelado con Grant en la mente.


En la gran pantalla, Sean Connery ha dado vida a cuatro reyes: “El hombre que pudo reinar”, “Los héroes del tiempo”, “Robin Hood, príncipe de los ladrones” y “El primer caballero”. En 2004 fue seriamente considerado para dar vida al quinto en “Alejandro Magno”.


A Meg Ryan le ofrecieron doblar a Anya en la animada “Anastasia”. Al no convercerle esto a la actriz, la Fox creó una pequeña secuencia animada donde Anya decía unas frases de Meg extraídas de “Algo para recordar”. Ryan quedó tan impresionada que aceptó de inmediato.


Conocido al comienzo de su carrera cinematográfica como Mario Girotti, su verdadero nombre, Terence Hill empezó a ser contratado en las películas del Oeste por su parecido físico con Franco Nero. Si Nero no estaba disponible para un papel, se lo ofrecían a Terence.


Mucho antes de ser mundialmente conocido por su Hannibal de “El equipo A”, George Peppard nos había sonreído desde la gran pantalla a través de títulos como “Con él llegó el escándalo”, “Desayuno con diamantes” o “La conquista del Oeste”.


Jack Nicholson rechazó el papel de Johnny Hooker en “El golpe”, interpretado finalmente por Robert Redford, en favor del protagonista de “El último deber“. Ambos actores fueron nominados por ambas películas al Oscar al mejor actor, que le fue otorgado a Jack Lemmon por “Salvad al tigre”.


En 1976, Steve McQueen se presentó como un motociclista más, con casco y sin acreditar, en la película “Dixie Dynamite”. Con sobrepeso y una poblada barba, pasó desapercibido hasta que el ayudante de producción vio su nombre en la lista de los presentados.


Brigitte Bardot comenzó a tomar clases de baile a la edad de cinco años. A los trece tenía como compañera de clase a Leslie Caron.


Tan agradecido le quedó William Holden a Barbara Stanwyck por insistir en incluirle en “Sueño dorado”, primer gran papel de Holden, que le estuvo enviando flores, año tras año, en el aniversario del primer día de rodaje de esta película. 


Antes de convertirse en estrella de cine, Harrison Ford era un reconocido carpintero, actividad que sigue siendo actualmente su hobby. Vive en un rancho que él mismo se construyó en Jackson Hole, Wyoming.


En 1946, Gregory Peck conoció y entabló una estrecha amistad con Gary Cooper, con quien se le comparó a menudo en términos de apariencia y estilo de actuación. A Peck le ofrecieron en un principio el protagonista de “Solo ante el peligro” que finalmente interpretaría Cooper.


Uno de los mayores hobbies de Henry Fonda era hacer cometas y maquetas de aviones, entretenimiento que compartió toda la vida con su gran amigo James Stewart.


Nacida en Túnez, Claudia Cardinale habla francés, italiano, español, inglés y árabe. Considerada una de las grandes bellezas mundiales, ha aparecido en más de 900 portadas de revista en 25 países diferentes.