jueves, 13 de noviembre de 2014

Seis cinematográficas almas para un literario corazón


Esta preciosa imagen de “Matar a un ruiseñor” me ha dado la idea de la entrada que os disponéis a leer ahora. Justo es, pues, que inicie con ella la misma que, todo hay que decirlo, estoy escribiendo de manera absolutamente improvisada. Sí, mis queridos espectadores, os encontráis ante una cien por cien espontánea entrada Clementine.

“Los ruiseñores no hacen otra cosa que música para nuestro disfrute. No se comen las cosechas, no anidan en nuestros graneros, no hacen otra cosa que cantar con el corazón para nosotros. Por eso es un pecado matar a un ruiseñor”


En 1960, la escritora estadounidense Harper Lee brindaba a la historia de la literatura la publicación de una maravillosa novela llamada “To kill a mockingbird” (Matar a un ruiseñor). Novela que, convertida rápidamente en best seller (vendió en su lanzamiento 30 millones de copias), otorgó al año siguiente a su autora el Premio Pulitzer


Dos años después, esta novela era adaptada al cine bajo la impecable dirección del también estadounidense Robert Mulligan, quien ya llevaba tras las cámaras desde 1957. Mulligan le imprimía a la película la misma sensiblidad que se desprendía de la novela. Fue nominado al Oscar por su trabajo.

Harper Lee accedía a llevar su novela a la gran pantalla pero no así a adaptar el guión cinematográfico…


… del que se hacía cargo el dramaturgo y guionista estadounidense Horton Foote, quien a punto estuvo de no aceptar por miedo a no hacerle justicia a la novela. Foote nos regalaba uno de los más mágicos guiones de cine y era premiado con un Oscar.

“No había nadie capaz de explicar las cosas con tanta claridad como Atticus. Y aunque esa cualidad suya no nos sirviera para despertar la admiración de nuestros amigos, Jem y yo teníamos que admitir que en eso era un maestro”

Harper ponía como condición principal para esta adaptación cinematográfica que fuera el actor Gregory Peck, y no otro, el que diera vida a Atticus Finch. Así que a él le fue enviado el guión…

“Sobre todo sentí que era un personaje con el que me podía identificar, que sería capaz de ponerme en su lugar y de andar con sus zapatos”


El personaje de Atticus estaba basado en el padre de Harper, un abogado de Monroeville (Alabama). Gregory fue muy merecidamente galardonado con un Oscar por su maravillosa interpretación.

“Atticus, Jem dice que algún día este reloj le pertenecerá… Y a mí, ¿qué me vas a dar?”

Hollywood buscaba a una niña sureña que pudiera dar vida a Jean Louis “Scout” Finch, la protagonista de “Matar a un ruiseñor”. Y en Birmingham, Alabama, encontraban a Mary Badham, una niña de diez años sin ninguna experiencia anterior como actriz.

“Yo debía hacer una película con un hombre llamado Gregory Peck,
que sería mi padre durante un tiempo”


Mary fue nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria y obtuvo el Golden Laurel a la mejor actriz en los Laurel Award por su extraordinaria composición de Scout.

Matar a un ruiseñor” significaba también el debut cinematográfico de Robert Duvall, hasta entonces tan sólo actor televisivo El guionista Horton Foote conocía a Duvall por su trabajo en la pequeña pantalla. Su elección no pudo ser más acertada.


Sin emitir una sola palabra, Robert conseguía transmitirnos toda la magia de Boo Radley, su maravilloso personaje. Un personaje y una actuación para la historia del cine.

La dirección, los diálogos y la interpretación venían acompañados por una de las más emotivas bandas sonoras de la gran pantalla…


… un conjunto de preciosas y envolventes notas musicales firmadas por el extraordinario compositor neoyorkino Elmer Bernstein, a toda pantalla desde 1951. Bernstein unía su sensibilidad a todas y cada una de las que participaban en la película.


Una de las mejores adaptaciones de un libro jamás hecha
(Harper Lee)