martes, 24 de julio de 2012

Los chicos del coro

Después de mi cortometraje 'Les Tombales' estaba buscando algún tema para largometraje. Me di cuenta de que las notas que tomaba se referían sobre todo a mi primera infancia, a las emociones que experimenté entre los cuatro y los ocho años. Por otro lado, debido a mi formación musical, yo tenía muchas ganas de contar una historia relacionada con la música
(Christophe Barratier)


El 17 de Marzo de 2004, Francia y Bélgica estrenaban al unísono “Los chicos del coro” (Les choristes), una extraordinaria película producida por Jacques Perrin, Arthur Cohn y Nicolas Mauvernay para Miramax Films.  

Una película clásica para todos los públicos, con protagonistas de todas las edades y con la mezcla exacta de ternura, pasión, búsqueda de la justicia, valoración de la genialidad y un espíritu medianamente travieso, sin pasarse lo más mínimo de la raya
(Javier Ocaña, Diario El País)


Christophe Barratier nos maravillaba, literalmente, con “Los chicos del coro”, su primer largometraje como director. Christophe ya había debutado en 1996 en el mundo del cine como productor de un documental al que siguieron otros tantos, y había aparecido ya también en la gran pantalla como músico guitarrista en la película “La dilettante” (1999) y como director del cortometraje “Les tombales” (2002).

Esto es lo que más me gusta del cine, y lo que tienen en común mis películas preferidas: ¿cómo puede contribuir un individuo a mejorar el mundo? Sé que el cine no puede cambiar las cosas, pero puede despertar las ganas de intentarlo


Sobrino en la vida real del actor Jacques Perrin, Barratier comenzó sus estudios de música a la temprana edad de siete años en el Conservatorio de París, formando parte asimismo de un coro infantil. Es también uno de los concertistas de guitarra más reputados de Francia.

Así que esos dos temas, la infancia y la música, son los que me llevaron lógicamente a recordar “La cage aux rossignols”, una película que vi a los siete u ocho años, en 1970-1971, en una de las dos cadenas de televisión de la época, y que me emocionó profundamente. Casi olvidada, la película ha conservado sin embargo su encanto y, además, no ha sido sacralizada como una ‘obra maestra del cine francés’, lo que hacía que su adaptación fuera menos peligrosa. He mantenido sobre todo dos cosas: la emoción que despiertan las voces de los niños y el personaje del músico fracasado que a pesar de todo se esfuerza por cambiar el mundo de los que le rodean

El maravilloso guión de “Los chicos del coro”, firmado por el propio Barratier y Philippe Lopes-Curval, inspiraba así su historia  en “La cage aux rossignols”, película dirigida en 1945 por Jean Dréville.


La preciosa fotografía de Jean-Jacques Bouhon, Dominique Gentil y Carlo Varini, el pausado y rítmico montaje de Yves Deschamps  y la precisa dirección artística de Pierre Ferrari se unían a una de las bandas sonoras más extraordinarias de la gran pantalla.

Empezamos a trabajar la música con Bruno Coulais en Septiembre de 2002, nueve meses antes de empezar el rodaje. Queríamos huir de la imagen de niños de coro asociada con canciones de navidad y veladas junto al fuego. Había que fortalecer la música y no utilizar prácticamente el repertorio existente. Se supone que, en la historia, la música está compuesta por Clément Mathieu, un buen músico pero que ciertamente no se cuenta en la vanguardia de las corrientes musicales...


... La música era muy importante en la película y había que mostrar los progresos del coro y componer una música sencilla y sin pretensiones jugando más con la emoción que con la investigación estilísitica"


Bruno Coulais, maravilloso compositor francés, había debutado como tal a toda pantalla con “Lien de parenté” (1996) y nos había dejado ya su arte musical en miniseries televisivas como “El conde de Montecristo” o “Balzac”,  en títulos cinematográficos como “Los ríos de color púrpura” o “Las flores de Harrison” y en documentales como “Nómadas del viento”. Coulais firmó también la música de “Les tombales”, el anteriormente citado cortometraje que supuso el debut de Christophe Barratier como director cinematográfico.


El propio Barratier compuso dos de los temas musicales de “Los chicos del coro”: “Cerf-Volant” y “Nous sommes de Fond de l’Etang”. Coro excepcional el de esta banda sonora que respondía al nombre de Petit Chanteurs de Saint-Marc y era magistralmente dirigido por Nicolas Porte.

Desde el primer momento pensé en Gérard Jugnot para el papel de Clément Mathieu. También es coproductor de la película. Confío plenamente en su juicio: es un excelente lector. Leyó las tres versiones del guión y en cada momento me dio consejos muy útiles: tiene las ideas muy claras acerca de los problemas de guión y sabe anticiparse a la atención del público en el buen sentido del término, es decir, ofreciéndole obras que podría amar y no sólo las que ya ama. Su intervención siempre ha sido muy oportuna


través de un magnífico Gérard Jugnot conocíamos al resuelto Clément Mathieu. Gérard debutó como actor en 1973 con "L'an 01", título cinematográfico al que siguieron otros como "¡Qué vida la del artista!", "El juez y el asesino", "El quimérico inquillino" o "El otro Sr. Klein". Un año más tarde, se estrenaba como guionista con el cortometraje "Bonne présentation exigée", desempeñando esa misma labor más adelante en otra serie de largometrajes. 


Y en 1984 dirigía "Pinot simple flic", su primera película tras las cámaras a la que siguieron ocho títulos más entre los que se encontraban "Una época formidable", "Caiga quien caiga, mañana me caso" o "Monsieur Batignole", títulos todos éstos en los que Jugnot, además, interpretaba el papel protagonista. 

Me gusta salir de ver una película con ganas de identificarme con el personaje principal. La enseñanza de Clément Mathieu no se limita a unas simples lecciones de música sino que es una lección de vida”


François Berléand era para nosotros Rachin, el estricto director del centro. Berléand apareció por vez primera en la gran pantalla en 1979 en “Martin et Léa”, título al que siguieron otros como “El membrillo”, “Ote-toi de mon soleil” (donde François también participaba en su banda sonora), “Adiós, muchachos”, “La pasión de Camille Claudel”, “Milou en Mayo” o “La carnaza”.


Kad Merad era Chabert. Merad se iniciaba como actor cinematográfico tres años atrás con “Le grande vie” (2001), participando después en otros títulos como “El farmacéutico de guardia” o “Les clefs de bagnole”. En 2008 le vimos como Philippe en “Bienvenidos al Norte” y en 2009 como el padre de Nicolás en “El pequeño Nicolás”.


Y Marie Bunel daba vida a Violette Morhange, la madre de Pierre, el niño protagonista. Marie debutó a toda pantalla en 1978 en “L’hotel de la plague” y continuó su carrera en el cine a través de títulos como “Quince años recién cumplidos”, “La sangre de otros”, “Asunto de mujeres” o “Mi vida en rosa”

El tema de la infancia es el más universal... Con independencia del origen social de los niños que he elegido para la película, desde el momento en que se vistieron con la ropa de la época ya no fueron nada más que niños con los mismos miedos, los mismos deseos y las mismas penas...



Solista del coro infantil Petits Chanteurs de Saint Marc, en Lyón, y sin experiencia alguna en la interpretación cinematográfica, Jean-Baptiste Maunier contaba 13 años de edad cuando fue elegido para, magistralmente, dar vida a Pierre Morhange, el niño protagonista de esta historia. Jean-Baptiste volvería a coincidir en 2007 con Gérard Jugnot en “El albergue rojo”.

Desde el principio, tuve claro que el papel del solista fuera para un verdadero cantante. Sabía que sería difícil encontrarlo, pero tuve una suerte enorme: en nuestro viaje por Francia buscando a los mejores coros para elegir al que tenía que grabar la banda sonora original de la película, descubrimos al joven Jean-Baptiste Maunier. Su voz es excepcional y muy conmovedora, y como sus pruebas para el papel fueron concluyentes, ni lo dudé...

Para el resto del coro, yo no quería a jóvenes actores 'profesionales' porque me gusta la parte de juego que hay en los niños y que se escapa de la sistematización. Buscamos a los niños en los mismos lugare de rodaje de Auvernia. Tras la audición de más de dos mil niños, pude distribuir los papeles y descubrí entre ellos auténticos actores


Théodule Carré-Cassaigne (Leclerc), Simon Fargeot (Boniface), Cyril Bernicot (Le Querrec), Thomas Blumenthal (Corbin)…




Y Maxence Perrin, que apenas contaba 8 años de edad cuando debutó como actor en este film como el mágico Pépinot, el niño más pequeño del grupo y a un tiempo el más entrañable de todos ellos.


El pequeño Maxence debe su nombre al del personaje que en “Las señoritas de Rochefort” (1967) interpretó su padre…


... el maravilloso actor francés Jacques Perrin  quien, además de producir "Los chicos del coro" daba vida en ella a Pierre Morhange de adulto. Perrin había debutado en la gran pantalla en 1946 con “Les portes de la nuit”…


… y llevaba ya tras de sí una importante serie de títulos cinematográfico como “La chica con la maleta”, “Crónica familiar”, “Los raíles del crimen”, “Las señoritas de Rochefort”, “Están todos bien” o “El pacto de los lobos”. También le habíamos visto ya, por supuesto, como un extraordinario Totó adulto en “Cinema Paradiso”.


Completaban el excelente reparto Carole Weiss (la condesa), Didier Flamand (Pépinot adulto), Jean-Paul Bonnaire (Maxence), Philippe du Janerand (Langlois), Grégory Gatignol (Mondain)

Hermosísima, sin la pretensión de repetir los pasos sagrados de Louis Malle en ‘Au revoir les enfants’ pero con la enorme ambición de convertir al espectador en una persona mejor… Una pequeña maravilla
(Federico Marín Bellón, Diario ABC)


Entre otros muchos premios y nominaciones, “Los chicos del coro” recibió dos Premios César : mejor música  y mejor sonido, siendo también nominada en estos galardones en las categorías de película, director, diseño de producción, actor (Gérard Jugnot) y actor secundario (François Berléand).


Fue también reconocida con dos candidaturas en los Premios Oscar : mejor película extranjera y mejor canción (“Vois sur ton chemin”). Y fue nominada como mejor película extranjera en los David di Donatello, en los Globos de Oro y en los Premios Goya.


Una historia con alma propia que va en línea directa a nuestro corazón. Una película de ésas que te quedas siempre corto a la hora de calificarla. Extraordinariamente mágica, tremendamente emotiva, musicalmente perfecta, esperanzadora, vital, elegante… Preciosa.

"Tengo la sensación de que he llevado en mí, inconscientemente, el guión de "Los chicos del coro" desde hace mucho tiempo. He podido exorcizar algunos episodios de mi infancia y he podido hablar de la música, que sigue siendo una de mis grandes pasiones. Como el personaje de Clément Mathieu, nunca he llegado a concretar mi carrera musical: un día, de la noche a la mañana, decidí dejarlo, y sabía que algún día debería evocarla para saber si ese abandono fue un acto de valentía o de cobardía. Creo que se puede descifrar lo que soy a través de cada uno de los personajes... ¡sin excluir al director!"
(Chistophe Barratier)

10 comentarios:

Manderly dijo...

Una de esas pequeñas-grandes maravillas que no sencontramos de vez en cuando.
Me gustan este tipo de películas maestro-alumno, que aunque ya están muy vistas no me cansan.
Saludos.

miquel zueras dijo...

Una extraordinaria película que es dificil no asociar con "Au revoir les enfants". Las interpretaciones de los niños son de lo mejor, más que conflictivos son simplemente internos y así hacen más creible su adaptación al método musical del profesor. Me pareció mucho mejor que la -para mí- sobrevalorada "El club de los poetas muertos". Besos. Borgo.

Pepe Cahiers dijo...

No, no soy muy partidario de "Los chicos del coro". Supongo que traía tan buena fama que me dejo algo frio. Soy mas de "Semilla de maldad", que cantar la verdad es que no cantaban, pero eran muy malotes.

Clementine dijo...

Yo también la veo así, Manderly, como una pequeña gran maravilla, una pequeña joya cinematográfica. Saludos.

Yo me tengo que revisar "Au revoir les enfants", Miquel, porque aunque recuerdo que me encantó, la tengo demasiado olvidada. Y de acuerdo contigo con respecto a la de los poetas muertos, mucho ruido y pocas nueces, muy pocas. Besos, Borgo.

Cahiers, los niños de "Los chicos del coro" no son malos, y menos malotes (quitando a uno más mayor que ni siquiera es del coro). Son lo que dice Miquel, internos, y con ese director además. Con lo que creo que no se puede meter esta película en el mismo saco que "Semilla de maldad", por otro lado la mejor en su especie desde mi punto de vista.

Anfibia anura dijo...

Muchas gracias por enseñarnos cosas tan interesantes. La película y la música me encantan, leyendo tu texto he revivido las melodías y las fantásticas voces. Ahora tendré las notas resonando todo el día...

Clementine dijo...

Gracias a ti, Anfibia anura, por redondear esta entrada con tu comentario, tooodo un honor. Y buena banda sonora te acompañará, entonces, hoy. Muchos besos.

Roberto Béjar dijo...

Una película inolvidable, ya lo creo. ¡Y qué decir de su banda sonora que no esté ya dicho!
Gerard Jugnot hace una sólida y creíble interpretación de este músico fracasado, que se las arregla para hacer que aflore el arte en lugar tan lúgubre.
Un abrazo!

Clementine dijo...

Hola, Roberto, echaba de menos tu comentario en esta entrada, tenía la seguridad de que esta película iba a ser de las tuyas. El papel de Jugnot es uno de los personajes más bonitos de la historia del cine y la banda sonora ya ves tú. ¡Otro abrazo para ti!

Alicia dijo...

Leyendo tu entrada y recordando la peli, ¡¡me han entrado unas ganas de apuntarme a otro coro!!....

Clementine dijo...

No me extraña, Alicia, no me extraña...