lunes, 12 de abril de 2010

Stan y Jerry

Hoy “La Gran Pantalla” cumple un año. Y Jerry Lewis me ayudó entonces a inaugurarla. Por eso, he querido que sea también él quien aparezca en esta entrada. Pero esta vez a través de su enriquecedora experiencia al conocer y entablar una estrecha amistad con otro grande de la comedia, Stan Laurel.


En su entrañable autobiografía “Jerry Lewis por Jerry Lewis”, libro que desde aquí recomiendo a los que, como yo, consideran a este actor como un completo y gran artista, Jerry nos cuenta cómo conoció personalmente a su admirado Stan Laurel.

En 1959, durante la fase de montaje de su película “El botones”, Lewis se encontró por casualidad con el también actor Dick Van Dyke, quien le comentó que Stan Laurel no se encontraba bien, que no tenía nada grave pero estaba triste.


La muerte, dos años antes, de su gran amigo Oliver Hardy había provocado en Stan un gran bajón emocional.


Dick Van Dyke conocía personalmente a Stan Laurel. Éste incluso le había orientado, y después halagado, en la imitación que de él hizo Van Dyke en un show televisivo.

Dick sugirió a Jerry que le llamara por teléfono, seguro de que a Stan le encantaría oírle. Al objetar Jerry no querer importunarle, por no conocerse personalmente, Dick afirmó: “Es el mismo tipo encantador que conocemos desde pequeños por sus películas. Créeme, tendréis muchas cosas de qué hablar”.


Aquella misma semana, Jerry le llamó. Le confesó que admiraba su obra y que le encantaría saber su opinión sobre un guión que acababa de escribir. A Stan le entusiasmó la idea y le citó en su casa para ese mismo Domingo.


Laurel vivía con Ida, su mujer, en un pequeño apartamento de aspecto muy náutico: miniaturas de balleneros, un reloj de barco colgado en la pared… Y, al final del cuarto de estar, una magnífica ventana sobre el océano. “Es una hermosa piscina… Me paso las horas muertas mirando al mar, para ver alguna sirena. Pero nunca aparecen”, le comentó Stan a Jerry.

Al enseñarle Lewis su guión de “El botones”, Stan le dijo que se sentía halagado si había escrito un papel para él, pero que no podía volver a trabajar. Jerry le explicó que su deseo era que le hiciera comentarios sobre el guión. Stan accedió encantado.


Tras cuatro horas de estimulante conversación, en las que Laurel le habló de cómo empezó a trabajar en comedia al reemplazar a un actor de la compañía teatral de su padre, y cómo lo llegó a aprender todo de éste, Jerry fue de nuevo invitado por Stan para la semana siguiente.


Yo he intentado hacer reir a la gente. Era mi trabajo. No he pretendido cambiar el mundo. Lo único que he pretendido es divertirme y dar diversión a los demás

Los tres posteriores días a la primera visita los dedicó Jerry al montaje de “El botones”. Y aunque estaba concentrado en su trabajo, no podía olvidar los ojos tristes de Stan. El mundo de Hollywood no le había homenajeado como él se merecía, nadie recordaba en su justa medida sus grandes aportaciones a la industria cinematográfica.


¡Menuda pareja, Stan Laurel y Oliver Hardy! Eran tan extraordinariamente originales, tan divertidos, que en ocasiones me quedaba toda la noche en vela viendo y volviendo a ver sus dos o tres películas principales. Y cada vez descubría una nueva faceta, un nuevo giro, un nuevo detalle. Eran, y son, quiméricos y simpáticos como un recuerdo antiguo…
(Jerry Lewis)

A la semana siguiente, tal como habían quedado, volvió Jerry a visitarle. Mantuvieron otra larga conversación en la que Laurel le habló de sus viejos tiempos, de cuando actuaba en los music hall ingleses, de su fructífera carrera con Oliver Hardy…


Y le entregó a Jerry el guión con sus anotaciones añadidas en los márgenes y brillantes comentarios y observaciones.

Jerry entonces le pidió que trabajara con él. Le ofreció un puesto en su empresa, como asesor técnico. Pero Stan lo rechazó. No podía creer que Lewis le necesitara verdaderamente.

Antes de irse, Jerry le invitó a cenar a su casa. Stan se lo agradeció pero le dijo que prefería no salir. No quería que nadie le viera así. Quería que le recordaran como en las películas, sobre todo los niños.


En 1960, Jerry Lewis estrenaba “El botones“. Una pequeña obra maestra, hecha a base de ingeniosos gags, en la que brillaba por derecho propio uno donde aparecía el actor Bill Richmond con el mismo aspecto de Stan Laurel.


Jerry, finalmente, decidió incluirle en su película. Y así se lo transmitió a él.

En 1961, Stan Laurel recibía un Oscar Honorífico "por su pionera creatividad en el campo de la comedia cinematográfica”.

Durante los últimos cinco años de su vida, Stan le enseñó a Jerry muchas cosas valiosas y le traspasó sus conocimientos del mundo de la comedia cómica.

Gracias, Jerry, por compartir con nosotros esta maravillosa historia.


Y gracias, Stan, por aportarle al séptimo arte tu mágica humanidad.

Yo siempre he interpretado mi papel de idiota desde mi propio punto de vista sobre la vida: una grande y sombría tormenta en la que aparece repentinamente el brillo de un arco iris de risas.
Por  eso, mi tipo de creador cómico favorito es el que puede pasar rápidamente de lo negativo a lo positivo. Por ejemplo, Stan Laurel; era un genuino genio de la comicidad, el arquetipo del hombre que se mete en líos, el que se enfrenta al tipo de la chistera negra, que es el típico malo de la película… El tipo de la chistera es nada menos que el millonario director de banco que le tiene la casa hipotecada. Entonces… ¡a por él! ¡A tirarle el sombrero con una bola de nieve!
(JERRY LEWIS)

5 comentarios:

Alicia dijo...

FELIZ CUMPLEAÑO, BLOGUERA, CUMPLEAÑO FELIZ!! Cómo se ha pasado de rápido, qué barbaridad, y qué de historias nos has contado...
Pues que cumplas muchos más y que te den también a tí un Oscar honorífico, que te lo mereces.
(Qué majo Jerry en el trocín que sale leyendo)
Besos y que sigas tan inspirada

FENOKY dijo...

Bonito post de cumpleaños para este gran blog dedicado al cine en su más selecta esencia.

¡¡FELICIDADES!!

Clementine dijo...

Gracias, gracias, querido público.
Y en este segundo año que empezamos juntos, que no os tenga que poner falta a ninguno, ¿eh?
Gordos besos flacos para los dos.

Roberto Béjar dijo...

¡Qué buena historia! No la conocía. Ahora entiendo porqué en "El botones" sólo sale Stan Laurel sin Oliver Hardy. Qué majos Lewis y Van Dyke. La verdad es que los actores citados en esta entrada siempre me han parecido buena gente.
¡Felicidades por el cumpleaños!

Clementine dijo...

Gracias, Roberto. También espero que tú te sigas asomando por aquí en este segundo año que empezamos.
Pues sí, es una buena historia. Digna de ser contada, que es lo que yo pensé cuando la leí en la autobiografía de Lewis.
Y sus protagonistas, además de buena gente, son como de toda la vida. Y quizás por eso hacen la historia aún más entrañable y humana.
Un gordo beso flaco para ti también.