domingo, 23 de febrero de 2014

MAXIMILIAN SCHELL

Uno de los actores más importantes de todos los tiempos

(Lawrence David Foldes, miembro de la Academy of Motion Pictures Arts and Sciences de Los Ángeles)


El pasado 1 de febrero, la cultura cinematográfica se entristecía una vez más. Maximilian Schell, una de sus más grandes figuras, nos dejaba a sus 83 años de edad.


Hijo del poeta Hermann Ferdinand Schell y de la actriz Margarete Schell Noé, llegabas a este mundo, Maximilian, el 8 de diciembre de 1930 en Viena…

“Yo crecí en una atmósfera teatral que daba por sentada. Recuerdo el teatro, como niño, de la misma manera que los demás recuerdan la cocina de su madre. La actuación era todo lo que me rodeaba, y también lo era la poesía. Hice mi debut en el teatro a la edad de tres años, en Viena”

En 1938 emigrabas a Zurich, junto a tus padres y tus tres hermanos, huyendo del nazismo, recibiendo allí, en Suiza, tu educación. Con apenas doce años aparecías en los escenarios interpretando al hijo de Guillermo Tell y también a esa edad escribías una obra que era producida por tu propia escuela. 


En 1955 debutabas en la gran pantalla en “Kinder, Mütter und ein General”, producción alemana a la que siguieron otras seis de esta misma nacionalidad…


… antes de ser elegido para dar vida al Capitán Hardenberg en “El baile de los malditos”, clásico dirigido por Edward Dmytryk en el que compartiste cartel con Marlon Brando, Montgomery Clift, Dean Martin y Hope Lange.


Tu perfecto conocimiento del alemán y del inglés te fueron de muchísima utilidad a la hora de conseguir papeles bélicos relacionados con el nazismo. En palabras del historiador de cine Robert C. Reimer, tu especialidad fue la de dar vida a jóvenes oficiales desilusionados con la deriva del régimen nazi.

Tras otra serie de producciones alemanas para el cine y la televisión, entre las que se encontraba, Maximilian, tu televisivo Hans Rolfe de “Judgment at Nuremberg” en 1959 y, al año siguiente, tu también televisivo Hamlet




… conseguías un más que rotundo éxito de nuevo con tu Hans Rolfe pero esta vez a toda pantalla en “Vencedores o vencidos” (1961), excepcional clásico cinematográfico dirigido con maestría por Stanley Kramer donde formaste parte de un extraordinario elenco con nombres de la talla de Spencer Tracy, Montgomery Clift, Richard Widmark, Burt Lancaster, Marlene Dietrich, Judy Garland… Menudo plantel de lujo.




Después vendrían otros títulos como “Ejercicio para cinco dedos”, “Los condenados de Altona” o “El hombre que no quería ser santo”…




Y en 1964, dirigido por Jules Dassin y con Melina Mercouri y Peter Ustinov como compañeros de reparto, “Topkapi”, un entretenido y hoy ya clásico cinematográfico. 

Ese mismo año, Maximilian, colaborabas en el guión y protagonizabas el cortometraje “Letters of Mozart - Briefe Mozarts”. Y después, tras participar en la miniserie “Der seidene Schuh” dando vida a Don Rodrigo



… eras dirigido por J. Lee Thompson en “Una llamada a las doce” y por Sidney Lumet en “Llamada para un muerto”…



… títulos a los que siguieron otros como “Más allá de las montañas” o “Una tumba al amanecer”.


En 1968 aparecías en el telefilm “Heidi”, dando vida a un elegante Richard Sesseman, dirigido por Delbert Mann y junto a Michael Redgrave en el papel del abuelo y Jean Simmons como Fräulein Rottenmeier.



Y un año después en otro clásico de la gran pantalla, “Al Este de Java”, interpretando al Capitán Hanson y compartiendo cartel con Diane Baker, Sal Mineo, Brian Keith, Rossano Brazzi… y el Krakatoa.


Ese mismo año de 1969, y bajo la dirección de Alessandro Blasetti, protagonizabas “Simón Bolívar” sobre una historia y guión de nuestro José Luis Dibildos y compartiendo cartel con nuestros Francisco Rabal, Sancho Gracia, Fernando Sancho, Julio Peña, Conrado San Martín…


Y en 1970 dirigías y escribías el guión, sobre una historia de Ivan Turgenev, de “Erste Liebe” (Primer amor), título cinematográfico, en el que también te reservabas un papel, que fue nominado al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.


En 1974 llegaba tu magnífico Eduard Roschmann de “Odessa”, otro clásico esta vez dirigido por Ronald Neame que basaba su historia en la novela homónima de Frederick Forsyth y en el que compartías cartel con Jon Voight, Derek Jacobi y María Schell, tu hermana en la vida real.


Y después, “El puente sobre Estambul”, otro título escrito y dirigido por ti que estaba protagonizado por Jon Voight, Jacqueline Bisset y Robert Shaw.


En 1977 otro gran clásico del cine, “La cruz de hierro”, título dirigido por Sam Peckinpah en el que, junto a James Coburn, James Mason, David Warner y Senta Berger, dabas vida al Capitán Stransky.


Aparecías también en ese mismo año, y en el papel del Teniente General Bittich, en “Un puente lejano”, bajo la dirección de Richard Attemborough y compartiendo cartel de lujo con nombres como Dirk Bogarde, Sean Connery, Gene Hackman, Edward Fox, Michael Caine, Anthony Hopkins, James Caan, Liv Ullman, Laurence Olivier, Robert Redford… y el propio Richard Attemborough. 


Y en “Julia”, maravilloso título en la filmografía de Fred Zinnemann basado en una historia de Lillian Hellman donde, interpretando a Johan aparecías junto a Jane Fonda, Vanessa Redgrave, Jason Robards y Meryl Streep.

En 1979, otros títulos cinematográficos como “Pasiones en juego”, “El tren de los espías”, “Amo non amo”…


Y “El abismo negro”, una producción Disney que contaba con tu magnífico Dr. Reinhardt y con Anthony Perkins, Ernest Borgnine y Roddy McDowall completando el reparto.

Llegarían después para ti dos telefilmes más, “El diario de Anna Frank” y “El fantasma de la ópera”…


Y “Los clandestinos de Asís”,  película para la gran pantalla donde dabas vida al Coronel Müller y compartías cartel con Ben Cross, James Mason e Irene Papas.


En 1986 protagonizabas la magnífica serie “Pedro el Grande” junto a otros nombres como Vanessa Redgrave, Omar Sharif, Trevor Howard, Laurence Olivier, Elke Sommer, Helmut Griem, Ursula Andress, Mel Ferrer… y Jan Niklas como tu personaje en su juventud.

Y después llegarían otros títulos cinematográficos como “Juicio a un desconocido”, “El novato”, “Un lugar muy lejano”, “Little Odessa”, “Idolos, mentiras y rock & roll”, “Corazones enfrentados”, “Deep impact”, “Festival in Cannes” o “Flores negras”.

Participaste también en otros telefilmes como “Stalin” (donde interpretabas a Lenin), “En busca de su libertad”, “Abraham” o “El pájaro espino: Los años perdidos” (donde dabas vida al Cardenal Vittorio), “Juana de Arco”, “Coast to coast”, “Por el amor de un sacerdote” (como el Padre Christopher) o “Esencia de amor”. Y en otras series de televisión como “Wiseguy”, donde dabas vida a Amadeo Guzman o “Giganteen”, donde interpretabas al mismísimo Albert Einstein.

También nos dejas tu último trabajo para la gran pantalla, tu Mr. Escher de “Les brigands”, título ahora en posproducción...


Extensa y fructífera carrera cinematográfica la tuya, Maximilian, que fue merecidamente reconocida con un buen número de premios y nominaciones.

Por tu maravillosa interpretación en “Vencedores o vencidos” te fue otorgado el Oscar al mejor actor. 


Éste es un honor no sólo para mí, sino para todo el reparto y para ese gran hombre ya anciano que con ésta ha sido nominado ya ocho veces: Spencer Tracy
(Maximilian Schell al recoger su Oscar)

También recibiste el Globo de Oro por esta magnífica interpretación tuya que preparaste leyéndote las actas completas del juicio de Nuremberg. Y fuiste asimismo nominado al Oscar y al Globo de Oro por dos títulos cinematográficos posteriores: “The man in the glass booth” y “Julia”.

Y entre otros muchos premios y nominaciones también te fue otorgado el Premio Honorífico en los Bavarian Film Awards

Escribiste también el guión de dos documentales aclamados por la crítica…


Marlene”, una larga entrevista a Marlene Dietrich con la que tú reconstruiste su biografia…


… y “Meine Schwester Maria” (Mi hermana Maria), con tu hermana Maria Schell como principal protagonista, donde mostrabas los efectos de la fama sobre la gente del cine. 


También brillaste con luz propia en los escenarios. Representando con gran éxito “Ricardo III” o “Hamlet” (eras un gran amante de Shakespeare), y apareciendo en Broadway en 2001 en “Judgment at Nuremberg”, esta vez como Ernst Janning, el papel que hizo Burt Lancaster en la gran pantalla. 

En 1997 escribías la novela “Der rebel” (El rebelde). Y en 2012 tu autobiografía.

“Yo tocaba el piano. He aprendido mucho acerca de la música”

Cierto, también eras pianista. Y llegaste a interpretar conciertos con Claudio Abbado y la Filarmónica de Berlín y la Sinfónica de Viena


… y con Leonard Bernstein. Y dirigiste “Lohengrim” de Richard Wagner para Los Ángeles Opera en Septiembre y Octubre de 2001. Y durante cinco temporadas fuiste director teatral en el prestigioso Festival de Salzsburgo, dirigiendo “Cuentos de los Bosques de Viena” y “Una corneta en la Ópera alemana”, estrenadas en Londres y Berlín, respectivamente. 

Y aún querrás que no te admire… Profundamente.


Gracias, Maximilian, de todo corazón. Por tu maestría, por tu elegancia, por tu magnética personalidad, por tu apostura, por tu buen hacer, por tu presencia, por tu talento, por tu grandeza…

Y, sobre todo, por ser Maximilian Schell.

Creo que hay un poeta que escribió en cierta ocasión que una tragedia de Shakespeare, una sinfonía de Beethoven y una tempestad se basaban en los mismos elementos. Es una bonita idea
(MAXIMILIAN SCHELL)

sábado, 15 de febrero de 2014

La diligencia

En 1931, el western “Cimarrón” obtenía el Oscar a la mejor película, siendo la primera en este género que se hacía con el citado galardón. Desde entonces fueron llevados a la gran pantalla una gran cantidad de títulos ambientados en el lejano Oeste, todos ellos, sin embargo, de bajo presupuesto y con poco más que un simplista argumento.


En 1937, el director estadounidense John Ford leía en el Collier’s MagazineStage to Lordsburg”, un relato breve del autor americano Ernest Haycox. Ford quedaba entusiasmado con la galería de personajes que aparecía en esta historia, concibiéndola para la gran pantalla no como un western más sino como un retrato de la naturaleza humana a través de varios personajes.


Desde 1917 tras las cámaras cinematográficas, John Ford había firmado ya títulos hoy tan clásicos como “Hombres marcados”, “El caballo de hierro”, “Shari, la hechicera”, “La patrulla perdida”, “El juez Priest“, “Pasaporte a la fama”, “El delator”, “María Estuardo”, “La osa mayor y las estrellas”, “La mascota del regimiento” o “Huracán sobre la isla”.

En 1939 llevaba ya trece años sin dirigir un western, el último, aún en la era muda, había sido “Three bad men”. Con los derechos de adaptación de “Stage to Lordsburg” ya en sus manos, Ford se dispuso a llevar esta historia a la gran pantalla. Ningún estudio, sin embargo, quiso hacerse cargo por tratarse de un western, género que no gozaba en esos momentos de buen cartel.


Muy, muy, muy afortunadamente para la historia del cine, en el camino de John Ford se cruzaba Walter Wanger, productor estadounidense que terminaba para entonces su contrato con la United Artists pero aún debía producir una película más. Y Wanger elegía este proyecto de Ford.


Ben Hecht y Dudley Nichols, sin duda dos de las más grandes figuras de la historia del cine, firmaban el maravilloso guión de “La diligencia”…


…basándose en el anteriormente citado relato “Stage to Lordsburg” de Ernest Haycox quien, a su vez…


… se inspiraba en “Boule de suif ”, otra historia corta firmada por el escritor francés Guy de Maupassant.


Las extraordinarias imágenes de “La diligencia” corrían a cargo de Bert Glennon, magnífico director de fotografía que debutaba a toda pantalla en 1916 y llevaba ya tras de sí clásicos como “Los diez mandamientos” (en su versión muda de 1923), “La Venus rubia”, “Gloria de un día”, “Alicia en el País de las Maravillas” (en su versión de 1933), “Capricho Imperial” o “Huracán sobre la isla”. Tras “La diligencia”, Glennon volvería a trabajar con Ford en otros títulos como “El joven Lincoln”, “Corazones indomables”, “Caravana de paz”, “Río Grande” o “El sargento negro”.


Alexander Toluboff era el responsable de la espléndida dirección artística de “La diligencia”. Toluboff ya había sido anteriormente admirado por otros títulos como “Rasputín y la zarina”, “La reina Cristina de Suecia”, “Sólo se vive una vez” o, en ese mismo glorioso año de 1939, “Cumbres Borrascosas”. Otro genio, sin ninguna duda.


Y la música de “La diligencia” nos llegaba a través de la maestría del neoyorquino Gerard Carbonara, excelente compositor, también violinista y director de ópera, que ya había firmado más de cuarenta títulos de la gran pantalla entre los que se encontraban “El patriota”, “El canto del lobo”, “El camino del pino solitario”, “Milicias de paz” o “La ley del revólver”.


John Ford ha barrido diez años de artificio y ha rodado una película que interpreta una canción de cámara… Mr. Ford no rodea de sombras a sus personajes; o hacen las cosas de forma directa o no las hacen…
Ésta es una diligencia con la fuerza de un Ford
(Frank S. Nugent, futuro guionista de John Ford, en el New York Times, 1939)

La joven esposa de un oficial de caballería, un viajante de whisky, el cochero, el comisario, una prostituta, un médico borrachín, un jugador y ex oficial sudista, un banquero no muy legal, un prófugo en busca de venganza... Y una diligencia.

Una perfecta mezcla de humanidad y suspense…
absolutamente de primera clase
(Film Weekly)

El productor Walter Wanger quería para los papeles protagonistas de “La diligencia” a Gary Cooper y a Marlene Dietrich, quienes ya habían sido vistos como pareja cinematográfica nueve años atrás en “Marruecos”. 

Sin embargo, tanto Cooper como Dietrich eran ya celebradas estrellas del celuloide. Ante la imposibilidad de contratarlos debido a sus honorarios, John Ford dirigió su mirada hacia un joven actor que él ya había dirigido anteriormente, que hacía westerns “de cinco días” y que tan sólo llevaba tras de sí un título de más peso, “La gran jornada”, que ni siquiera había funcionado bien en taquilla.

"La esencia más pura del Far West late en esta obra (…) da carta de naturaleza al mito icónico de John Wayne, cuyo personaje se mueve entre un inolvidable plantel de secundarios
(Miguel Ángel Palomo. Diario El País)

“Mis amigos me llaman Ringo, el apodo que tenía cuando era niño. Mi nombre es Henry…”


Un maravilloso John Wayne daba vida a un más que entrañable Ringo Kid. En el cine desde 1926, Wayne había ya trabajado a las órdenes de John Ford en películas como “¡Madre mía!”, “Cuatro hijos”, “Legado trágico”, “Shari, la hechicera”, “El triunfo de la audacia”, “Tragedia submarina” o “El intrépido”.


Tras “La diligencia” vendrían para él otros títulos como “Hombres intrépidos”, “No eran imprescibles”, “Fort Apache”, “Tres padrinos”, “La legión invencible”, “Río Grande”, “El hombre tranquilo”, “Centauros del desierto”, “Escrito bajo el sol”, “Misión de audaces”, “Los comancheros”, “El hombre que mató a Liberty Valance”, “La taberna del irlandés”… Qué lujo de filmografía.

“Doc, ¿no tengo derecho a vivir? ¿Qué he hecho yo?”


Claire Trevor era la encantadora Dallas. A toda pantalla desde 1933, Trevor ya había sido vista en cerca de treinta títulos cinematográficos entre los que se encontraban “Compañeros de viaje”, “Calle sin salida” o “El sorprendente Dr. Clitterhouse”.


Tras “La diligencia” veríamos también a Claire en otros clásicos como “Historia de un detective”, “Cayo Largo”, “El mejor de los malvados” o “Dos semanas en otra ciudad”.

“Tú no lo entenderías, vaquero, nunca has visto un ángel, ni una noble dama, ni una gran señora…”


El intrigante Hatfield era magistralmente interpretado por un elegantísimo John Carradine, extraordinario actor que debutaba en el cine en 1930 y que el público americano había disfrutado ya en clásicos como “El signo de la cruz”, “Gloria de un día”, “El hombre invisible”, “Satanás”, “La novia de Frankenstein”, “María Estuardo”, “Capitanes intrépidos” o “Tierra de audaces”.


Carradine trabajaría tras “La diligencia” de nuevo con Ford en otros títulos como “Corazones indomables”, “Las uvas de la ira”, “El último hurra”, “El hombre que mató a Liberty Valance” o “El gran combate”. Muy grande Carradine, muy grande.

“Lo que necesita el país es más cogorzas… cogorzas”


Thomas Mitchell era un más que sensacional Josiah Boone. En el cine desde 1923, Mitchell ya había aparecido en otros doce títulos entre los que se encontraban “Los pecados de Teodora”, “Horizontes perdidos” o “Huracán sobre la isla”.


Tras su maravilloso Doc Boone de “La diligencia”, Mitchell nos dejaría en la gran pantalla otros entrañables personajes como su Gerald O’Hara en “Lo que el viento se llevó” o su tío Billy en “¡Qué bello es vivir!”. Extraordinario también Thomas Mitchell.

“Kansas City, Kansas, hermano…”


Donald Meek era un espléndido Samuel Peacock. En la gran pantalla desde 1923, este excelente actor escocés llevaba ya tras de sí títulos como “La viuda alegre”, “Pasaporte a la fama”, “La marca del vampiro”, “El delator”, “Mares de China”, “Sueño de amor eterno”, “El capitán Blood”, “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Vive como quieras” (inolvidable su Sr. Poppins) o “Tierra de audaces”. 


Tras “La diligencia” pudimos ver también a Meek en otros clásicos como “El joven Lincoln”, “La venganza de Frank James”, “Un rostro de mujer”, “La llama sagrada” o “Escuela de sirenas”. Importante filmografía también la de Donald Meek.

“Bueno, si hay algo que no me gusta es conducir una diligencia en territorio apache…”


El genuino Buck era magníficamente interpretado por el no menos genuino Andy Devine. A toda pantalla desde 1928, Andy había sido visto ya en más de 70 títulos entre los que se encontraban “Contrastes”, “Ha nacido una estrella” o “Chicago”.


Tras “La diligencia”, Devine trabajaba de nuevo con Ford en otros clásicos del western como “Dos cabalgan juntos” o “El hombre que mató a Liberty Valance”.


Completaban el espléndido reparto de “La diligencia” Louise Platt (Lucy Mallory), George Bancroft (Curley) o Berton Churchill (banquero Gatewood). Y Chief John Big Tree, Tim Holt, Tom Tyler, Ed Brady, William Hopper…


…y, en pequeñas apariciones, Hank Worden y Woody Strode. Worden coincidiría más adelante con John Ford en otros títulos como “Fort Apache”, “Tres padrinos”, “Caravana de paz”, “Centauros del desierto” (dando vida al mágico Mose Harper), “Misión de audaces” o “El sargento negro”. Por su parte, a Strode le veíamos tras “La diligencia” (su debut cinematográfico) en otros míticos títulos de John Ford como “El sargento negro”, “Dos cabalgan juntos”, “El hombre que mató a Liberty Valance” (maravilloso Pompey) o “Siete mujeres”. Inolvidables Hank Worden y Woody Strode. E imprescindibles en el cine de John Ford.

Durante la producción de “La diligencia” todos los actores debían asistir al plató, tuvieran que trabajar ese día o no, creándose pronto por ello un ambiente más que familiar. Y a esto contribuía la costumbre de Ford de contratar como extras para sus películas a viejos amigos de la época muda del cine. Bryan Washburn, Helen Gibson, Buddy Roosevelt, Bill Cody, Franklyn Farnum, Verter Pegg, Duke Lee o Frank Baker fueron, entre otros muchos, los elegidos para “La diligencia”.

Primero fueron filmadas las escenas de exteriores, para lo cual John Ford eligió un incomparable paraje que era conocido con el nombre de…




… eso, Monument Valley, una meseta realmente extraordinaria situada entre los estados de Utah y Arizona. 

La diligencia” fue la primera película de John Ford rodada en el Monument Valley y después vinieron otras: “Pasión de los fuertes”, “Fort Apache”, “La legión invencible”, “Caravana de paz”, “Río Grande”, “Centauros del desierto”, “El sargento negro” y su último western, “El gran combate”.


Rodados en estudio, los interiores de "La diligencia" tenían techo, una práctica aún poco usual para la época. Con ello se trataba de crear un efecto de claustrofobia que contrastara claramente con la abierta expansión del Monument Valley.

Una rara obra maestra de la pantalla
(Newsweek)


Producción de Walter Wanger para United Artists, “La diligencia” (Stagecoach) se estrenaba en Los Ángeles (California) el 15 de febrero de 1939.

Si bien no llegaron a entusiasmar sus primeras proyecciones privadas, en las que se reprochaba entre otras el extender demasiado la escena del ataque indio o el no haber sido rodada en color, su estreno al gran público sí fue un rotundo éxito.

Junto a “Union Pacific” y “Tierra de audaces”, “La diligencia” de John Ford supuso el renacimiento del western como género, y de qué manera. Hoy está considerada como uno de los más grandes clásicos de la historia del cine.




Los Oscar de la Academia la dintinguían galardonándola en las categorías de mejor película, mejor director, mejor actor secundario (Thomas Mitchell) y mejor banda sonora, nominándola también en lo referente al montaje, la fotografía y la dirección artística.

Por su parte, John Ford recibía el Premio de la Crítica Cinematográfica de Nueva York al mejor director.

Ésta es una gran película del tipo de las que van a parar a los libros de historia del cine
( A. Jimpson Harman. Evening News)

Y ahora, unas curiosidades…


Como el que el sombrero utilizado por John Wayne en “La diligencia” fuera suyo. Wayne lo usaría después durante dos décadas más hasta “Río Bravo”. Desde entonces, el ya mítico sombrero fue exhibido en una vitrina de su casa.


O el que los indios apaches de la historia fueran interpretados, en realidad, por indios navajos del lugar. O que Orson Welles visionara cerca de cuarenta veces “La diligencia” antes de crear su “Ciudadano Kane”. Pues mil gracias, John Ford.

Y como broche de lujo, una bonita anécdota. En 1970, El American Film Institute (AFI) comenzaba a interesarse activamente por la restauración y preservación de películas clásicas. Pero todas las copias existentes en 35 mm. de “La diligencia” habían sufrido daños irreparables. ¿Todas? No. El mismísimo protagonista de esta película guardaba en su garaje una copia en perfectas condiciones y se prestaba a donarla con todos los honores a tan loable iniciativa.


El ejemplo ideal de la madurez de un estilo llevado a la perfección clásica. John Ford encuentra el equilibrio ideal entre el mito social, la reconstrucción histórica, la verdad psicológica y el tema tradicional de la puesta en escena del western. Ninguno de estos elementos domina por encima del otro. ‘La diligencia’ es como una rueda, está concebida con tanta perfección que permanece en equilibrio sobre su eje en cualquier posición
(André Bazin, crítico francés)