"Vivía con Ida, su mujer, en el Oceana Hotel, en Santa Mónica, en un pequeño apartamento del segundo piso. Su casa tenía un aspecto muy naútico: miniaturas de balleneros, coral, conchas en cajas de cristal, un reloj de barco de latón colgado en la pared, un fanal de estilo antiguo sobre su escritorio y, al final del cuarto de estar, una magnífica ventana sobre el océano. Me comentó mirando al mar:
- Es una hermosa piscina, mucho mayor que la de Liberace - y miraba al exterior como si fuera lo único que le interesara. Luego se volvió hacia mí y me dijo - : Me paso las horas muertas mirando al mar, para ver alguna sirena. Pero nunca aparecen."
(Jerry Lewis por Jerry Lewis. Memorias.
Parsifal Ediciones. 1991)