La obra teatral de Lillian Hellman “The little foxes” se
estrenaba en el National Theater de Nueva York el 15 de Febrero de 1939
llegando a un total de 410 representaciones. La protagonista era Tallulah
Bankhead. Hasta 2008, la obra ha tenido tres nuevas versiones teatrales con Anne Bancroft,
Elizabeth Taylor y Stockard Channing encabezando el cartel.
A principios de los años 40, Samuel Goldwyn le ofrecía llevar esta obra a la gran pantalla al director William Wyler, mostrándose éste entusiasmado con la
idea. Le gustaba la obra – la consideraba una obra maestra – y también le
gustaba el primer borrador de guión que había escrito su amiga Lillian Hellman, autora
además de la obra original.
“Hellman había hecho un gran trabajo
abriendo la obra teatral, conservando intactas las mejores escenas, creando
otras nuevas y desarrollando nuevos escenarios y personajes, por ejemplo, los
de la pareja joven, para suavizar con alternativas positivas a la mayoría de
los siniestros personajes de la obra”
(William Wyler)
Sin embargo, la escritora no pudo continuar trabajando este
borrador. El inmediato estreno de su nueva obra en Broadway le impedía viajar a
Hollywood. Escribió algunas sugerencias sobre las modificaciones que ella creía
convenientes y recomendó para llevarlas a cabo a tres escritores: Arthur Kober,
Dorothy Parker y Alan Campbell. Los tres aparecen también en los títulos de
crédito de la película.
Según la propia Hellman, “The little foxes” fue su obra más
difícil de escribir. Pasó mucho tiempo haciendo probaturas, desechando
personajes y rompiendo constantemente lo que había escrito.
La escritora atribuía sus dificultades a que la historia se
inspiraba lejanamente en hechos reales de la familia de su propia madre y que
“todo lo que había oído o me había imaginado había formado una tupida jungla,
en la cual no podía encontrar ningún espacio para caminar sin tropezar con
viejas raíces ni sin oir viejos fantasmas hablando de viejas historias”.
El guión definitivo de la película no se ajustaba al cien
por cien a la obra teatral. Y aunque la oficina Hays no impuso ninguna
corrección, se introdujeron escenas y personajes nuevos para enriquecer la
historia.
"Si no es una obra maestra es por
culpa del material de partida, aunque gracias a la habilidad de Wyler para
fundir lo literario con lo fílmico
el film es perfecto”
(Karel Reisz, director de cine
británico)
Producción de Samuel Goldwyn para la RKO, "La loba" contaba con la música de Meredith Wilson, compositor americano creador también
de la banda sonora de “El gran dictador”.
Y del musical “The music man” (Vivir de ilusión), donde
aparece ese maravilloso tema llamado “Till there was you” que más adelante
inmortalizarían los Beatles en la voz de Paul McCartney.
William Wyler también contaba en su equipo con Gregg Toland,
excepcional director de fotografía con el que ya había trabajado anteriormente
en títulos como “Esos tres”, “Rivales”, “Calle sin salida”, “Cumbres
borrascosas” o “El forastero”.
Wyler y Toland formaban ya, pues, un equipo con personalidad
propia. Aparte de la gran compenetración que había entre los dos, destacaba su común esfuerzo por mejorar la
llamada profundidad de campo.
En algunas de sus películas anteriores hay momentos donde se
aprecia el tratamiento casi tridimensional de las imágenes que permite la
composición de planos en los que cualquier objeto, decorado o personaje puede
tener su importancia sin romper el ritmo narrativo.
El desarrollo de esta técnica permite mostrar en un mismo
plano, sin ningún corte ni ningún movimiento de cámara, la acción y la reacción
de los actores. Wyler lo había buscado ya
antes incluso de trabajar con Toland.
“Alguien ha de estar de espaldas a
la cámara, alguien ha de destacar menos que los demás, alguien ha de sobresalir
en un momento dado… Todo esto significa que el movimiento de cámara ha de estar
perfectamente calculado para evitar errores… Con la profundidad de campo, los
primeros planos adquieren más importancia porque con los tradicionales
solamente veías a una persona y a nadie más. Empleando la profundidad de campo,
puedes hacer primeros planos más a menudo y de forma más efectiva”
(William Wyler)
La utilización de la profundidad de campo obligó a un cambio
conceptual de los decorados tradicionales. El director artístico Stephen Goosson
diseñó la parte exterior de la ciudad, casas old-fashioned alrededor de una plaza con viejos robles auténticos,
mientras que el interior de la casa (considerada por Bette Davis como demasiado
opulenta) se hizo de manera que Toland pudiese fotografiar los techos desde
cualquier ángulo, iluminándolos de forma que la luz sugiriese la atmósfera de
un Sur decadente.
El rodaje comenzó el 28 de Abril y finalizó el 3 de Julio de
1941. Surgieron infinidad de dificultades en el verano más caluroso del siglo
en el área de Los Ángeles. Vientos huracanados, un vestuario excesivamente
pesado para trabajar en aquellas condiciones, el abandono de la Davis… pero
Wyler la terminó nueve días antes de lo previsto.
Aunque el director había estado lleno de dudas con respecto
al guión definitivo. Tanto que le llegó a escribir a Lillian Hellman: “Estoy
dirigiendo la película con el nuevo guión en una mano, el tuyo en la otra, y la
obra teatral en la tercera. Y he conseguido además una nueva cabeza para las
jaquecas”.
Tanto Samuel Goldwyn como William
Wyler pensaron inmediatamente en Bette Davis para interpretar a Regina Giddens.
Davis había trabajado ya con Wyler en dos ocasiones, pero la actriz estaba
contratada en ese momento por la Warner Bros, que no se prestaba a ceder a su
estrella.
Goldwyn entonces se enteró de que la Warner quería a Gary
Cooper para “El sargento York”. Y como Cooper estaba contratado en ese momento por
Goldwyn, las productoras acordaron hacer un intercambio de actores.
Al igual que en sus anteriores films, Davis y Wyler tuvieron
sus diferentes puntos de vista sobre cómo debía ser el personaje de la actriz.
Ella la concebía como una harpía siniestra, insensible y avariciosa.
Wyler la veía como un personaje mucho más complejo. Quería que en
algunos momentos se mostrase encantadora, divertida, mundana e incluso con
cierto toque sexy, para de alguna manera ganarse el afecto del público.
Y Bette consideraba que la debía interpretar como lo había
hecho Tallulah en el teatro, como una mujer malvada, fría y cerebral. “Necesité mucho valor para interpretar el
personaje como lo hice, en contra de la opinión de Wyler”.
Otra diferencia de criterio sobre la composición del
personaje fue el tema del maquillaje. Davis se veía en apariencia demasiado
joven (tenía 33 años) para interpretar a una mujer de 41 que además tenía una
hija de 17. Y se blanqueó tanto la cara que incluso Gregg Toland tuvo problemas
para compensar la iluminación de su rostro con la de otros actores.
Wyler le dijo que parecía un payaso y que se lo quitara, a
lo que ella se negó. Su relación con el director a partir de ese momento
empeoró y el stress de la actriz le brindó la oportunidad de tomarse unas
semanas de vacaciones. Se dijo entonces que estaba embarazada y que Goldwyn y
Wyler se habían puesto de acuerdo para sustituirla por Miriam Hopkins o
Katharine Hepburn. Gracias a la estructura coral de la película en cuanto a los
personajes no hubo que detener el rodaje, supliendo la ausencia de Davis con el
rodaje de las escenas donde ella no participaba.
Por supuesto, Bette Davis volvió al plató, seguramente por
una carta que, a requerimiento de Wyler, le envió Lillian Hellman dándole
ánimos y alabando su interpretación. Aunque también es posible que volviera por
una claúsula en su contrato donde se le obligaba a pagar todos los costos de
producción si su renuncia no se justificaba con una enfermedad, nunca por
diferencias artísticas.
A pesar de todo, y como cabía esperar, Bette Davis realizó
en este film una más de sus soberbias interpretaciones.
“La loba” también suponía la tercera colaboración de William
Wyler con el actor británico Herbert Marshall, magnífico aquí como Horace, el
marido de Regina. Claro que Marshall ya había estado "casado" el año anterior con
otro personaje de Bette Davis en “La carta”, dirigida también por William
Wyler.
Teresa Wright había sido elegida por el propio Goldwyn para
interpretar a Alexandra, la hija de Regina. Tenia entonces 23 años y había debutado como
actriz profesional en el teatro en 1938, saltando al año siguiente a la gran
pantalla con un pequeño papel en “Life with father”.
Wyler le brindó la oportunidad de su vida con “La loba”
(papel por el que la joven actriz fue nominada al Oscar) y más tarde contó también con ella
para “La señora Miniver” y “Los mejores años de nuestra vida”.
Y redondeando magníficamente el reparto, unos impecables Dan Duryea, Patricia Collinge, Charles Dingle y Carl Benton Reid.
“La loba” (The little foxes) se estrenó en Nueva York, hace
hoy 70 años, el 20 de Agosto de 1941.
"Impecable y fascinante… Cuando un
film como éste hace su aparición, a todos aquellos a quienes nos gustan las
películas realmente buenas nos toca aplaudir. Y es que esta adaptación de un
impresionante drama teatral no sólo es una gran versión y un espectáculo
absorbente. Traza todo un nuevo rumbo en la producción cinematográfica… Bette
Davis está a la altura de la espléndida interpretación de la señorita Bankhead
en la obra de teatro”
(Howard Barnes,
New York
Herald Tribune)
Aunque en su estreno fue un gran éxito de público y dio un
enorme prestigio a Samuel Goldwyn, la crítica no tuvo una opinión unánime.
No se llevó ningún Premio Oscar pese a estar nominada en ocho categorías: película, director, guión, actriz (Bette Davis), actriz
secundaria (Patricia Collinge y Teresa Wright), montaje, banda sonora y
dirección artística en blanco y negro.
Según Lillian Hellman, “La loba” era una de las películas
preferidas del cineasta ruso Sergei Eisenstein, el cual solía pasarla una y
otra a sus amigos y alumnos diciéndoles que la puesta en escena de la secuencia
del cuarto de baño era propia de un genio y que, aunque fuese únicamente por
ella, Wyler “merecía ser famoso durante toda su vida”.
"La loba se sitúa, de golpe, en
primer lugar como la película más acremente siniestra del año y uno de los
estudios de carácter más cruelmente realista hasta hoy presentado en la
pantalla… La interpretación de la señorita Davis, en el papel que Tallulah
Bankhead ofreció tan descarnadamente en el teatro, está lleno de matices y de
carácter.
La loba no aumentará su admiración
por la humanidad. Es fría, cínica, pero es una película muy excitante para
verla cómodamente, de un modo objetivo, sobre todo si usted disfruta con este
tipo de maldades y traiciones”
(Bosley
Crowther, The New York Times)
Tras “Jezabel“ y “La carta”, “La loba” era la tercera
película que William Wyler rodaba con Bette Davis. Y sería la última en la que
coincidirían cineasta y estrella. En su biografía de 1974, la actriz declaraba:
“En todos estos años nunca me pidió que participara en alguna de sus películas.
Ahora tengo ya muy pocas ambiciones. Pero una de ellas es hacer una película
con Willy antes de que acabe mi carrera”.
“Hay miles de veces más cine, y de
mejor calidad, en un plano fijo de “La loba” que en todas las espectaculares
escenas de exteriores que se sacan de la manga muchos directores para romper la
unidad de espacio teatral. El film de Wyler es una pura obra cinematográfica
a
pesar de su extrema fidelidad al texto de la obra teatral”
(André Bazin, crítico y teórico cinematográfico
francés)