Entramos un año más en la Navidad, y con ella en un cinematográfico repaso de títulos navideños. Algunos de acostumbrada reposición. Otros, igualmente adecuados para ver en estas fechas.
Es Nochebuena en la ciudad de Nueva York. Un importante hombre de negocios, un modesto trabajador y un delincuente de poca monta se ven en la necesidad de alquilar sendos trajes de Santa Claus para esa noche. Cada uno por su lado acude por azar a la misma tienda de disfraces, cuyo propietario es un misterioso, perspicaz y jovial viejecillo.
Es Nochebuena en la ciudad de Nueva York. Un importante hombre de negocios, un modesto trabajador y un delincuente de poca monta se ven en la necesidad de alquilar sendos trajes de Santa Claus para esa noche. Cada uno por su lado acude por azar a la misma tienda de disfraces, cuyo propietario es un misterioso, perspicaz y jovial viejecillo.
Éste es sólo uno de los ocho personajes que interpreta Fred Astaire en “Un hombre vestido de Santa Claus” (1979). Pero, claro, él en realidad es Santa Claus. Y en la magia de la víspera de Navidad, todos los problemas y preocupaciones de los tres hombres van a tomar un rumbo muy distinto.
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En los grandes almacenes Macy's de Nueva York es contratado un encantador ancianito de blanca barba, en una urgencia de última hora para hacer de Santa Claus durante las fiestas navideñas. Pronto, este hombre comienza a hacer partícipe a todo el mundo de la manifestación de que él es el auténtico Santa Claus.
Natalie Wood contaba ocho años de edad cuando rodó el hoy clásico navideño “De ilusión también se vive” (1947). En ella, Wood interpretaba magníficamente a Susan Walter, una niña que desconfía de la existencia de Santa Claus. Edmund Gwenn, como el entrañable anciano Kris Kringle, obtuvo por este papel el Oscar al mejor actor secundario. Nueve años más tarde, Gwenn nos volvería a enternecer con su profesor Hamilton de “Calabuch”, su última interpretación para la gran pantalla.
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Una originalísima y entrañable versión del clásico relato de Charles Dickens nos ofrecen “Los Teleñecos en Cuentos de Navidad” (1992). Un acertadísimo Michael Caine encarna en esta película al tacaño y triste Mr. Scrooge, el inolvidable personaje de Dickens obsesionado con su propio egoísmo. Con la compañía de los simpáticos teleñecos, y guiado por el Fantasma de las Navidades, Scrooge será trasladado al pasado, al presente y al futuro y descubrirá por fin cuál es el verdadero espíritu de la Navidad.
Maravillosa película familiar, llena de buenas canciones y de momentos de humor, y dirigida con gran profesionalidad por Brian Henson.
Como datos curiosos, el que una de las tiendas se llame “Micklewhite” (el nombre real de Caine es Maurice Micklewhite) y la otra "Duncan & Kenworthy" (el productor Duncan Kenworthy es también uno de los creadores de “Fraggle Rock”). Además, la misma marioneta utilizada como el perro Sprocket en “Los Fraguel” la vemos en el principio y en el final de esta película.
La decisión de Brian Henson de utilizar a Gonzo y Rizzo para narrar la historia respondía al deseo del director de respetar al máximo la narración y prosa de la novela de Charles Dickens. La película está dedicada a Richard Hunt (uno de los intérpretes de voz de los Muppets) y a Jim Henson, su maravilloso creador. Y para Michael Caine, es este personaje de Scrooge uno de los preferidos de su filmografía.
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Y otra adaptación, esta vez animada, del famoso cuento de Dickens, nos la ofrecía unos años antes la factoría Disney. En “Una Navidad con Mickey” (1983), nominada al Oscar al mejor corto animado, y a través de unos maravillosos dibujos, veíamos cómo el humilde y agradable Bob Cratchit (Mickey Mouse) se mostraba impaciente por volver a casa y celebrar con su familia el día de Nochebuena.
Pero para su jefe, Ebenezer Scrooge (Tío Gilito), el hombre más tacaño de la ciudad, la Navidad debe servir, como cualquier otro día, para ganar dinero. Tras concederle a Bob medio día libre, Scrooge se dirige a su casa sin sospechar la tenebrosa sorpresa que le espera.
Pero para su jefe, Ebenezer Scrooge (Tío Gilito), el hombre más tacaño de la ciudad, la Navidad debe servir, como cualquier otro día, para ganar dinero. Tras concederle a Bob medio día libre, Scrooge se dirige a su casa sin sospechar la tenebrosa sorpresa que le espera.
En esta historia también aparecían el Pato Donald y Gooffy. Como dato curioso, señalar que ésta fue la última vez que Clarence Nash cedió su voz a Donald, así como la primera en la que Wayne Allwine se la prestaba a Mickey.
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Y sin salirnos del mágico mundo de la animación, nos encontramos con "Un Borrico en Navidad" (1978), mediometraje dirigido magistralmente por Don Bluth al que supo impregnarle su estilo pese a ser un trabajo hecho para la factoría Disney.
En este relato, un joven campesino debe salir de viaje para vender a su mejor amigo, un borrico débil y anciano. El muchacho no quiere separarse de él, pero al verse obligado, intentará encontrarle un buen dueño. El borrico terminará siendo elegido para una misión muy, muy especial.
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Y otro tipo de animación nos llegaba en 1993 de la siempre original creatividad de Tim Burton. “Pesadilla antes de Navidad” es un viaje fantástico de imágenes y sonidos donde el Rey de las Calabazas de Halloween desea suplantar a Santa Claus para crear una versión renovada de la Navidad, en la que las bromas macabras sustituirán a los tradicionales buenos sentimientos.
También es el primer largometraje animado rodado con la técnica "stop motion", basada en la grabación, fotograma a fotograma, de imágenes estáticas de las marionetas y su posterior reproducción a determinada velocidad, consiguiendo movimientos fluidos y naturales de sus protagonistas.
Danny Elfman, asiduo compositor de las películas de Burton, prestó su voz en las canciones a Jack, el protagonista, pues Chris Sarandon, encargado de la voz de Jack, carecía de aptitudes para cantar. La dirección del film corrió finalmente a cargo de Henry Selick, ya que Burton se encontraba simultáneamente trabajando en “Batman Returns”.
El resultado del genio visionario de Tim Burton fue un sobrecogedor mundo con personajes sorprendentes e inolvidables.
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Las campanas repican, los villancicos suenan y el espíritu navideño parece cubrir el mundo como un manto de nieve recién caída… Pero este espíritu no tiene cabida en el hogar victoriano del Obispo Henry Brougham (David Niven). En su lucha por recaudar fondos para construir una nueva catedral, el preocupado clérigo ha desatendido de tal manera a su afectuosa esposa, Julia (Loretta Young), que ahora lo único que puede salvar su matrimonio es una intervención divina.
Pero el poderoso y atractivo ángel Dudley (Cary Grant), enviado desde las alturas, tiene ideas propias. Y dar al mortal Henry una lección inmortal en romanticismo no es todo lo que tiene planeado.
“La mujer del obispo” (1947) es una ingeniosa comedia romántica respaldada en su reparto principal por figuras de la talla de James Gleason y Monty Woolley. Curiosamente en un principio iba a ser Grant el que diera vida al clérigo y Niven el que interpretara al ángel. Pero el director William A. Seiter abandonó el proyecto y fue reemplazado por Henry Koster, quien consideró cambiar los papeles. Y realmente fue un acierto.
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Adaptación de la famosa novela homónima de Louisa May Alcott, dirigida en 1949 por Mervyn LeRoy, “Mujercitas” nos relata cómo cambia radicalmente la vida de las cuatro hermanas March cuando su padre debe partir para participar en la Guerra Civil Americana.
Con su marido en la guerra, Marmee (Mary Astor) debe encargarse de educar a sus hijas: la formal Meg (Janet Leigh), la inquieta Jo (June Allyson), la romántica Amy (Elizabeth Taylor) y la frágil Beth (Margaret O’Brien). Juntas deberán realizar un aprendizaje, a veces doloroso, a veces fascinante, de la vida y del amor.
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En una pequeña ciudad de provincias se van a realizar las obras caritativas del año. Se trata de conseguir voluntarios que, bajo un desembolso económico, lleven a su casa a cenar a un mendigo en Nochebuena. Para atraer a los interesados, se traen de la capital a representantes famosos del mundo del cine.
Paralelamente, a Plácido, un padre de familia que pasa por penurias económicas, le “alquilan” su nueva motocarro para que sea utilizada en la cabalgata del evento. Y siendo ésta la última oportunidad que se le ofrece para poder pagar la primera letra del vehículo, la cual vence ese mismo día.
Nominada al Oscar a la mejor pelicula extranjera en 1962, esta historia iba a llevar el original título de “Siente a un pobre a su mesa", pero la censura española no lo permitió. “Plácido” es hoy una de las joyas de la cinematografía de nuestro país. Y es que contaba con los mejores actores del momento. Y el siempre genial tándem Azcona- Berlanga firmaba el proyecto.
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Y terminamos este repaso como el Concierto de Año Nuevo. Con la Marcha Radetzky de la Navidad: “ ¡Qué bello es vivir! ” (1946), inolvidable película de Frank Capra.
Durante la Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante cantidad de dinero, George Bailey (James Stewart), banquero de la pequeña localidad de Bedford Falls, toma la decisión de suicidarse.
En el último momento, Clarence (Henry Travers), un viejo ángel que aún no ha conseguido sus alas, le hace recapacitar sobre el verdadero sentido de la vida.
El actor Lionel Barrymore, que en esta película interpreta magistralmente al odioso Sr. Potter, fue el que convenció a James Stewart para que diera vida a George Bailey. Este papel fue originalmente desarrollado pensando en Cary Grant, pero cuando Frank Capra entró en el proyecto, se reescribió para James Stewart.
Hoy es el papel más recordado y significativo del actor. No en vano, era la película favorita de Stewart y de Capra.
Y también la que más veces se ha emitido en las televisiones de todo el mundo durante las fechas navideñas. Si yo me la encontrara este año en algún canal de televisión, me la volvería a ver.
De hecho, no dudaría en irme ahora mismo a vivir a Bedford Falls. Con ese taxista, ese policía, el tío Billy, la familia Bailey, la gente del pueblo y, por supuesto, el ángel Clarence. Y es que el mundo de Frank Capra es así de maravilloso.
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Aún os puedo recomendar otros títulos para estas fechas. Clásicos como “Navidades Blancas” o “Las zapatillas rojas”. Entrañables como “La gran familia”, ya sabéis, todos a buscar una vez más a Chencho, o “Marcelino Pan y Vino”.
Y, especialmente, una película italiana absolutamente fabulosa: “Milagro en Milán”, dirigida en 1951 por Vittorio de Sica.
No os cuento más porque es una historia que se va haciendo, poco a poco, cada vez más grande. Y es que De Sica era absolutamente mágico.
¡FELIZ NAVIDAD DE CINE!